Elsa Zylberstein (Francia, 1968) visita Madrid cuando ésta presenta su cara más festiva. En la habitación en la que atiende a las preguntas, cruza la mirada con las luces, ahora apagadas, que visten la concurrida Plaza de España. La actriz francesa, sin embargo, no presta demasiada atención a todo lo que acontece fuera. Su entusiasmo e ímpetu se fijan en el proyecto que presenta y al que ha dedicado una parte de sí misma.
"Quería que las generaciones más jóvenes la conocieran porque es todo un ejemplo de mujer comprometida, moderna y única", explica en referencia a la interpretación de Simone Veil que lleva a cabo en Simone, la mujer del siglo (dirigida por Oliver Dahan). Una biografía visual para una figura que cruza las fronteras del mito político y social. "A lo largo de su vida siente aversión por la injusticia y eso estructura su personalidad y crea en ella un sentimiento de culpa", explica la intérprete francesa.
Veil fue ministra de Sanidad en el mandato de Valéry Giscard d’Estaing, un conservador con un ímpetu reformista y con un respeto clamoroso por los valores constitucionales europeos. Con la cartera sanitaria en su mano en 1975, Veil aprobó la despenalización del aborto en la ley que llevaría su apellido, acabando así con las prácticas clandestinas que ponían en peligro la vida de miles de mujeres en Francia. En un año en el que Annie Ernaux ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura por relatos como el de El acontecimiento, donde narra de forma cruda las peripecias de su aborto ilegal, la figura de Simone Veil entra en escena.
Para interpretarla con una precisión de reloj suizo, Zylberstein estuvo horas estudiando sus gestos, sus frases y sus movimientos. "Fue toda una transformación. No podíamos conformarnos con unos pendientes y un moño. Engordé ocho kilos", explica. La actriz que articula la vida de Veil habló con muchos de sus familiares y compañeros políticos para que el retrato de la política fuese exacto, pero libre. "Llevo diez años pensando en una película sobre Simone Veil y ha sido un camino muy largo", precisa. La intérprete vende mejor que nadie un proyecto en el que no sólo actúa, sino que también produce.
Simone, la mujer del siglo vertebra el perfil de alguien que no se deja vencer por las circunstancias. El honor de cambiar la condición de los otros será su motor incansable. Como superviviente del Holocausto, Veil estará marcada por la resiliencia, el dolor y la muerte. La vivencia en primera persona de una de las grandes tragedias sociales del siglo pasado hará que nunca "deje de luchar por los seres débiles para devolverles cierta dignidad", articula Zylberstein."En su opinión, todos merecen ser tratados con humanidad, incluso los presos", apostilla. Con el sufrimiento instalado en su forma de entender la vida, Veil intentaría cambiar la de aquellos que, como ella en su momento, perdieron su voz como herramienta de lucha.
"Tras la experiencia en los campos, Simone tiene algo que se le ha roto por dentro", indica. "La batalla que libró fue reconstruirse partiendo de cenizas". Ese camino la llevó a convertirse en una importante figura de la política francesa, más allá de la Ley Veil, por haberse convertido en la primera mujer en presidir el Parlamento Europeo (1979-1982).
Tras la II Guerra Mundial, y pese a su experiencia en los campos de concentración nazi por su condición de judía, Veil comprende que, para recuperar Europa, reconciliarse con Alemania es esencial. "Esa es su fuerza y su inteligencia", dice Zylberstein. "Sabe muy bien que no todos los alemanes son nazis y, para ella, Europa es paz", explica.
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Retorno a la caverna
En su conversación con EL ESPAÑOL, Zylberstein habla, con un claro enfado en su expresión facial, sobre la involución política de los derechos de la mujer y el auge de los totalitarismos en el mundo. Menciona la derogación del Roe vs. Wade que protegía el derecho al aborto en Estados Unidos y se sorprende de que las libertades sexuales estén cada vez más penalizadas. También denuncia que muchos jóvenes de su país ni siquiera saben quién es Simone Veil y nunca han leído a Ernaux.
"El cine tiene que ser político", condena la intérprete, claramente emocionada por la repercusión que la cinta ha tenido en Francia y, sobre todo, en el mundo escolar, donde muchos jóvenes están conociendo por primera vez a una figura que forma parte de su historia.
Pese a la convicción de los valores políticos que terminó implementando, Veil sufrió una oposición férrea por su condición de mujer. "También duda, sobre todo cuando es ministra, porque se da cuenta de que su poder es limitado", explica Zylberstein. En la película de Dahan hay varias escenas que no distan de algunas que suceden en la actualidad. Mujeres siendo atacadas en los órganos gubernamentales por haber planteado la creación de una ley que incomoda a cierto sector político y social.
"Simone Veil vivió un feminismo esencial. ¿Por qué no iba a tener derecho a ser abogada o magistrada?", relata la intérprete. Para Elsa Zylberstein, el feminismo de Veil va más allá de la aprobación de la Ley del Aborto. "Es obvio que la veamos como una feminista, pero hay mil maneras de serlo. Fue una mujer muy adelantada a su tiempo", relata.
En su empatía por la dignidad, Veil llegó a responder en una ocasión que no se consideraba feminista. Una consideración que, en la actualidad, condena a cualquiera al ostracismo social de Twitter. "Me gustó que ella respondiera 'no'en un primer momento, aunque terminó diciendo que por la fuerza de las circunstancias lo era", explica. Para Zylberstein, no resulta tan llamativo que se la etiquete o no como feminista por ese temprano alegato, sino porque luchó por la independencia de otras como ella. "Era menos una cuestión de feminismo que de supervivencia", concluye la actriz.