Con cuatro meses de retraso, los Emmy no defraudaron. Estos galardones han vuelto a erigirse como los premios más importantes de la televisión. A pesar de que la cita era en septiembre y que los imprevistos de la industria la demoraron, este 15 de enero llegaron con todo el arsenal propio de este espectáculo tan estadounidense. Coincidían con los 'caucus' de Iowa, donde barría Donald Trump, y coronaban a tres producciones que ya han ido cosechando victorias a lo largo de los últimos meses: Succession, The Bear y Bronca. 

La gala se llevó a cabo en el teatro Peacock de Los Ángeles, en California, y el conductor era el cómico y guionista Anthony Anderson. Los Emmy celebraban la edición número 75, y aprovechaban para homenajear a series clásicas como Cheers, Anatomía de Grey o Ally McBeal. Hubo nostalgia, pero también reivindicación y sorpresas. 

Una de ellas fue, por ejemplo, que el presentador estuvo acertado. Después de que en los Globos de Oro se criticara la poca fortuna de los discursos y, en general, la falta de anécdotas, en los Emmy se recopilaron unos cuantos instantes interesantes. Anderson avisó desde el principio de la necesidad de dinamismo.

"Esta noche damos 27 premios. Eso significa 27 discursos de aceptación. Os pido que sean cortitos... Solemos poner música para cortarlos, que la gente suele ignorar. Este año tenemos algo que no se puede ignorar: a mi madre", explicó delante de, efectivamente, su madre. Ella cogió el guante y replicó: "Oye que quiero ir a la fiesta de después". "Pero no me grites a mí, grítales a ellos", respondía Anderson.

Además, el cómico pronunció una alabanza sobre la pequeña pantalla. "La televisión ha dado forma al mundo y, lo que es más importante, me ha dado forma a mí", dijo el presentador al entrar en el escenario, decorado como 'El barrio de Mister Anderson', una recreación de El barrio de Mister Rogers. Acompañado por un coro de Compton, interpretó varios temas de sus series favoritas, como Good Times, Facts of Life y Miami Vice. Momento musical para el que también contó con la ayuda en el escenario de Travis Barker, de Blink 182, a la batería.

Sin sorpresas entre los premiados

Y empezó el desfile de premios. Mejores intérpretes femeninos y masculinos, mejores series dramáticas o de comedia, mejores guiones... Succession partía como favorita y no defraudó. Pero también resaltó The Bear, que inauguró los galardones. Sumó seis premios por su primera temporada (ya se ha emitido la segunda, pero estos son los galardones del año pasado) en la categoría de comedia. Bronca fue la otra triunfadora, cerrando una ceremonia con pocas sorpresas. 

También se llevó a sus tres intérpretes, dos por mejor dirección y guion de capítulos y el premio gordo a mejor comedia. Ayo Edibiri y Ebon Moss Bachrach ganaron como mejor actriz y actor de reparto en comedia, mientras que Jeremy Allen White lo recogió como actor principal gracias a su papel del cocinero Carmy Berzatto: "Estoy orgulloso, lleno de agradecimiento por estar frente a vosotros. Adoro esta serie. Me ha llenado, me ha dado una pasión. Os quiero chicos, al fabuloso casting y fabuloso equipo. Gracias, papá, gracias a los que habéis estado cerca de mí este año, gracias, gracias, gracias", expresó.

El momento cumbre de los protagonistas de la serie fue cuando, con una gran parte del equipo de la serie en el escenario, Ebon Moss-Bachrach se dio un largo y profundo beso en los labios con su coprotagonista, Matty Matheson. Este interpreta a Neil Fak en la serie y le interrumpió cuando subieron a recoger el premio de Mejor Comedia. "Te amo", exhaló nada más separarse de su compañero de reparto. 

Matheson tomó aire tras esa muestra de cariño y, con entusiasmo, enlazó un conmovedor discurso agradeciendo a los dueños de restaurantes, empleados de la industria y al resto de implicados en el funcionamiento de estos lugares que tanto le gustan. Reconoció el arduo trabajo de estos empleados y terminó con unas palabras para su esposa e hijos.