Ser o no ser, esa es la cuestión, decía William Shakespeare en uno de los monólogos más importantes en la historia del teatro. Joel, el protagonista adolescente de la nueva apuesta de Playz, se enfrenta a su propio dilema en la primera serie española protagonizada por un adolescente trans: aprovechar que nadie en su nuevo instituto sabe la verdad sobre su identidad o salir del armario o compartir con sus nuevos compañeros y la chica que le gusta que está en pleno proceso de transición.
Coral Cruz es la creadora de un proyecto que se enfrenta a uno de los temas que más opiniones enfrentadas ha generado en los últimos años: la experiencia trans en los menores de edad. No es la primera vez que la guionista de Hierro, Verónica, Incierta gloria o Los días que vendrán se sumerge en la adolescencia o en la docencia. En su anterior película, Uno para todos, hablaba del bullying. Con su nuevo proyecto, Cruz busca mirar sin artificios ni prejuicios una experiencia de la que muchos parecen tener una opinión preestablecida.
Ser o no ser es la historia de Joel (interpretado por Ander Puig, fichado por Élite tras debutar ante la cámara en la producción de Playz), un chico trans de 16 años que comienza el bachillerato escénico en un nuevo instituto donde nadie lo conoce. Hace unos meses que está transitando y, con el passing que tiene, puede presentarse a sus compañeros tal y como siempre se ha visto. Sin embargo, la ocultación de su proceso de transición entrará en conflicto con la exigencia de su profesora de teatro, quien pide a sus alumnos que se quiten todas las máscaras para poder meterse en la piel de sus personajes. Joel tiene miedo de no ser aceptado y también de perder el interés de Ona, una compañera de clase, de la que se ha enamorado a primera vista.
SERIES & MÁS ha hablado a fondo con la showrunner de una serie que rechazaron las plataformas de streaming antes de acabar en el canal de contenido joven de RTVE. Los orígenes de la historia, la falta de referentes en los hombres trans, la búsqueda del actor perfecto, la condescendencia con las nuevas generaciones y el acercamiento a una temática controvertida son algunos de los temas que surgen en nuestra conversación con Coral Cruz.
¿Cuáles fueron los orígenes de la serie?
Todo empezó cuando en junio de 2019 una amiga me explica que su hijo le ha dicho que es un chico. Pensé que ahí había una historia muy potente que contar. Me empecé a documentar a través de ella, libros, internet, documentales… Por suerte también tengo un amigo que es un hombre trans y que ha sido uno de los asesores en la serie. Fue clave porque si no me hubiera dado mucho miedo meterme en estos berenjenales. Enseguida vi que la realidad trans era muy compleja y diversa. Necesitaba alguien que me acompañara en este viaje.
Cuando empecé a pensar en esta historia me di cuenta de que el cine, que es mi medio natural, no era la mejor forma de contar esta historia. Si quiero hablar de un adolescente es mejor hacer una serie para adolescente que pueda llegarles. No quería hacer una película indie que seguramente solo fueran a ver los adultos. Así es cómo empezó Ser o no ser y por qué elegí la serie para contar esta historia.
Es muy interesante que hayas escogido contar la historia desde el punto de vista de un adolescente. Faltan aún más referentes en el caso de los hombres trans. ¿Tenías claro desde el principio que querías que fuera sí?
También influyó que el caso que yo conocí fuera el de un chico trans. Después me puse a buscar referentes y me di cuenta de que había más historias de chicas trans en películas indies. Cuando empecé con esta historia no se había estrenado Euphoria o We are who we are. No encontraba historias con chicos trans y me di cuenta de que era un motivo más para hacer la serie y poder reflejar estas experiencias. Las mujeres trans se han hecho más visibles a lo largo de la historia y tenemos referentes desde mi propia generación. Todo el mundo sabía quién era Bibi Andersen [años después pasó a llamarse Bibiana Fernández]. Con los hombres trans no pasa eso.
Ser o no ser huye del melodrama en su acercamiento a la historia de Joel. Girl era una película maravillosa, pero su mirada era más efectista e impactante. ¿Esa naturalidad estuvo siempre presente en el proyecto?
Creo que las dos opciones son naturalistas en realidad. Hay tantos tipos de transición como personas que transitan. No creo que elecciones como la de Girl estén mal, pero no quería hacer una serie que provocara más inseguridad y bajón en estos chicos que están pasando por un momento muy difícil. No me interesaba en absoluto hacer algo así. Era una serie para ellos, para esos jóvenes, no para sus padres. Todo lo que había visto en estas historias tenía que ver con la lucha, con la hormonación, con la burocracia… Para mí el conflicto más interesante es el que está en el interior.
Los obstáculos externos muchas veces nos ayudan a construir retos y a plantear retos, pero siempre me han resultado mucho más interesantes las trabas que nos ponemos y nuestros propios dilemas. Ese fue el camino a seguir. Hay momentos dramáticos, pero Ser o no ser es muy luminosa y tiene un tono muy optimista y de echar p’alante. Como se ve en el grafismo del propio título, ya no hay opción de no ser. Vamos a ser aquello que seamos y vamos a atrevernos a serlo, sobre todo con estas generaciones que vienen muy avanzadas.
Veo un paralelismo entre Joel y su madre. Ambos sienten que están atrapados en una cárcel: su cuerpo.
Me gusta que menciones justo eso porque esa idea estaba en el origen de todo. Cuando yo intenté vender esta historia por primera vez, no existía el ámbito del teatro o el contexto de crear identidades a través de la actuación. Solo había una cosa que tenía clara desde el principio, quizás porque ambas cosas me han tocado de cerca. He conocido a muchas mujeres con cáncer de mama que empiezan a poner en duda su propia feminidad simplemente porque les han amputado una parte de su cuerpo que está relacionada con lo sexual.
Me parecía muy interesante que hubiera una persona cis, como la madre, que también sintiera disforia de género. Me gustaba que estuvieran en dos vías del tren contrarios. Ella está buscando la reconstrucción y él está ansiando la mastectomía doble. Era una paradoja muy interesante a explorar que nos hacía pensar en esa pregunta: ¿qué es lo que nos hace hombres o mujeres? También me ayudaba a dejar claro que esa mujer sigue siendo una mujer, igual que ese chico es un chico a pesar de que no tenga los genitales que manda el canon.
La causa trans excluyente se ha centrado mucho en la hormonización de los menores de edad. Es muy fácil hablar en la teoría, pero luego la realidad es muy distinta. ¿Cómo ha sido enfrentarse a eso?
Afortunadamente cuando empecé a trabajar en este proyecto no había ningún debate sobre la Ley Trans. Todavía no se había puesto sobre la mesa. Teníamos otro gobierno, de hecho. Desde la libertad creativa intentamos plantar una realidad desde la manera más fiel posible, con mucha documentación. Teórica pero también práctica de hablar con mucha gente trans que había pasado por esos procesos. En el caso de mi amigo no solo lo había pasado él, sino que había ayudado a muchos chavales a superar el proceso de transición. Para mí el objetivo era no dar aleccionar ni hacer discursos sobre si hay que hormonar a los menores o no.
En el caso de Joel, él ya tiene 16 años y la ley determina que el menor es el que decide sobre sus tratamientos médicos. Con las hormonas o con una operación de fimosis, vaya. Lo que quería era que el espectador pudiera entender por lo que pasan estas personas y luego que ya cada uno forme sus propias opiniones. Creo que a través de la identificación emocional es como acabamos entendiendo ciertos fenómenos, procesos y debates sobre leyes. Creo que esta serie no hace apología de nada. Si alguien lo ve así es porque ya tiene su idea preconcebida y no le interesa que le cuenten este tipo de historias. Se trataba de que entendiéramos una realidad que existe. Nada más.
Es importante que una serie como Ser o no ser esté en una plataforma pública. ¿Fue tu primer pensamiento o intentaste venderlo antes en otras plataformas o cadenas?
Intentamos venderlo en otras plataformas y no salió. Tuvimos un feedback muy positivo pero o no les encajaba porque tenían proyectos que iban a tocar este tema o tenían otros proyectos con personas trans y no les parecía que tenían que hacer esta serie.
¿Como cuando se decía durante años eso de “es que este año ya tenemos una serie de mujeres”?
Más o menos. Había un poco de eso. Los procesos son muy complejos y hay muchos factores en juego. Depende también de las producciones que tengan en desarrollo, de si tienen ya muchas series juveniles… Las negativas de las plataformas nunca son diáfanas. Las razones siempre quedan un poco obtusas. A toro pasado estoy muy feliz con la opción de Playz, entre otras cosas porque se enamoraron del proyecto al instante. Contestaron al proyecto en 24 horas. Fue un flechazo. La audiencia que yo perseguía era realmente la audiencia de Playz, así que teníamos mucho ganado.
Ha sido un absoluto placer trabajar con su equipo. Me han dado toda la libertad creativa. Hemos hecho la serie que hemos querido. Es evidente que tienen unos presupuestos muy limitados, por lo que tuve que hacer un trabajo de adaptación a los medios que teníamos. Adecué las tramas a unos escenarios limitados, sin que diera la sensación de que faltaran cosas. Decidimos que una clase de teatro fuera nuestro centro neurálgico desde el que explicábamos todos nuestros conflictos. Creo que en Playz están haciendo cosas que están muy bien para dar visibilidad a temas que en otros lados no se tratan o se tratan de una manera más filtrada por los algoritmos y las modas. Aquí hay mucho respeto por el creador y por el contenido.
En España apenas se habla de términos como binder o passing. ¿Tuviste el debate de hasta qué punto ser didáctica con estos conceptos tan importantes de la experiencia trans?
Por un lado, la audiencia joven y principal de esta serie conoce todos estos términos o muchos de ellos. Por otro lado, creo que están incrustados de una manera que el espectador entiende de una manera natural todos estos elementos. Si estás viendo una serie sobre bomberos, hay unos tecnicismos que entenderás por contexto. Aquí es igual. Hay que tratar al público como personas inteligentes, que es lo que son, sobre todo los jóvenes que tienen una manera de ver contenido mucha más avispada. Han nacido con el audiovisual en sus venas. Esa era la idea.
Queríamos dar ese toque documental que a veces aparece en la serie, porque hay una serie de momentos por el que pasan todos los chicos trans que están transitando. Son rituales muy presentes en su vida, como el momento de inyectarte las hormonas o cuando te colocas el binder. Son esos pequeños detalles que le dan esa autenticidad que tiene la serie.
En los orígenes de la serie no estaba la parte del teatro. ¿Qué os daba el trasfondo de la clase de interpretación?
Yo vivo en un ambiente muy teatral. Mi hijo hace teatro desde los cinco años. Los adolescentes que conozco vienen de ese entorno y me parecía que eran perfectos para hablar de este tema. No quería retratar un entorno hostil. Quizás en un bachillerato que no fuera escénico las reacciones al viaje de Joel serían muy distintas. Era la juventud que yo conocía y que me inspiraba. Además, el teatro y la identidad son dos elementos perfectamente conjugables y que dan mucho juego.
Los actores están constantemente creando identidades nuevas. Yo no quería hablar de la identidad en sí, sino de la construcción consciente de la identidad. Un actor hace eso: construye conscientemente un personaje. Eso me daba muchísimo juego, sobre todo ante la idea de que Joel quiere ser actor pero al mismo tiempo por primera vez puede ser él mismo. La realidad es que está interpretando un papel en la vida real que no es el suyo. Se está socializando como un chico, pero no como un chico trans. Me daba mucha libertad para jugar con el subtexto y con el juego de espejos.
¿Cómo fue la búsqueda de Ander Puig, el actor que hace de Joel?
Ander salió de un casting de 70 candidatos que vimos a través de pruebas de vídeo que hicimos en plena pandemia. Fuimos cerrando el círculo, pero la verdad es que Ander fue uno de los primeros que vimos, sino el primero. Seguimos mirando y buscando para estar seguros, pero nos quedamos con tres opciones finales que asistieron a una prueba presencial en Barcelona. Fue un proceso más largo y elaborado en el que había otros actores dándoles la réplica. Ander nos acabó de enamorar ahí. Creo que es la joya de la serie. Tiene mucha fuerza, combina esa verdad del personaje con un instinto actoral brutal y una presencia ante la cámara muy potente. Tiene una mirada que traspasa la pantalla. Estoy feliz de que él sea Joel.
Después ha llegado Élite y le han fichado. ¿Ha sido algo positivo para la visibilidad de la serie?
La verdad es que nos ha complicado un poco la promoción. Afortunadamente se hacen muchas cosas online, pero hemos tenido que renunciar a algunas cosas por problemas de agenda. Por lo demás la asociación con Élite sí ha sido positiva. Creo que en una semana pasó de 900 seguidores a 15 mil solo con el anuncio de su fichaje por la serie. Es obvio que en ese sentido sí nos ha beneficiado.
También está en la serie Emma Vilarasau como esta especie de Merlí de Ser o no ser.
Es una actriz fantástica, y la verdad es que no nos atrevíamos a decírselo. No había hecho audiovisual en diez años, ha estado muy centrada en el teatro. Yo la veía en obras aquí en Barcelona y me encantaba. Tanteamos a otras personas porque estábamos convencidos de que nos iba a decir que no, pero por suerte las otras personas dijeron que no y decidí dar el paso y llamarla. Fue una respuesta muy bonita. Lo leyó y la gran diva del teatro contestó inmediatamente diciendo que quería hacerlo y que le encantaba. Ha sido algo muy bonito porque ella también había sido profesora de interpretación con chavales jóvenes. Hicimos un repaso de todas sus intervenciones, cambiamos alguna frase con la que ella se sentía más cómoda y nos dio mucho input. Fue genial.
Hay mucha condescendencia con las generaciones jóvenes. Tú acabas de hacer Ser o no ser, pero es que también vienes de otra historia sobre adolescentes como Uno para todos. ¿Qué conclusiones sacas después de trabajar con ellos después de estos dos proyectos?
Estamos ante una generación muy avanzada en muchísimas cosas. Ya sé que hay de todo y que es probable que el entorno que yo respiro sea muy concreto. A mí me sorprende y hasta me admira lo altamente creativos que son. Lo vimos en el casting de la serie. Todos hacen muchas cosas y eso es algo que no se suele ver en las series. Era otra razón para hacer una serie en la que los personajes jóvenes tuvieran aspiraciones, metas y sueños.
La democratización de cualquier tipo de arte que ha supuesto internet ha hecho que tengamos artistas desde los cinco años prácticamente. El otro día vi a un chaval que producía música con siete años. Condescendencia cero con ellos. Creo que hay que escucharlos y observarlos. Es verdad que están muy absorbidos por muchas cosas. También es cierto. Son los peligros de esta revolución que están protagonizando. Creo que hay que acompañarlos, escucharlos y aprender de ellos.
Creo que esta serie no hace apología de nada. Si alguien lo ve así es porque ya tiene su idea preconcebida y no le interesa que le cuenten este tipo de historias.
Coral Cruz, creadora de 'Ser o no ser'.
¿Ser o no ser nace con vocación de continuidad?
Creo que todas las series tienen esa vocación de continuidad si funcionan. En este caso de momento no la hay. Yo he pensado posibles continuaciones pensadas para las tramas, pero de momento no tenemos luz verde para una segunda temporada. Yo me aseguré de que la primera tuviera un final cerrado por si acaso. Si hacemos una segunda, la idea es que Joel esté en otro momento de su transición y pueda evolucionar hacia otros lugares, pero quería que esta historia quedara bien cerrada.
Los seis episodios de la primera temporada de 'Ser o no ser' ya están disponibles de forma gratuita en RTVE Play.
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