Cuando pensamos en las mejores películas de la historia del cine, cuesta elegir solo un título, e incluso formar una lista seleccionando solo algunos. Sin embargo, a la hora de pensar en las historias más románticas de la gran pantalla, muchos espectadores podrían llegar a coincidir en algún que otro largometraje como, por ejemplo, Breve encuentro, que sin duda es uno de los mejores dramas románticos de todos los tiempos.

Dirigida por David Lean, la adaptación de la novela de Noël Coward cuenta la historia de Laura (Celia Johnson), un ama de casa de clase media que está casada con un hombre aburrido pero amable llamado Fred (Cyril Raymond). Un día, de camino a casa después de pasar la mañana en la gran ciudad, Laura sufre un pequeño percance que le lleva a conocer a Alec (Trevor Howard), un hombre que también está casado y con hijos.

Este encuentro seguirá repitiéndose las siguientes semanas y lo que comenzó siendo una inocente amistad acabará desembocando en otra cosa. Ambos se darán cuenta de que están enamorados el uno del otro, pero este incipiente romance tiene fecha de caducidad, y los dos tendrán que acabar volviendo con sus respectivas familias.

Estrenada en el año 1945, Breve encuentro sigue siendo una obra maestra del cine casi ochenta años después y una de las mejores películas británicas de todo los tiempos. Además, habiéndose estrenado unos meses después de que terminase la Segunda Guerra Mundial, gran parte del público conectó con ella de una manera incluso más profunda si cabe.

A diferencia de Casablanca, que se estrenó tres años antes y es una película menos conservadora, los protagonistas de Breve encuentro están sujetos a un férreo código moral y a los convencionalismos de la época, por lo que siempre sienten la necesidad de cumplir con sus responsabilidades.

No obstante, los temas que se abordan en esta última siguen siendo universales y atemporales, y muchos espectadores podemos conectar con las emociones y los dilemas que sufren los protagonistas, incluso aunque no compartamos el mismo espacio-tiempo que ellos. 

Es un deleite ver cómo Laura y Alec hacen todo lo posible por reprimir sus sentimientos, mientras el lenguaje se vuelve cada vez más melodramático y la banda sonora acompaña a todo lo demás. Todo en la película funciona a la perfección y hay que reconocer que llegara en un momento como aquel, por su propuesta narrativa arriesgada y algo atrevida para la época.

Sin duda alguna, su director David Lean logró conquistar a la audiencia y sigue haciéndolo décadas después, convirtiéndonos en testigos del efímero romance de dos personajes cuyos momentos juntos están más que contados. Además, su secuencia final es tan potente como inolvidable.