"Es un coñazo cuestionarse cosas, Cynthia", espeta Antonio de la Torre (Málaga, 1958) en un tono que oscila entre la preocupación y el desapego. Desengranar el presente promete restar años de vida, sobre todo al mirar la creciente curva de los precios y los capítulos históricos que se amontonan desde hace más de dos años en el imaginario colectivo. "La duda es un agobio", relata el actor a SERIES & MÁS | EL ESPAÑOL. Aunque en la incertidumbre reine la comodidad, el intérprete tiene claro dónde está su sitio.
Tras un hiato, el malagueño regresa a la gran pantalla con Entre la vida y la muerte, el debut del director chileno Giordano Gederlini que se estrena este jueves y con el que De la Torre hizo del diccionario su guion más importante. "Obviamente no tenía ni puta idea de francés", explica entre risas. Gederlini tuvo que acudir al rodaje de La línea invisible para convencer al actor de unirse a un proyecto que en un primer momento le generó "una sensación contrapuesta": "Me parecía una oportunidad de trabajar en otro idioma, pero por otro lado pensé 'a ver en qué me meto'". Cuando se percató de que el director, hijo de padre chileno, hablaba español, supo que "aunque fuese una película rodada en otra lengua" se entenderían perfectamente.
El filme, rodado en Bruselas, pone el foco en la historia de Leo Castaneda, un policía español reconvertido en conductor de metro que en una noche de servicio es testigo de un suicidio que le conectará con su pasado. El personaje principal que interpreta el actor español bebe de los recuerdos que Gederlini tiene de su propio padre, un hombre que "nunca abandonó la mirada triste que se le quedó tras irse de Chile" cuando se instauró la dictadura. En ese sentimiento bailó también el malagueño al trasladarse a la capital belga para el rodaje de la cinta. "Me cuidaban porque era el 'prota'", explica evitando que sus palabras resuenen a queja, pero "había algo que hacía que me sintiese perdido".
"Cuando tienes 54 años ves el pasado como algo necesario [...] suena decepcionante, pero empiezas a aceptar los errores"
Profundizando, relata una escena del largometraje que le recordó que, como actor, "hay que lanzarse a la aventura": "Había una secuencia en la que estoy en comisaría y hablan los policías... no sé qué cojones estaban diciendo", indica en tono jocoso. Antonio de la Torre no sólo convierte el vocabulario y la jerga coloquial en su fuerte durante la entrevista, también se atreve a hacer comedia de sus propias declaraciones. "Típica frase de libro de autoayuda, pero hay que salir de la zona de confort".
El protagonista de Entre la vida y la muerte es víctima de su pasado, un sentimiento que parece acechar a todas las generaciones, independientemente del éxito cosechado. "Cuestionarse cosas te obliga a replantearte cosas". "Tú me hacías una pregunta súper interesante, '¿qué errores cometiste?', pues un montón", explica el actor. Errar es humano, o eso dicen los expertos en la materia, pero para De la Torre, no hay lección que no pueda ser diseccionada y convertida en triunfo. "Sé que suena hasta decepcionante, pero empiezas a aceptar los errores como parte del viaje", apostilla. "Cuando tienes 54 años llega un punto en el que ves el pasado como algo necesario", incide en relación a su trayectoria.
Un presente hostil
Hablar del porvenir en una coyuntura que se estrecha como un plástico no apto para un microondas no es cómodo. Antonio de la Torre lo sabe, pero prefiere bromear alegando que "en el futuro me veo muerto". ¿En uno más reciente? "Rodando una película dirigida por una mujer". Tampoco se visualiza en una espiral laboral infinita, únicamente "haciendo lo necesario, lo que aporte calidad".
Lo que sí se atreve a analizar es el estado actual del cine español, donde destaca a Cinco Lobitos -la ópera primera de Alauda Ruiz de Azúa- y a la premiada Alcarràs de Carla Simón "como las dos mejores películas del año". Tras haber formado parte de una coproducción con Bélgica y Francia en Entre la vida y la muerte, el malagueño considera que la industria nacional tiene mucho que aprender de la gala, sobre todo a la hora de exportar relatos que plasmen las vicisitudes locales, que exploten la personalidad del país. "En Francia se hace modélicamente y en España bastante regular". De la Torre reclama, así, "una estructura para contar historias nuestras, nuestra forma de vivir".
"Cuanto más pasional es la sociedad, más fácil es que haya guerras"
Para el intérprete, la pasión no sólo es algo que determine su profesión, también a la sociedad. Cuanto más fogosas son éstas, "más fácil es que haya guerras y problemas". "Dicen que Putin inició esta guerra porque añoraba la rusia zarista", reseña. Para el actor, el frenesí está muy bien "para vivir historias de amor", pero no para afrontar "la violencia y el odio". "No pensar es un mecanismo que usa mucha gente y que es peligroso".
La guerra en Ucrania, la recesión y la inflación: un tridente de sucesos no apto para una realidad en la que la vida cada vez está más cara y menos anecdótica. "Hay bastante sectarismo y hooliganismo", espeta tajante De la Torre. "Es más cómodo vivir en la certeza, por eso la gente se hace de un partido político o de una religión", continúa. "Militar en algo te da más seguridad".
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