Para Juno Temple (Londres, 1989) el cine es el negocio familiar. La primera vez que se puso delante de una cámara tenía todavía nueve años: fue en el rodaje de Pandaemonium, una película dirigida por su propio padre, Julien Temple. “Recuerdo el shock de rodar con un oso de verdad”, confiesa la actriz en una pausa del rodaje de la segunda temporada de Ted Lasso. “Fue una experiencia en familia y mi papel era muy pequeño. Nada que ver con lo que hace Ryder Allen en Palmer”, explica la actriz a SERIES Y MÁS en referencia al reciente estreno en Apple TV+ de la nueva película de Justin Timberlake, un drama sobre la relación entre un ex convicto que estaba destinado a comerse el mundo hasta que una lesión acabó con su carrera deportiva y un peculiar niño de siete años, abandonado por su madre e incomprendido en su pequeño pueblo por hacer cosas que, en teoría, son propias de una niña.
En 2006, seis años después de su atípico estreno como actriz, esta mujer menuda y risueña que habla a la velocidad de la luz volvió a ponerse delante de las cámaras para interpretar a la hija de Cate Blanchett en Diarios de un escándalo. Nunca más volvería a alejarse de ellas durante demasiado tiempo. En su currículo aparecen más de 50 créditos en cine y televisión, algunos de ellos a las órdenes de maestros como Martin Scorsese (en Vynil, la serie de HBO), Christopher Nolan (El caballero oscuro: la leyenda renace), Steven Soderbergh (Perturbada), Joe Wright (Expiación) o Woody Allen (Wonder Wheel). Fue precisamente ésta última la que acabó provocando que Timberlake, una de las pocas estrellas musicales que han sido capaces de saltar al cine de forma convincente, se acordara de ella para aparecer en la película responsable de que Apple TV+ haya tenido el mejor fin de semana en los dieciséis meses que han pasado desde su estreno.
Tras años siendo una de las actrices más respetadas y trabajadoras de la escena independiente en Estados Unidos e Inglaterra, Temple parece estar disfrutando de una nueva experiencia profesional como actriz en otra esfera del negocio: las plataformas de streaming. Hablamos con ella de la importancia de reflejar en el cine debates que están en la calle, del lugar feliz en el que se ha convertido Ted Lasso y de su experiencia rodando en España, donde vivió un momento inolvidable que, promete, jamás olvidará.
En primer lugar, felicitaciones por esas nominaciones a los Globo de Oro y los premios del Sindicato de Actores por Ted Lasso. ¿Cómo te enteraste de las noticias?
¿Sabes lo mejor? Nos pilló rodando. Acabamos de empezar el rodaje de la segunda temporada de la serie. Coincidió que ese día estábamos trabajando casi todo el reparto. Fue un momento muy bonito. Nos voló la cabeza. Que se acuerden de ti es inspirador, sobre todo por Jason. Él es el jefe de la manada, pero siempre se preocupa por todos los compañeros y quiere que seamos un equipo. Estamos muy felices de que hayan destacado a la familia de Ted Lasso y en particular a Jason Sudeikis, que es el que nos une a todos.
Hablemos de Palmer. ¿Qué te gustó del guión que te hizo querer hacer la película?
Me emocionó mucho la historia. Era una historia muy bonita sobre dos personas muy distintas en momentos muy diferentes de su vida que se ayudan mutuamente a ver lo bueno que hay en ellos. Me mandaron el guion por Justin y me conmovió este niño tan seguro de sí mismo. Tiene una forma increíble de enfrentarse a su día a día, a la persona que es. Pensé que era una experiencia en la que podría aprender cosas. Era interesante ver cómo su madre, una mujer que no está emocionalmente preparada y que tiene sus propios problemas, era incapaz de ver lo extraordinario que es su hijo.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Ryder Allen, protagonista de la película con tan solo seis años?
Es curioso porque el primer día de rodaje nos tocó hacer la última escena de la película, en la que me siento a hablar con Sam y tenemos una conversación muy complicada. Era una escena increíble porque parecía que mi hijo en la película era el adulto y yo la niña de la relación. Ryder es solo un niño, pero ya es una persona extraordinaria. Tiene una curiosidad y naturalidad preciosas, casi inquisitivas. Se comportaba como el niño que es, pero también tenía un instinto y una sabiduría propia de alguien mayor. Todo funcionó de forma muy orgánica. Acabábamos de conocernos y teníamos que hacer una de las escenas más importantes de la película a toda pastilla.
Shelly es una mujer complicada. ¿Es importante no juzgar a los personajes que tienes que interpretar?
Siempre. Creo que una de las cosas más importantes como actor es tener empatía por todos los personajes que te toque interpretar. Es la mejor forma posible de meterte en sus zapatos y convertirte en ese personaje. Olvidarte de cualquier juicio. Shelly está pasando por muchas cosas. Es una adicta que tuvo un hijo demasiado pronto y tiene una relación muy particular con él: desde que apareció en su vida le trata como a un igual, no como a un hijo. No sabe cómo comportarse como una adulta, no tiene las herramientas para hacer de madre.
Hay un poderoso mensaje de aceptación en la película sobre Sam. Tiene 7 años, pero parece identificarse como no conforme con su género. ¿Cómo te sientes al respecto?
Me siento muy, muy orgullosa de formar parte de una película que saca a la luz una realidad que está ahí fuera. Creo de verdad que hoy en día los prejuicios siguen siendo terribles. Cuanto más hablemos de estos temas, será más difícil que se juzgue a la gente por las cosas que estén atravesando. Deberíamos escuchar más para ser capaces de entender lo que están pasando los demás. Hay que aprender a escuchar, ayudar y apreciar a los que tenemos al lado. Es lo mejor que podemos hacer en estos momentos. El mensaje de Palmer es importante: hay que aceptar a las personas por ser exactamente quienes son.
Es tu segunda película con Justin. No todos los cantantes que intentan convertirse en actores lo consiguen. ¿Por qué crees que ha podido hacer esa transición?
Cuando trabajamos juntos por primera vez en Wonder Wheel me lo pasé en grande porque es muy divertido, te lo pasas muy bien. Le gusta mucho jugar mientras trabajas. Cuando te da la réplica hace cosas muy sorprendentes y hace que tú misma tengas reacciones y tomes decisiones que no esperabas. En la interpretación la actuación está ligada íntimamente a la reacción. No se entiende la una sin la otra. Él se lo toma muy en serio y convierte esas escenas en algo imprevisible y emocionante. Por eso tenía tantas ganas de volver a coincidir con él en Palmer.
Una vez fui a verle en un concierto, entre la primera y segunda vez que trabajamos juntos, y me acerqué al backstage a saludarle con una amiga. Sin darme cuenta volví a presentarme, “hey, soy June”. Se echó a reír, no sabía que estaba haciendo… (ríe). Pero claro, es una versión completamente distinta de la misma persona. La creatividad le sale por los poros. En Palmer hace una interpretación muy auténtica y descarnada. La escena en la que estamos en mi tráiler porque él viene a ofrecerme dinero creó un momento genial. Cuando estábamos grabando mi punto de vista, él decidió empezar a llorar a pesar de que a él no se le iba a ver. Mi reacción, que no estaba en el guion, es lo que quedó finalmente en la película.
Fisher Stevens es famoso por sus documentales [The Cove, sobre la caza de delfines en Japón, ganó el Oscar en 2010]. Palmer es una película, pero se siente la intención de hacer algo auténtico.
Fisher trabajó mano a mano con todo el equipo (la dirección de arte, el diseño de vestuario, el maquillaje…) para cuidar hasta el último detalle y retratar el entorno de estos personajes. El tráiler en el que viven Shelly y Sam se convirtió también en nuestra sala de estar, así que estábamos como en casa. El director de fotografía también tenía una forma de trabajar muy cercana al documental que hacía que te olvidaras de que había cámaras en la habitación. Se rodó de forma muy íntima, en espacios muy pequeños y fue genial tener una especie de cámara secreta que se encargara de capturas esas reacciones y emociones que no verbalizan los personajes. Fisher buscaba retratar la historia de forma muy real.
En 2013 ganaste el premio de interpretación del Festival de Sitges por Magic Magic. El año pasado tu padre ganó el segundo premio de San Sebastián con un documental sobre Shane McGowan. España parece traerle suerte a los Temple. ¿Cómo fue rodar en Tarifa en 2019 la miniserie Little Birds?
Había estado varias veces en España, pero nunca tanto tiempo. Fue una experiencia muy interesante porque la producción hizo pasar Tarifa por el Marruecos de los años 50 gracias a la arquitectura de origen árabe. El viento en Tarifa era increíble. Nos contaron que la gente a veces se vuelve loco por su culpa. Recuerdo que había días que ibas andando con todo ese viento y era como entrar en él. Es lo más parecido que he hecho en mi vida a volar. Era muy curioso. Me encantaron sus atardeceres, era como viajar atrás en el tiempo de verdad. Creo que jamás seré capaz de olvidar uno de esos días mágicos: estaba rodando en España, en un edificio casi en ruinas de otro tiempo y viendo África desde el otro lado de la costa. Me quitó la respiración. Ni antes ni después he vuelto a tener otra experiencia así. Era como estar en dos sitios a la vez.
Todo el mundo adora Ted Lasso. La serie se ha convertido en el lugar más feliz de la televisión. ¿Te sorprendió la reacción de los fans?
Fue muy disfrutable grabar la primera temporada de la serie. Interpretar a Keeley es una gozada, es un personaje muy juguetón. Cuando te lo pasas tan bien y tienes tanto aprecio a la gente con la que vas a trabajar, se crea una sensación de bienestar, de comodidad, que al final parece que sois una familia. La verdad es que no me sorprende que se haya convertido en un lugar feliz para tanta gente, porque los que la hicimos nos sentimos realmente realices haciéndola. Es muy agradable formar parte de algo que ha visto gente. Es una sensación increíble: he pasado muchos años haciendo películas que luego la gente no veía.
Lo mejor de la serie, creo, es que los guiones y los actores tenéis claro que hay una diferencia entre ser optimista y ser ingenuo.
Son personajes muy humanos. Creo que es la razón por la que funciona. Si fueran más dulces, resultaría empalagosa. Si fuera muy cortante, no te haría reír. Encaja mucho con esa actitud que nos pasa en la vida cuando nos enfrentamos a cosas difíciles: intentamos hacerlas de menos o enfrentarnos a ella de forma que podamos superar ese problema, o te quedas atascada. Ted Lasso es un gran ejemplo de enfrentarse a la vida como viene, no intentar adelantarse a las cosas y hacer que lo que aparece en tu camino encaje con quien eres.
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