"Estructuras endiabladas y un elemento emocional muy fuerte". Así define Sergio G. Sánchez (Oviedo, 1973) a la que desde mañana será su primera serie en Netflix, Alma: un viaje por los recuerdos de una joven que sobrevive a un accidente de autobús, pero que pierde la memoria tras el suceso.
"Presenté tres o cuatro cosas y esta les llamó más la atención", responde a EL ESPAÑOL. "De hecho, nació como un cortometraje", añade. Guionista de El orfanato, Lo imposible y director de El secreto de Marrowbone, Sánchez es experto en historias que proponen una travesía espiritual con sus protagonistas. Para el asturiano, Alma responde a "la superación del duelo" y a "los eventos que forjan nuestra personalidad". La "búsqueda de la identidad" es el cénit de una ficción que sorprende por su complejidad y temática, además de por una apuesta de la plataforma por desviar su atención de la popularidad, la fama y el sexo desenfadado como monotema.
"Me he acostumbrado al tipo de estructuras que llamo 'muñecas rusas'", explica. Alma es un claro ejemplo de ello. Una sucesión de capas, historias y recuerdos que difuminan lo emocional con el suspense. "¿Cuántas preguntas es misterio y cuántas confusión?", se pregunta el guionista cada vez que busca dar forma a una de sus matrioskas. "Tienes que mantener un equilibrio", incide. "Una de las cosas que agradezco como espectador es que me obliguen a participar activamente, que no esté ahí sentado, sino que tenga que ir montando las piezas del puzle".
El director considera que, pese al éxito de El orfanato o Lo omposible, "el gran público todavía no me tiene ubicado". Algo que pretende cambiar con Alma: "Puede sorprender por ser un género que no tiene mucha oferta" además de "terminar de ubicar dónde está mi universo".
La ficción cuenta con tres elementos clave que brindan una bocanada de aire fresco a los contenidos originales de Netflix: es una fusión entre registros que Sánchez maneja a la perfección, las más de 30 localizaciones en las que se ha rodado la elevan a una producción mayor y la temática recuerda a obras que suelen hacerse al otro lado del Atlántico. Además, el equipo de la serie fue de los primeros que salió a rodar una vez se eliminó el confinamiento estricto en 2020. "Fue un rodaje complicado por la climatología y por no hablar de la Covid", precisa el guionista.
"Cuando escribo me tengo como referencia, me resulta complicado proyectarme en lo que le gustaría ver a otra persona"
Sergio G. Sánchez
Entre bosques verdes, paisajes bañados en niebla y montañas, la Asturias natal del director se erige como una postal que poco ha de envidiar a los parajes de otras producciones. "Me hace gracia que me hables de El Señor de los Anillos porque cuando estábamos rodando Alma Belen Atienza, una de las productoras ejecutivas de la serie, estaba en Nueva Zelanda con Bayona rodando los primeros episodios y me decía 'qué demonios hacemos en Nueva Zelanda pudiendo grabar estos paisajes en Asturias'", explica.
"Creo que nunca ha habido tanta oferta", pero el "lado negativo" de un amplio abanico es que "te da la sensación de que los contenidos nuevos salen y desaparecen en una semana", apostilla el director asturiano. La conversación sobre las nuevas propuestas audiovisuales es menor, lo que hace que su recorrido sea más corto. "Cuando una película salía se hablaba de ella durante meses". Cada espina también tiene su rosa y Sergio G. Sánchez considera que "el público es tan amplio que es mucho más probable que encuentre tu contenido".
Y una de las claves de Alma es la identificación del sello personal del director y guionista: "La empatía con los personajes". "Estuve diez años intentando vender el guion de El Orfanato a productoras y todas me decían lo mismo, que el terror y el drama eran dos géneros que no podían mezclarse", una afirmación que rechazó. "Cuanto más empatices con el personaje mejor llevas el terror", explica.
Sánchez se muestra dubitativo, pero esperanzado de que su apuesta en Netflix llegue a muchos usuarios en un mar en el que gran parte de los contenidos originales no profesan la escucha activa que reclama el director. "Hay contenido para todos, pero cuando escribo me tengo como referencia, me resulta complicado proyectarme en lo que le gustaría ver a otra persona", relata. "Eso podría llevarme al error".