2.929.416 millones de personas en España comparten en su DNI el apellido García, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). 77.030 de ellos son García García, valga la redundancia. Sin embargo, el único notorio es el que llega este viernes a HBO Max, un "soldado perfecto que empieza a cuestionar qué significa luchar por España después de ver que ésta ha cambiado".
Así lo describe su director, Eugenio Mira, que atiende a EL ESPAÑOL emocionado por el estreno de un proyecto que sorprenderá por su calidad, su historia y su denuncia, sin dejar atrás la acción y el entretenimiento. Tampoco la sátira política que inunda y polariza tanto la serie como la realidad coyuntural en el país.
La historia, basada en los cómics de Santiago García y Luis Bustos, presenta a un superagente que servía al régimen de Francisco Franco en plena dictadura, pero que en una misión es abatido por un villano nazi. Años después, despierta de su muerte criónica en el Valle de los Caídos y en una España democrática que nada tiene que ver con la que conoció.
Para Mira, lo más complicado fue "encontrar un tono que unificase tantos géneros y referencias", que van desde Indiana Jones y Luis García Berlanga, hasta el neorrealismo italiano, el cine negro o incluso el expresionismo alemán. Traducido y llevado al papel, ¡García! es una construcción "entre dos rodajas de pan, a la izquierda está James Bond y a la derecha lo cañí, nosotros estamos justo en medio".
"¿Cómo sería un agente secreto de la élite cercano a los intereses de Franco en la España de los años 60?", se pregunta el director. La respuesta se plasma en seis episodios de alto voltaje en la mejor de la ficción nacional de los últimos años.
"A la izquierda está James Bond y a la derecha está lo cañí, '¡García!' está justo en medio"
Sin picaresca salvaje
¡García! se aleja del sketch humorístico, de la risa fácil, de la torpeza de un héroe que es de todo menos un chiste a ensalzar. Pese a que Eugenio Mira afirma que su soldado es cañí, lo es en el sentido "de la denominación de origen español", pero no en su parecido a "Torrente o a la parodia".
"Si estudias la Literatura española y hablas del esperpento y de la picaresca, es algo que llevamos en el código genético", explica Mira. "Hay un ensalzamiento del cobarde", apostilla. La hemeroteca lo avala. Rara vez ha habido en España una figura que combatiera el crimen con aplomo, con un Rolex y un Rolls-Royce como vehículo predilecto. "Pese a no tener estatus, es una persona que consigue acostarse con la hija del cortesano, que llega a un sitio que no le pertenece por clase y que esquiva, con astucia, lo que legítimamente tenía que hacer", añade.
Para dar peso a sus declaraciones, Mira enumera una larga serie de ejemplos que ponen de manifiesto que, en España, los héroes son, en verdad, un poco patosos. Mortadelo y Filemón y su T.I.A., parodia de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) estadounidense, el ya mencionado Torrente, la versión grasienta y tosca de un hombre que pelea contra la ley, Superlópez, el primo andaluz de Superman o El Vecino, de los mismos autores que ¡García! y que "hace parodia de algo que ya era paródico", que es El Gran Héroe Americano.
"Mi reto era tomármelo en serio", explica.
"Llevamos la picaresca y el esperpento en el código genético [...] Hay un ensalzamiento del cobarde"
Una temática con pólvora
¡García! entra de lleno en las dos Españas: "Tienes rojos de mierda y fachas de mierda", entona irónico Mira. Pese al tono satírico que aborda en la serie, en la que los políticos y mandatarios explotan su burbuja para el beneficio propio, el director era consciente de que había que ser respetuoso con las escenas más polémicas. Algunas de ellas, relacionadas con el régimen franquista. "Tienes que hablar de lo frívolo con cuidado, porque parte de las misiones eran tan prosaicas como vigilar a los republicanos que estaban trabajando en el Valle de los Caídos".
España no ha enterrado su régimen, tampoco a su artífice -en el imaginario colectivo, sí en la tierra-. Lo demuestra la escalada política de formaciones como Vox, que cuentan con representación gubernamental y que han protagonizado escenas que el propio Mira parodia. En ¡García!, la sátira se une con la realidad. "La confrontación de la serie muestra a las dos Españas divididas y en medio está Jesucristo como árbitro colgando de una cruz".
Para el director, el Valle de los Caídos ha supuesto un enclave en el rodaje y el imaginario de la serie, pese a que finalmente no pudieron rodar en el espacio original. "Es la cruz cristiana más grande jamás construida en la historia, si viniera de repente una civilización extraterrestre iría directamente ahí", indica en tono cómico. "Tenemos una iconografía poderosísima de la dictadura", añade. Pese a que tuvo que tirar de creatividad para enarbolar la mastodóntica obra de Franco en San Lorenzo de El Escorial, a nivel semántico supuso un caldo de cultivo supremo.
El Valle de los Caídos no ha sido el único icono que ¡García! presenta en su sátira sobre la polarización y glamurización del pasado. De forma accidental, rodaron una escena en la Plaza de Colón que transporta al espectador a las recientes manifestaciones que la ultraderecha española ha convocado en el cuadrilátero presidido por la obra de Jaume Plensa y la bandera de España. El ying y el yang. "Parece que hemos invocado alguna cosa", ríe. La idea inicial era rodar en la Puerta del Sol, pero "la brujería" quiso cambiar el escenario. "Cuando pensé en Colón fue antes del famoso evento, imagínate qué pánico produce, porque ahora cobra un sentido distinto".
"Si hay chavales de 24 años con la esvástica tatuada en el pecho cantando 'Cara al Sol' es porque no han vivido esa época"
La realidad supera a la ficción
Argentina 1985, de Santiago Mitre, aborda el Juicio a las Juntas Militares y cómo dos fiscales sentaron en el banquillo a los cabecillas militares de la dictadura del Río de la Plata. En la Transición española, sin embargo, "hubo un pacto de optimismo, de tirar para adelante", afirma el director. No hubo juicio, no se castigó nada. Como consecuencia de enterrar para olvidar, "estamos en un momento en el que las costuras se están deshaciendo y los puentes que se tendieron quieren quemarse".
Mira considera que una de las fortalezas de ¡García! es evitar que la nostalgia del pasado sea el vehículo del presente. Dispara el mensaje a aquellas voces que insisten en que 'con Franco se vivía mejor'. "Si hay chavales de 24 años con la esvástica tatuada en el pecho cantando Cara al Sol es porque no lo han vivido", argumenta.
"Una de las cosas más bonitas de la serie es confrontarlos con un personaje de esa época" que cuestiona, no sólo su identidad, también "qué significa ser español". Al fin y al cabo, si el propio García es capaz de poner en duda las ideas que articularon su existencia, ¿qué puede impedir al resto hacerlo? "Espero que su desencanto sea el que tenga algún día la gente que está idealizando un pasado que no fue tan maravilloso como ellos recuerdan, porque ahí no podemos volver", concluye.