"El contexto de globalización nos puede llevar a lo más duro y profundo, incluso si vivimos en una ciudad como Barcelona". Para Anna M. Bofarull (Tarragona, 1979), la razón fue la desinformación palpable acerca del conflicto bélico que se estaba desarrollando en Oriente Medio en 2014. "Me afectó mucho la idea de pensar que había coetáneas que estaban siendo convertidas en esclavas sexuales", relata la directora a EL ESPAÑOL | SERIES & MÁS tras el lanzamiento de Sinjar: un filme que ahonda en las vicisitudes de la comunidad yazidí en la ciudad del mismo nombre.
La historia gira en torno a tres mujeres, dos de ellas afincadas en la narrativa bélica y la tercera, que vive en Barcelona, atravesada por el dolor tras conocer que su hijo decide alistarse en el ISIS. La directora fue advertida de que el concepto que quería plasmar en era, en verdad, propio de tres películas, pero Bofarull encontró la forma de unir todas las historias. "Son mujeres que no tienen nada más que perder que la vida", explica la directora.
El largometraje está basado en hechos reales y cuenta con la presencia de Eman Eido en el reparto: una superviviente del Estado Islámico que se pone por primera vez delante de la cámara para dar voz al sufrimiento de muchas mujeres que, como ella, padecieron las consecuencias de una guerra que no deja prisioneros. "Me pareció fundamental que pudieran tener un peso importante en la película, hacerla suya, convertirlas en un altavoz directo de sus vivencias", incide Bofarull.
En 2016, la directora viajó al Kurdistán iraquí para conocer de cerca perfiles como el de Eman. "Fueron conversaciones muy densas y duras", explica en referencia a las charlas que mantuvo con las supervivientes del EI que vivían en campos de desplazados. "Fue muy generoso por su parte", insiste, pues "era una desconocida a la que contaron toda su vida".
Bofarull explica que a la comunidad yazidí -una minoría religiosa kurda que "ha padecido muchos genocidios en su historia"- le resultó "fundamental" que figuras externas a su círculo quisieran dar voz a sus vivencias. Tras varias conversaciones con los líderes, a quienes explicó el proyecto de Sinjar, el convencimiento fue total. También lo fue para Eman, que pese a que nunca se había atrevido a contar su historia en una cinta, decidió formar parte del proyecto de la catalana.
"Éramos un equipo mínimo formado íntegramente por mujeres, con una gran sensibilidad y tacto y eso la convenció", explica. Pese a que el rol de la joven en Sinjar no coincide con sus vivencias -fue secuestrada con 9 años por el Estado Islámico, vendida, acosada y no escapó hasta los 13-, su actuación se ha convertido en un ejercicio terapeútico.
La mujer, víctima directa de la guerra
Para Anna Bofarull, conocer de primera mano cómo las mujeres yazidíes han sufrido las consecuencias de la guerra en Oriente Medio fue el primer paso para la puesta en marcha de Sinjar. "Me fascinan las guerrilleras que han surgido en el contexto de Siria, Irak…", explica la catalana. Bofarull viajó por interés propio, pero de las historias que exprimió nació el largometraje.
"Las mujeres sufren directamente las consecuencias de una guerra [...] Si no se defienden ellas, no las defiende nadie"
"Las mujeres sufren directamente las consecuencias de una guerra", dice. Por ello, le resultaba singular comprobar cómo, en sociedades relativamente conservadoras, éstas comenzaban a acudir a las milicias para defenderse y para emprender un papel activo en el conflicto, algo que mayoritariamente sigue estando reservado para los perfiles masculinos. "Si no se defienden ellas, no las defiende nadie", incide Bofarull, que considera que el espacio de la guerra "se ha transformado" para que la mujer deje de ser una "víctima".
La catalana denuncia, en su entrevista con este medio, cómo ciertas vidas siguen importando más que otras cuando estalla un conflicto internacional. Bofarull resalta el "racismo institucional" actual tras el nuevo salto a la valla de Melilla que se saldó con decenas de muertos y numerosos heridos. "De repente no tiene el mismo valor ver a refugiados ucranianos rubios con los ojos azules que ver cuerpos muertos en el suelo porque tienen la piel oscura", confiesa. "La agenda política internacional es muy interesada".
Un camino a medias
Una película sobre mujeres escrita, producida y dirigida por mujeres. Cada vez son más las producciones femeninas que consiguen calar en la sociedad y en los circuitos de festivales con temáticas frescas, novedosas y poco explotadas por la cartelera. Es el caso de Sinjar, pero también de otras producciones estrenadas en los últimos meses. Pese a ello, "las películas dirigidas por mujeres son un 50% más baratas que las dirigidas por hombres", espeta Bofarull con datos recogidos por CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas).
Las directoras representan el 23% de la producción nacional. "Seguimos en minoría pese a que vamos avanzando. Donde no hemos conseguido entrar todavía es en esos grandes presupuestos". La catalana considera que la industria cinematográfica "suele ser muy conservadora": "No es hasta ahora cuando se han dado cuenta de que películas de mujeres, como es el caso de Alcarràs, pueden triunfar en la taquilla", concluye.