Desde este miércoles 24 de noviembre se puede viajar a la Costa del Sol desde casa para sumergirse en el fascinante caso de Lucía en la telaraña, la nueva serie documental de cinco episodios de 45 minutos de RTVE Play. Nos embriagan el calor y la humedad del ambiente de una zona costera emblemática en la que también tienen cabida actividades delictivas de todo tipo y unas tramas de corrupción y narcotráfico que suelen aparecer en los telediarios.
El true crime dirigido por el ganador de tres Emmy Tomás Ocaña y producida por Luis Alcázar nos lleva de la mano por el caso real de la Operación Telaraña. La involuntaria protagonista de la historia es Lucía Garrido, una mujer malagueña de Alhaurín de la Torre cuyo cuerpo sin vida apareció flotando misteriosamente en la piscina de su finca el 30 de abril de 2008. Víctima de la violencia machista y del maltrato de su expareja, su asesinato terminó arrojando luz sobre una gran red de investigación que llegó a salpicar a varios cargos de la Guardia Civil. Ocaña y Alcázar nos cuentan las claves de la producción de Lucía en la telaraña, un nuevo paso adelante de RTVE Play en su objetivo por mirar de tú a tú al resto de ofertas del streaming.
Víctima de toda una red de crímenes
El primer capítulo de Lucía en la telaraña nos cuenta la historia de Lucía Garrido, una mujer y madre de una niña que, después de denunciar sin éxito a su expareja por acoso, apareció flotando en la piscina de su finca después de ser asesinada. Su muerte es la punta de lanza de un caso que acumula más de 20.000 folios y hasta 60 grabaciones y que implica a todos sus alrededores e incluso algunos altos cargos de la Guardia Civil.
Para el director de la docuserie que intenta arrojar luz a un complicado caso, la historia de Lucía expone "toda una serie de problemas que tiene hoy en día la Costa del Sol, como lo son el tráfico de animales, el narcotráfico, la corrupción urbanística o el tráfico de armas". De hecho, el nombre de telaraña se asigna al caso por toda esta ramificación de crímenes en torno a Lucía. Según Ocaña, Lucía en la telaraña "nos habla de cómo fallan nuestras instituciones y también de toda esa gente heroica que intenta que eso no sea así".
Luis Alcázar también ve la producción documental del ente público como una "búsqueda de la justicia", donde "unos protagonistas luchan contra viento y marea, como Quijotes contra los molinos de viento, contra todos los fallos del sistema, contra la corrupción, quieren buscar la verdad". El productor insiste en que la intención de su equipo no es regodearse en esa parte visceral del crimen, sino centrarse en la historia de los que luchan por la justicia, que en este caso son Rosa, la hermana de Lucía, e Ignacio, exagente de la Guardia Civil".
Una serie muy valiente que busca la visibilidad
Tomás Ocaña recuerda cómo el proyecto surgió al hablar con Ángel Custodio, un agente de la Guardia Civil con el que ya había trabajado en otra ocasión y que pudo ponerles en contacto con Ignacio Carrasco, exagente y uno de los protagonistas de la serie. Para el director el punto de inflexión en su conexión con el material llegó al enterarse de que Rosa, la hermana de Lucía, se iba a morir de cáncer. "Quería darnos la última entrevista de su vida, así que, cargados de agradecimiento por su confianza en nosotros, supimos que teníamos que contar esta historia, fuese en la cadena o plataforma que fuera". Para Alcázar la serie documental es "una demostración de cómo la visibilización y la denuncia de este tipo de problemas ayudan a crear una sociedad mejor o un mundo mejor".
A la hora de llevar a cabo la producción de la serie documental, tanto Alcázar como Ocaña coinciden en que la labor de documentación fue un proceso ingente y muy complejo. "Es una serie documental muy periodística, en la que ha habido mucha investigación", explica Tomás, destacando como uno de los grandes retos fue tener que "separar el trigo de la paja para contar la historia". El subdirector Rafael González fue el encargado de "navegar entre los más de 20.000 folios que tenían, además de las grabaciones de los juicios y el resto de fuentes". El objetivo del director desde el principio fue "simplificar la historia para que la entendiese todo el mundo y mostrar la telaraña que se teje alrededor de Lucía y lo compleja que es la realidad".
"Su protocolo de doble y triple verificación es lo que ha ayudado a esclarecer los hechos", explica el productor en referencia al concienzudo proceso de trabajo del director. "Teníamos que ir con pies de plomo, porque aún quedan juicios pendientes. De hecho, el juicio del asesinato de Lucía se tiene que repetir y nosotros teníamos que salvaguardar todo el respeto jurídico posible y los secretos de sumario. No podíamos afirmar nada que no estuviera demostrado con hechos".
Otros obstáculos en el camino
Otra de las dificultades a las tuvieron que enfrentarse fue a la hora de encontrar testigos que quisieran pronunciarse sobre el caso. "Es un entramado que todavía está vivo en la Costa del Sol y hay mucha gente que tiene miedo a hablar. Se han recogido muchos testimonios, pero se ha contactado con el doble o el triple de gente de la que aparece en pantalla", reconoció el productor, dejando claro "hay gente implicada que, a pesar de tener varias condenas, sigue siendo muy poderosa en ese mundo".
"La mayoría de series de este estilo que encontremos en otras plataformas tratan con casos cerrados que se revisitan con la seguridad del paso del tiempo y el respaldo jurídico que les da la existencia de una sentencia firme. En este caso, estábamos haciendo periodismo en el mismo momento en el que ocurrían las cosas y en el momento en el que se estaban juzgando y tenemos constancia de que algunas de las tramas de las que se hablan siguen abiertas y puede que sigan ocurriendo", completa Ocaña.
Si tuviera que describirse la serie en pocas palabras, la conclusión de Luis Alcázar es clara: "si fuera ficción, no te la creerías", señalando la complejidad y la acumulación de tantas tramas, crímenes y delitos de distinta índole que contribuyen a que así sea. El productor insistió en que "por eso la labor de periodismo de investigación es tan importante, para demostrar que la realidad supera a la ficción".
Un caso abierto que necesita dictar una sentencia justa
El caso de Lucía Garrido sacó a relucir un pequeño hilo de toda una red de crímenes que todavía no se han terminado de resolver. Implicando a delincuentes de toda clase, la serie documental también deja al descubierto el deterioro que sufren las instituciones en la Costa del Sol, haciendo muy complicado el proceso de alcanzar la justicia para las víctimas como Lucía y su familia. Tanto el director como el productor de la serie están de acuerdo en que es complicado resolver el problema porque "la podredumbre llega muy al fondo".
Tomás Ocaña se aferra a la fuerza que aún le queda a muchas personas para lograr lo contrario. "El trabajo de Ignacio Carrasco, la familia de Rosa y su memoria, el servicio de Asuntos Internos, con Alfonso López dando la primera entrevista de la historia que haya dado nunca antes la unidad, conseguirá que se haga justicia, aunque será parcial y habrá muchos casos que se queden fuera". Alcázar sacó a relucir la necesaria labor de revisión de las propias instituciones como la Guardia Civil, que "hacen una revisión de sí mismas para mejorar y que solo con participar, avalan que esa justicia existe de verdad y debemos confiar en eso".
"El hecho de que toda España vaya a conocer esta historia supone una ruptura de la impunidad que ha existido allí durante mucho tiempo", destaca el director. "Que lo haga RTVE es importante, porque se trata de una cadena pública que cree en una historia que denuncia cosas que salen mal, y esto significa que tenemos algunas otras instituciones que sobreviven a pesar de todo".
'Lucía en la telaraña' ya está disponible en la web gratuita RTVE Play.
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