Año 1978. Un artículo de los periodistas Kai Hermann y Horst Rieck para la revista Stern causa conmoción en la sociedad alemana al revelar la escalofriante historia real de Christiane Vera Felscherinow y su experiencia con la heroína y la prostitución cuando todavía era una niña. La publicación de las memorias y la adaptación de su historia al cine en 1981 convirtió a Christiane F. (el nombre con el que se presentó al mundo una joven berlinesa que había encontrado en las drogas la salida a un tóxico ambiente familiar) el máximo exponente de todo aquello que la sociedad de la época había querido ignorar. 40 años del estreno de la película inspirada en su vida, Los niños de la estación del zoo recupera la impactante historia en una miniserie de ocho episodios que ya está disponible en España a través de Amazon Prime Video.
Constantin Television y Amazon Studios se han asociado para producir una reinterpretación moderna de una devastadora moraleja que llegó a todos los rincones del mundo antes de que historias como Trainspotting, Euphoria y Skins normalizaran el retrato descarnado de los más jóvenes. Después de que la película de Uli Edel se centrara en la experiencia personal de Christiane F., la mesa de guionistas liderada por Annette Hess ha abierto las miras del relato.
La vida familiar de la protagonista (una problemática que la propia Christiane echó de menos en la versión cinematográfica de su historia) y los problemas de los amigos que comparten su descenso a los infiernos ganan peso en una producción que se ha visto obligada a incluir un anuncio al principio de cada episodio avisando de que los eventos relacionados con el resto de personajes que está a punto de ver son ficción o han sido ficcionados para la miniserie. La versión actualizada de
Los niños de la estación del Zoo sigue a seis adolescentes que aspiran a ser libres y felices, dejando atrás a sus familias, profesores y todo aquel que no les entienda. A pesar de su temprana edad, este grupo de marginados sociales se dejan llevar en las locas noches berlinesas donde los límites y las reglas son palabras que no parecen estar en el diccionario. SERIES & MÁS ha hablando con su creadora y productora, Sophie von Uslar, del complejo proceso de recuperar una historia que causó shock en su país. Con ella repasamos los mandamientos de la nueva serie de Prime Video.
1. Sobrevivir a un clásico
“Leí el libro años después de que se publicara. Cuando salió en 1978, yo estaba particularmente sensibilizada con ese tema por culpa de un amigo. Tenía la sensación de que ya sabía de qué iba a hablar por cosas que había visto en mi entorno. El libro causó una conmoción en Alemania. Nadie sabía que la heroína era un problema tan grande que estaba afectando a gente tan joven que incluso llegaba a prostituirse para acceder a la droga”.
A pesar de que von Uslar acabó acercándose al testimonio confesional de Christiane, nunca llegó a ver una de las primeras películas alemanas en ser un éxito de sus fronteras. “Cuando decidí unirme al proyecto me reafirmé en mi idea de no ver la película antes de haber terminado nuestro propio proceso creativo. Me puse la película hace unos meses y creo que es brillante. Es una interpretación de esa época con un estilo muy documental. Fue muy importante para esa generación de alemanes”. La creadora y productora insiste en que la perspectiva de la nueva versión de Los niños de la estación del Zoo se aleja del clásico de Uli Edel. En la serie queríamos contarlo desde nuestro punto de vista y a través del filtro de esta época. Nuestras herramientas narrativas y estéticas son muy diferentes”.
2. Abrir la mirada
En la presentación de su segundo y último libro en 2013, Christiane F. lamentó que la película de su vida había ignorado el contexto social y familiar de su historia. La nueva producción tuvo claro desde el principio que su versión debía ampliarla mirada. “Queríamos mirar en las dinámicas que hay siempre envueltas en el consumo de drogas. ¿Cuál es la dinámica entre el grupo de amigos? ¿Cómo es la relación con los padres? Queríamos tener una perspectiva múltiple de la historia”, explica una productora con veinte años de experiencia en el audiovisual de su país. “Queríamos mantener la ambientación en el pasado, pero no desde un punto de vista documental. Buscábamos acercarla a nuestros tiempos para que las jóvenes generaciones pudieran conectar más fácilmente con la historia”.
Para Sophie la problemática de las drogas y lo que pueden hacer cuando eres una persona joven sigue siendo tan relevante ahora como entonces. “Nos pusimos en contacto con los dos periodistas que habían escrito la historia de Christiane”. Kai Hermann y Horst Rieck habían publicado una serie de entrevistas en una popular revista antes de publicar las memorias de la joven. “Hablamos con ellos para ver qué les parecía si revisábamos su material. Nos dieron las grabaciones originales. No solo trabajamos con el libro, sino con 50 o 60 horas de conversación con Christiane y algunos de sus amigos”.
Sophie se puso en contacto con Annette Hess, la guionista de Weissensee con la que quería trabajar desde hace tiempo. “Para ella en su juventud el libro había sido muy importante y siempre había querido hacer algo con esta historia. Era una oportunidad de aumentar la escala de la historia. No tenías que reducirla para que entrara en una película de 90 minutos. Quería hacer una narración más cercana a una novela”.
3. Tener la aprobación de la protagonista de la historia
“Christiane era consciente de la existencia del proyecto, pero tomó una decisión muy consciente de no aparecer públicamente desde 2013. Entonces publicó su segundo libro y se retiró indefinidamente de la vida pública”. Esa es la razón por la que la protagonista real no participa en la campaña promocional de la serie. “Hemos estado en contacto y sabe lo que hemos hecho”, confiesa la productora antes de aclarar que Christiane “no está envuelta activamente en el proceso creativo, a pesar de saber en todo momento lo que íbamos haciendo”.
4. Establecer límites en lo que se muestra y lo que no
“Hace unos años produje un par de películas sobre la prostitución infantil que estaban basadas en una investigación muy extensa. Entonces ya debatimos en profundidad cómo narrar en imágenes esa historia. No queríamos caer en una mirada voyeurística ni filmar escenas que alguien pudiera cortar y subirla a páginas pornográficas en internet”, recuerda la productora sobre el debate de lo que se debe enseñar en una escabrosa y gráfica historia que afectó a menores de edad. “Desde el principio tomamos la decisión de que no queríamos que el elemento del shock estuviese por encima de lo demás. Queríamos ponernos a la altura de los adolescentes y contar la historia desde su punto de vista. Por eso al principio usamos una iluminación muy brillante y colorida. Con ellos vamos viviendo esa degradación, cuando las drogas empiezan a hacer efecto”.
Para Sophie la clave es marcar el límite entre lo que quieres enseñar y lo que quieres dejar a la imaginación del espectador. “Es una duda que está siempre ahí: cuando estás planificando, cuando ensayas con los jóvenes actores y cuando estás editando la serie”. Tras meditarlo con sus socios, llegaron a una pauta básica que transmitieron al director de los ocho episodios, Philipp Kadelbach, responsable de miniseries como Hijos del Tercer Reich o El perfume: “Ruédalo de forma que después puedas editarlo”.
5. Conseguir los derechos de la música de David Bowie
El legendario David Bowie está muy presente en Los niños de la estación del Zoo. Su música aparece en casi todos los episodios, un episodio lleva su apellido e incluso llega a parecer interpretado, tanto en ensoñaciones como en una aparición real durante un concierto en Berlín, por el actor Alexander Scheer. “Conseguir su música fue un proceso que llevó su tiempo, pero no fue difícil convencer al Patrimonio de Bowie para que nos cedieran las canciones”, admite la productora. “Muy al principio del proyecto nos pusimos en contacto con ellos. Nuestro supervisor musical fue hasta Nueva York para contarles lo que queríamos hacer. Fueron muy abiertos, leyeron los guiones y fue una colaboración muy fluida.
Los más puristas se extrañarán al descubrir que la música del responsable de Heroes (canción que ya se convirtió en emblema de la película de 1981, en la que el propio Bowie aparecía en un concierto) convive en la miniserie con música de diferentes décadas y estilos. “Desde que empezamos a preparar los guiones estaba claro que la música iba a ser una parte muy importante de la película. Decidimos crear un universo musical que abarcara varias décadas y que tuviera un efecto de mash-up”, explica von Uslar sobre la omnipresente selección musical del proyecto. “Después fue un proceso muy largo, concretar y saber qué clase de canciones quieres usar. Algunas las tienes que comprar, tienes que producir canciones nuevas, grabar la banda sonora instrumental… Queríamos mezclar un estilo electrónico con un sonido más analógico, pero que resultar orgánico y no simplemente una elección ecléctica”.
6. Retratar la vida nocturna de forma realista
Cada vez que vemos en una serie o película en la que los personajes están bailando en una discoteca lo que en realidad el espectador no sabe es que esas escenas se graban sin música para poder registrar bien los diálogos de los personajes. En Los niños de la estación del zoo los jóvenes protagonistas se pasan las noches en el club Sound. “Generalmente cuando grabas una secuencia de ese tipo pones la música unos segundos para que los actores se hagan a la idea y después quitas el sonido para grabar los diálogos. Estuvimos siete días grabando con 350 extras. Nos dimos cuenta de que si querías mantener la energía, no podías hacerlo con la música”.
La producción contrató a un DJ que pinchaba la música adecuada para que la figuración estuviese completamente arriba. “En el proceso de postproducción tuvimos que cambiar toda la música”, admite la alemana. “Tener esa especie de sonido techno-dark fue una decisión muy tardía. Las imágenes que teníamos eran muy claras y coloridas, y decidimos contrastarlo con la música”.
7. Encontrar a la Christiane de la generación Z
Encontrar los actores adecuados era fundamental para sacar adelante la ambiciosa miniserie. Los directores del casting convocaron a una legión de jóvenes actores. En la primera ronda del casting no hicieron pruebas específicas para ningún personaje. “Solo queríamos capturar la energía que desprendían”. Después de conocerlos, empezaron a pensar en dónde encajaba cada uno. La protagonista de la serie llegó muy tarde en el proceso. “Teníamos una actriz joven que pensábamos que podía ser nuestra Christiane, pero algo fallaba. Le faltaba algo para llegar a lo que esperábamos del personaje”. La productora prefiere no nombrar a la actriz que estuvo a punto de seguir los pasos de Natja Brunckhorst, la protagonista de la película de 1981.
Jana McKinnon, una joven actriz de nacionalidad austriaco-australiana con quince créditos de cine, cortometrajes y televisión en su historial, llegó al proyecto de rebote. Los directores de casting estaban viendo a otra chica cuando la actriz apareció, de fondo, ante ellos. “Llamó de repente nuestra atención. Nos preguntamos automáticamente quién era esa chica”. La invitamos al casting un viernes, le mandamos varias separatas para que grabara su audición el sábado y el lunes le comunicamos que era la elegida”.
A Sophie le cuesta explicar con palabras qué vio para saber que Jana era la Christiane que estaban buscando. “Creo que es una actriz joven e increíble, muy intuitiva pero de una forma que no le impide tener una aproximación técnica a la interpretación. Tiene mucho talento. Cuando rueda es muy consciente de su cuerpo, su cara y sus movimientos… Hay algo que me hacía pensar en las cintas que escuchamos de Christiane. Las dos tienen algo muy carismático, pero también a veces tiene momentos en los que no se muestra nada empática. Creo que el personaje necesitaba eso”.
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