Aaron Sorkin le ha cogido el gusto a la dirección. Un año después de llegar a los Oscar con El juicio de los 7 de Chicago, el guionista más influyente del Hollywood contemporáneo se vuelve a poner detrás de las cámaras con Being the Ricardos, una película que se convirtió injustamente en la piñata de Twitter en Estados Unidos después del fichaje de Nicole Kidman y Javier Bardem para devolver a la vida a dos iconos como Lucille Ball y Desi Arnaz. Sin embargo, si algo deja claro la propuesta estrella de Amazon Prime Video para los próximos Oscar es que si hay algún problema con este viaje a las entrañas de una sitcom legendaria, Te quiero, Lucy, no viene de su espectacular reparto.
En su país de origen, Lucille Ball fue un icono y una figura pionera del humor en televisión. Para el público medio internacional, la actriz es conocida por ser la protagonista del primer homenaje de Bruja Escarlata y Visión a la historia de la sitcom y, sobre todo, por la escena de Pretty Woman en la que Richard Gere observa detenidamente cómo Julia Roberts se ríe a carcajadas viendo una vieja serie de televisión. La secuencia en cuestión, la accidentada visita de Lucy a un viñedo, aparece en Being the Ricardos a pesar de que la película está ambientada años antes de la emisión de ese mítico episodio de una comedia que afectó hasta al horario de apertura de los comercios con sus audiencias cercanas a los 60 millones de espectador por episodio.
Un detalle aparentemente insignificante como la inclusión de este guiño subraya la devoción de Sorkin por un mito que escondía en su biografía dos capítulos que estuvieron a punto de acabar con su carrera y con la serie más popular de los años 50. En pleno auge del macartismo en Estados Unidos, Ball se vio envuelta en la polémica después de ser acusada de haber pertenecido en su juventud al Partido Comunista. Las malas noticias nunca vienen solas: la actriz empieza a sospechar de su marido, su compañero vital delante y detrás de las cámaras, después de la publicación en un tabloide de un supuesto romance de Desi Arnaz con una desconocida.
Con Being the Ricardos, Sorkin vuelve a incidir en los temas que le han convertido en uno de los narradores más reverenciados y odiados de su generación. Ball se une a la larga lista de personajes del guionista que se aferran a sus principios para plantar cara a fuerzas más poderosas que él. La actriz sigue los pasos del abogado de Algunos hombres buenos, el presidente Bartlett de El ala oeste de la Casa Blanca, el periodista que Estados Unidos puede volver a ser un gran país en The Newsroom, Atticus Finch la nueva versión en Broadway de Matar a un ruiseñor o los rebeldes activistas que están dispuestos a ir a la cárcel en El juicio de los 7 de Chicago.
El idealismo, las eternas conversaciones mientras sus personajes pasean por un decorado (en esta ocasión, de forma literal) y el sentimentalismo son partes del ADN de Being the Ricardos. Se puede acusar a Sorkin de muchas cosas, pero no de no ser un autor con un discurso y un estilo claramente diferenciados. Por primera vez en su carrera como director, el narrador va más allá de su devoción por la palabra (y el montaje en sus incursiones detrás de las cámaras) y se permite crear por primera vez hallazgos visuales como esas visiones en blanco y negro que explican cómo funciona la mente creativa de Ball a la hora de idear los sketches de Te quiero, Lucy.
El mayor obstáculo de Being the Ricardos viene, curiosamente, de cierta indefinición en su guion. Se echa de menos un enfoque claro en el punto de vista de un autor que no parece tener demasiado claro qué es lo que quiere contar. La película aspira a retratar la resiliencia de una mujer que no quiere traicionar sus principios, la crisis de un matrimonio que es seguido semanalmente por millones de personas y una mirada a un fascinante proceso creativo en vías de extinción en la televisión actual. La estructura de la historia (una reconstrucción, día a día, de una semana clave en la vida de la pareja protagonista con algunos flashbacks que explican cómo empezó todo) y los siempre afilados diálogos de Sorkin hacen que las dos horas pasen en un suspiro, pero cuando llegas al final del viaje la sensación que deja la producción de Amazon es agridulce.
Si hay dos elementos intachables en esta dramedia inspirada en hechos reales son las interpretaciones de una extraordinaria pareja protagonista. El fichaje de Nicole Kidman fue cuestionado por su nulo parecido físico con Ball. El cuidado trabajo vocal de la australiana y su precisión a la hora de separar el personaje (Lucy) de la persona (Lucille) nos recuerdan que protagonizar un biopic no es lo mismo que hacer una imitación en Tu cara me suena. Precisamente el intento de acercar innecesariamente a la actriz al personaje está a punto de perjudicar en varios momentos a la película. El talento de Kidman recupera y celebra el espíritu de la pionera humorista mucho mejor que cualquier prótesis.
Al lado de la actriz, Javier Bardem hace gala de su arrollador carisma con un personaje, Desi Arnaz, que en el fondo tiene rasgos en común con el empresario que el español interpreta en El buen patrón. 20 años después de su primera nominación al Oscar con Antes que anochezca, otro personaje cubano nos vuelve a recordar que es uno de los actores más superlativos y versátiles en activo. Con Kidman y Bardem al frente del reparto, merece la pena seguir a los Ricardo allá donde vayan.
'Being the Ricardos' ya está disponible en Amazon Prime Video.
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