Los Globos de Oro están agonizando. Si no cambia mucho la situación, eso que llamábamos la antesala de los Oscar morirá, algo que hace dos años parecía imposible. La ceremonia de los premios que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA) eran uno de los símbolos de la temporada de premios. Alfombra roja, glamour, una gala más canalla donde los actores bebían y se mostraban menos encorsetados, presentadores gamberros… Parecía que todo funcionaba, pero detrás había mucha basura escondida bajo la alfombra.
Desde hace más de un año, varias investigaciones sacaron a la luz algo que era un secreto a voces en toda la industria, que la HFPA aceptaba ‘regalos’ para sus miembros. Regalos que, en ocasiones, se convertían en sospechosas nominaciones. Emily in Paris logró una criticada nominación como Mejor serie de comedia cuando la crítica la había destrozado. Después se supo gracias a la prensa que sus miembros habían ido a un hotel de lujo a París invitados por su productora, Paramount, para hacer entrevistas de la serie durante el rodaje. Más de un tercio de los miembros acudieron. Un reportaje de LA Times contaba con todo lujo de detalles las prácticas de ‘cártel’, como las calificaba una periodista noruega de la asociación.
Pero la gota que colmó el vaso fue la falta de diversidad. En estos dos años también se dio a conocer que entre las 87 personas que elegían a las nominadas no había ninguna persona negra. Esto adquirió relevancia cuando el año pasado no estuvieron nominadas ni Hermanos de armas, ni Ma Rainey’s Back Bottom ni Judas y el mesías negro. La falta de diversidad de la asociación y de los premios ya se había comentado mucho, pero fue en ese momento donde se alinearon los planetas. Tom Cruise pidió devolver sus tres Globos de Oro, las plataformas se negaron a colaborar más con ellos si no cambiaban drásticamente sus principios y composición de sus miembros, y la NBC dio la puntilla decidiendo no emitir la gala hasta que no ocurrieran todos los cambios. Resultado: este año no habrá ceremonia, sino una lectura privada y los ganadores se anunciarán en redes sociales y mediante una nota de prensa.
Me parece llamativo, pero sobre todo, hipócrita, la respuesta de las estrellas ante este tema. No porque los motivos sobre la ‘cancelación’ de los Globos de Oro sean injustos, que no lo son, sino porque hasta que esto no ha sido un escándalo no les ha importado ni lo más mínimo. Ellos han contribuido a inflar y a agrandar la importancia de una asociación que sabían cómo funcionaba y sabían quiénes eran sus miembros. No deberían haber perpetuado, reído las gracias y alimentado unos premios en los que la falta de diversidad era la tónica, y en la que los rumores sobre sobornos son un chiste recurrente en la industria.
Es más, cuando los Oscar tuvieron la polémica en 2015 porque ninguno de sus actores nominados fue negro, la Academia se puso manos a la obra para cambiar su masa de votantes y hacerla más diversa e inclusiva para que los premios mostraran esa diversidad. Lo están logrando. Pero los Globos de Oro ni se dieron por aludidos y no realizaron ni una sola modificación. Se sentían seguros, no temían nada, la sensación de impunidad. Por supuesto que la HFPA debe hacer cambios urgentes, pero que las estrellas se hagan las sorprendidas me parece un sainete de principiantes.
¿Acaso no recuerdan el caso de Pia Zadora, que ya en 1982 fue motivo de sospechas cuando ganó el Globo de Oro y el Razzie por la misma película? Todos hablaron de sobornos. Parece que Hollywood ha olvidado que Sharon Stone regaló relojes de oro a los miembros en 1998 por su nominación por La Musa. Pero si hasta el presentador más emblemático, Ricky Gervais ha hecho bromas constantes sobre la compra de votos con filmes como The Tourist o Burlesque. Lo primero que deberían haber hecho todas las estrellas es admitir que lo sabían y miraron hacia otro lado, pedir perdón, y ya después actuar para que las cosas cambien.
Qué debe pensar el pobre Brendan Fraser, que en 2003 denunció que un miembro de la Asociación de la Prensa Extranjera le había acosado y manoseado en una fiesta. La noticia salió y nadie le dio ninguna importancia. Ni la NBC se preguntó si debía emitir la ceremonia o investigó qué ocurría en la HFPA. Todos miraron hacia otro lado. Las empresas, las marcas, las televisiones, los publicitas y las estrellas. Ahora nadie quiere ir a los Globos de Oro. Ojalá la asociación cambie pronto y radicalmente, pero ojalá hubieran sido más comprometidos quienes la mantuvieron para no tener que haber llegado a esta situación.