Llevamos semanas leyendo y escuchando que los sondeos realizados en Estados Unidos proyectan que el margen entre Kamala Harris y Donald Trump es prácticamente inexistente. De hecho, en el pequeño pueblo de Dixville Notch, en New Hampshire, se anunciaron los primeros resultados de las elecciones estadounidenses: un empate, con tres votos para cada candidato.
Estas son, sin lugar a dudas, las elecciones presidenciales más ajustadas en años. Según su sistema, los electores no votan directamente al presidente, sino a los delegados que forma lo que se llama el Colegio Electoral, un organismo encargado de elegir después al nuevo presidente de Estados Unidos por mayoría absoluta.
La gran peculiaridad es que al candidato más votado en cada estado se le otorgan todos los votos electorales (compromisarios) correspondientes al estado en cuestión, aunque solo supere a su rival por un voto.
Los 538 delegados del Colegio Electoral están repartidos entre los 50 Estados de forma proporcional, en función de la población de cada uno de ellos y que son la suma de sus congresistas y senadores. Para ganar la Presidencia, un candidato necesita una mayoría absoluta de, al menos, 270 votos electorales, la mitad más uno, y este año, está sobre la mesa la posibilidad de que las proyecciones den como resultado un empate a 269.
¿Qué pasaría entonces?
El empate en 'Veep'
Hace unos años, Veep, la premiada sátira política de HBO, planteó esta situación en el episodio Election Night de la temporada 4.
En esta brillante media hora de televisión, después de una noche electoral tensa y confusa, se revela que Selina Meyer (interpretada por Julia Louis-Dreyfus) y su rival Bill O’Brien han empatado en el Colegio Electoral, con ambos candidatos obteniendo 269 votos.
Esto desencadena el procedimiento constitucional por el cual la Cámara de Representantes deberá decidir quién es el futuro presidente. Y como esta institución está conformada por miembros de los dos partidos políticos enfrentados, surgen alianzas y manipulaciones políticas en las que unos ofrecen a otros algo a cambio para obtener el apoyo necesario de los estados y congresistas clave para asegurar su presidencia.
Veep usa este empate como una oportunidad para mostrar las debilidades inherentes del sistema electoral estadounidense, pero sobre todo, para satirizar la disfunción y las tácticas sucias de la política, mostrando cómo los intereses personales y la incompetencia pueden influir en una situación de este calibre.
El proceso a seguir según la constitución
En caso de un empate en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el proceso se define por la 12.ª Enmienda de la Constitución y la Ley de Conteo Electoral. Un empate ocurriría si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría de los votos del Colegio Electoral, que actualmente es de 270 de los 538 votos.
El procedimiento sería el siguiente:
1. La Cámara de Representantes decide el presidente. Sin embargo, el voto no se hace de manera individual por cada representante. En lugar de eso, cada estado emite un único voto basado en la decisión de la mayoría de sus representantes. Esto significa que los estados con delegaciones pequeñas tienen el mismo poder de voto que los más grandes. Se necesita una mayoría de 26 votos estatales para ganar.
2. Simultáneamente, el Senado elige al vicepresidente, y cada senador tiene un voto individual. La mayoría requerida aquí es de 51 votos.
3. Si la Cámara no logra decidir el presidente antes del Día de la Inauguración (el 20 de enero), el vicepresidente electo asumirá temporalmente la presidencia hasta que se resuelva la elección.
4. Si tampoco se ha llegado a un acuerdo sobre quién será el vicepresidente, esto derivaría en un escenario en el que el presidente de la Cámara de Representantes podría asumir como presidente interino.
¿Ha ocurrido alguna vez?
Este procedimiento histórico se ha utilizado solo una vez en 1800, un momento crucial en la historia política estadounidense que recordarán los fans de Hamilton: cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr, ambos del Partido Demócrata-Republicano, terminaron con un número igual de votos electorales: 73.
Esto llevó a una serie de votaciones en la Cámara de Representantes, que se prolongaron durante varias semanas debido a la falta de consenso. Finalmente, Jefferson fue elegido como presidente tras 36 votaciones, una situación que destacó las tensiones políticas y la necesidad de una reforma electoral, lo que resultó en la 12.ª Enmienda, que clarificó el proceso de votación en el Colegio Electoral.
El caso de 1824
En 1824, se produjo un segundo caso de conflicto electoral. Ninguno de los cuatro candidatos (John Quincy Adams, Andrew Jackson, William H. Crawford y Henry Clay) obtuvo la mayoría de los votos electorales.
Andrew Jackson recibió más votos populares y electorales, pero no logró el umbral necesario para la victoria. Como resultado, la decisión pasó a la Cámara de Representantes, donde John Quincy Adams fue elegido presidente, a pesar de que Jackson había recibido más votos tanto en la votación popular como en la del Colegio Electoral.
Este resultado generó acusaciones de acuerdo corrupto entre Adams y Clay, lo que influyó en la política estadounidense durante años posteriores y provocó una mayor polarización política.
Estos eventos subrayan la complejidad y las imperfecciones del sistema electoral estadounidense, especialmente en lo que respecta al Colegio Electoral. La posibilidad de que una elección se decida en la Cámara de Representantes plantea cuestiones sobre la representación y la equidad en el proceso democrático, hecho en el que se fijó Veep para hacer su sátira.