Está cómodo entre preguntas pese a que al inicio de la entrevista pide silencio. Un challenge de TikTok invade la sala con un silbido que parece molestarle. Segundos después se acomoda. Presentar a José Sacristán (Madrid, 1937) no tiene sentido. Es una de las figuras más notorias de la filmografía española y de sus escenarios. Goya de Honor en 2022, afirma que todavía no ha pensado en dejarlo. A sus 85 años, aboga por "seguir trabajando mientras tenga lucidez".
El actor atiende a EL ESPAÑOL en la presentación de 13 exorcismos, cinta en la que da vida a su particular versión del Padre Damien Karras de El exorcista y en la que se plasman las últimas posesiones demoníacas registradas en España. Alejado de las cruces y del agua bendita, Sacristán muestra su visión de la vida, la política o la guerra.
Pregunta.- ¿Qué le llevó a querer interpretar un cura exorcista?
Respuesta.- Nunca había hecho una película de género inspirada en hechos reales, donde se cuenta, entre otras cosas, la manera que algunos tienen de interpretar la religiosidad y las consecuencias que eso lleva consigo. Me pareció un reto interesante. Además, una propuesta de Bambú para mí siempre tiene una garantía de seguridad, de formalidad y de seriedad, porque confío plenamente en ellos. El debut de Jacobo Martínez como director me apetecía muchísimo.
P.- La película narra los últimos casos de exorcismo documentados en España, ¿se lo cree? ¿Se considera un hombre religioso?
R.- Yo no creo en Dios, ni en el demonio. Yo creo que esta criatura, como dice la última diagnosis, tenía trastornos psiquiátricos. Que la interpretación de los hechos lleve a algunos a considerar que las posesiones demoníacas existen no pasa por mi capacidad de comprensión.
P.- ¿Le tiene miedo a algo?
R.- Procuro no cabalgar a lomos del miedo, pero es que, joder, lo que está pasando no es muy divertido. Trato siempre de aplicar la lucidez del perdedor. Te vas a morir rodeado de hijos de puta, de ladrones, de chorizos, de necios, pero hay que librar la batalla de la vida cada día, si es posible, con una sonrisa. Hay más gente que merece la pena que cabrones, hay que apelar a eso. Sí tengo miedo, pero no quiero que me paralice, ni que me neutralice, ni que me impida sentirme vivo.
"Vas a morir rodeado de hijos de puta, de chorizos y de necios, pero hay que librar la batalla de la vida"
P.- ¿Vive el cine español uno de sus mejores momentos?
R.- Es temerario aplicar eso de mejores o peores, yo he creído siempre en el coraje y en las ganas de contar historias de los cineastas desde que empecé. La palabra crisis siempre ha estado relacionada con nuestro negocio, pero ha habido, y sigue habiendo, gente con mucho talento. Este año en particular hay unos ejemplos magníficos.
P.- Pero, ¿considera que faltaba espacio para nuevas voces en la taquilla, sobre todo relacionadas con la mirada femenina?
R.- Qué duda cabe. Ayer vi el programa de Imprescindibles dedicado a Pilar Miró. Todavía colea esta época, pero ya son otros tiempos. La demostración del talento de las cineastas españolas es verdaderamente emocionante. El ejemplo no puede ser más apabullante.
Sacristán no duda en responder con contundencia sobre cualquier tópico, del que demuestra estar completamente informado. Se moja con la crisis en Ucrania, con el auge de la ultraderecha en Europa y con lo que él denomina como "esperpento político" en referencia a la crisis de gobierno en Reino Unido. El intérprete, a diferencia de las corrientes tuiteras y tertulianas, identifica situaciones en las que todavía no tiene una opinión firme.
P.- ¿Qué opina de la ley Trans que tanta división está generando en el debate político, social y entre el propio feminismo?
R.- Tengo dudas. Conozco a gente en una posición y en la otra. No he conseguido encontrar ese punto de equilibrio como para poder dar o no la razón a uno u otro. Creo que es un problema que se ha de debatir, pero no sé decir las razones por las cuales se está produciendo el conflicto.
"Los políticos no son marcianos, nos representan. Los italianos han decidido que Salvini y Berlusconi vuelvan"
P.- ¿Está la política actual desconectada de la calle?
R.- No, no. Los políticos, como los fontaneros, los periodistas, los actores, forman parte de esta sociedad. Ahora ha ganado la Meloni en Italia y en Inglaterra está ocurriendo un esperpento político indigno de un país donde ha nacido William Shakespeare, entre otros. Si eso pasara en España habría que ponerle música de Federico Chueca para hacer una zarzuela en condiciones. En Suecia está ganando la extrema derecha, con Putin y la OTAN por otro lado. En fin. Los políticos no son marcianos, nos representan. Los italianos han decidido que Salvini, que Berlusconi, vuelvan a ser hombres de política. El pueblo italiano, no jodamos. Vamos a revisar esto. Somos nosotros. Hay una novela de David Trueba que se llama Queridos niños, y que yo recomiendo, que habla de la responsabilidad de la sociedad civil a la hora de elegir o no a unos políticos.
P.- ¿Por qué tropieza, entonces, la sociedad sobre la misma piedra?
R.- Una falta por parte de la izquierda a atender lo que verdaderamente importa. Un despiste de la izquierda. Vox es la tercera fuerza política en este país, no jodamos. Creo que sí, que ha habido un descuido, un cierto mesianismo en un momento determinado.
P.- ¿Y le asusta que Vox pueda ser el futuro Meloni de la política española?
R.- Pero cómo no me va a asustar, me pone los pelos de punta, me aterra. Confío en que no, aunque ya están gobernando en Castilla y León.
"Hay falta de entrenamiento en la precariedad, lo que se avecina no es divertido para los jóvenes"
P.- El otro día Arturo Pérez-Reverte hizo alusión a que las nuevas generaciones eran un poco lloronas, que su realidad no era tan complicada como ellos quieren hacer ver. "Los jóvenes no están preparados para el iceberg del Titanic", dijo.
R.- No exactamente. Algo de razón tiene Arturo, porque hemos crecido en un tiempo en el que era normal que abrieras el grifo y no saliera agua. El que está acostumbrado, no sólo a que salga agua, sino a que salga caliente, ahora se encuentra en una situación en la que vuelve a no salir agua. Ese desconcierto, ese despiste, esa falta de capacidad de reacción era lo que señalaba Pérez-Reverte. Efectivamente, el que emigraba a Alemania iba con una maleta atada con un hilo, ahora se va con un ordenador, con un móvil… Hay una falta de entrenamiento en la precariedad y lo que se avecina no es muy divertido para los jóvenes, pero yo confío en la capacidad de reacción, porque es un problema de supervivencia independientemente de la edad que se tenga.
P.- ¿Se arrepiente de algo?
R.- Arrepentirme no. Hay cosas en las que he metido la pata o he hecho el imbécil, pero reclamo el derecho a equivocarme. Arrepentirme sería miserable por mi parte. Ha habido cosas que he hecho mal, qué duda cabe, tonterías que procuro no repetir o incluso atropellos que he podido cometer, pero en lo que a mi trabajo se refiere amo por igual todas y cada una de mis películas y todos y cada uno de mis trabajos en televisión y en teatro.
P.- ¿Ha pensado en dejarlo?
R.- No, de momento no. Afortunadamente llevo 70 años y ahí sigo. Dentro de nada comienzo la tercera temporada de Señora de rojo sobre fondo gris en el Bellas Artes de Madrid.
P.- 70 años de carrera que bien valen un Goya de Honor.
R.- Es un reconocimiento. Estoy muy agradecido y muy feliz, porque además soy uno de los padres de la criatura, de la Academia. Fui uno de los diez primeros que la puso en marcha y trabajamos como cabrones.
P.- ¿Se lo esperaba?
R.- Hombre, yo pensaba que sí, no sería de extrañar que estos compañeros me dieran ese monigote.
P.- ¿Tiene alguna espina clavada?
R.- No. Seguir trabajando mientras tenga lucidez. Afortunadamente puedo elegirlo. Y escuchar música, ver películas con mis hijos, con mi mujer, con mis nietos y mis amigos. Y con los periodistas.