“Ganar a Pixar es casi imposible”. Tomm Moore sabe que el próximo 25 de abril Wolfwalkers tiene las de perder contra Soul. Sería la cuarta vez que una película de Cartoon Saloon, un pequeño estudio de animación creado en Irlanda en 1999, pierda la estatuilla contra una película de Disney. En los veinte años que la Academia de Hollywood lleva reconociendo el cine de animación, Pixar ha salido victoriosa en diez ocasiones. “A veces sientes que solo estás rellenando la categoría para que Pixar pueda ganar un Oscar”, lamenta, medio en serio, medio en broma, el fundador del estudio y codirector de esta fábula ecologista junto a Ross Stewart. Con el apoyo de Apple TV+ esperan que, esta vez, al menos haya partido.
Han pasado más de 21 años desde que Moore fundara junto a Nora Twomey y Paul Young una empresa que nació como “una reacción a las historias que se estaban contando en ese momento”. Cartoon Saloon nació con la aspiración de hacer películas desde un punto de vista auténtico y con un marcado acento irlandés. Sus referentes más inmediatos eran estudios como Aardman en Inglaterra o Studio Ghibli en Japón. “Se inspiran en su propia cultura, pero hacen historias universales para todos los públicos. Esa autenticidad es a lo que aspiramos nosotros”, explica un animador que a sus 44 años ya se ha convertido en un referente de la animación mundial”.
Cuando empezaron a pensar en el proyecto que acabaría transformándose en Wolfwalkers, volvieron a mirar a su país. “Queríamos tener un toque de magia y folclore desde un punto de vista irlandés. Había una historia local, los lobos de Ossory, que hablaba de personas que habían sido paganas y se negaban a convertirse. La leyenda decía que estaban condenados a convertirse en lobos cuando se quedaban dormidos”, cuenta Stewart, que debuta en la dirección con estas película después de haber trabajado en el departamento de arte de El secreto del libro de Kells, La canción del mar o El alucinante mundo de Norman. “Queríamos mostrar el mito del hombre lobo desde una perspectiva distinta. Esto también nos servía para hablar de la polarización del mundo y empatía, de la guerra entre naciones y razas a las que se dice que no deben tener una buena relación entre ellos”.
Wolfwalkers empieza en 1650, una época donde la magia y la superstición reinan a sus anchas y los lobos están considerados como criaturas del demonio que deben ser erradicadas. Robyn, la heroína de este canto a la naturaleza y la armonía entre seres humanos y animales, es la hija de un cazador que viaja hasta Irlanda para cazar un grupo de lobeznos. Su encuentro con una niña muy particular hará que se acabe transformando en aquello que su propio padre quiere destruir.
“Al principio la idea era que Robyn fuera un niño, pero preparando la historia nos dimos cuenta de que podía ser más interesante que la historia creara una conexión entre dos amigas”, confiesa Moore. “Narrativamente nos encajaba que fuera un chico, pero al colocar dos niñas en el centro de la historia nos llevaba a hablar de cosas que no nos planteamos al principio”.
El salvaje éxito en todo el planeta de Frozen, una historia que gira alrededor de la historia del nexo emocional entre dos hermanas, quizás fue clave a la hora de convencer a Cartoon Saloon de que el gran público había cambiado. Ese referente no fue, sin embargo, la decisión para seguir ese camino. “Buscábamos reflejar cómo la empatía podía afectar el viaje de un personaje, no queríamos hacer una película específicamente sobre dos mujeres jóvenes”.
Kilkenny, una pequeña ciudad irlandesa de 26 mil habitantes, es la sede de Cartoon Saloon desde hace más de veinte años. También fue allí donde se conocieron Stewart y Moore, compañeros y amigos desde la escuela primaria. Los directores son conscientes de que, temáticamente, sus películas tienen más lecturas que otras producciones dirigidas, mayoritariamente, a los más pequeños de la casa. “Creo que la película no cae demasiado en el sermón”, ríe Moore, “aunque creo que es algo válido siempre y cuando sea una historia que empodere a los niños a llegar a sus propias conclusiones, a ver las cosas desde un punto de vista diferente o cuestionar las cosas que les han dicho”. Sus responsables confían en que “el mensaje esté enterrado en el texto, nadie quiere escuchar ‘este es el mensaje, esto es lo que tienes que hacer’ en una película”.
Las ambiciones narrativas de los directores tuvieron ramificaciones que iban más allá de la historia. “Queríamos contar el mundo desde el punto de vista de los lobos”, explica Moore. “Tuvimos que investigar para descubrir la paleta de colores que ven los lobos y poder representar eso visualmente. Descubrimos que algunos de sus sentidos estaban más desarrollados, como el olfato y el oído”. Los directores pensaron que el formato tridimensional era la mejor forma de representar los distintivos rasgos de los lobos.
Había un problema: Cartoon Saloon es una compañía de animación tradicional que hace las películas a mano y en dos dimensiones. Tuvieron que pedir ayuda. La mezcla del clásico estilo de la compañía y su decisión de recurrir a la animación por ordenador para en esta historia se saldó con reacciones entusiasmas. Según Peter DeBruge, crítico estrella de Variety, “su deslumbrante diseño visual hace que El secreto de Kells parezca prehistórica en comparación”.
A pesar de sus orígenes humildes, las cuatro películas del estudio han llegado a los premios de la Academia. “Al principio nosotros nos sentíamos afortunados tan solo con estar ahí. Ser finalistas ya era el premio. Las nominaciones nos ayudaron a colocarnos en el mapa, desde luego”, confiesa un cineasta que, sin embargo, ya tiene ganas de coger un trozo más grande del pastel.
“Al menos esta vez parece que esta vez plantaremos cara. Apple TV+ está trabajando duro y gastando dinero para que la gente vea la película. Mis amigos de Los Ángeles me mandan fotos con todos los anuncios que hay por la calle”. Por primera vez, Moore siente que, por primera vez, son “aspirantes de verdad y no simples invitados” de una fiesta ajena. En los premios Annie, los Oscar de la animación, Soul ganó 7 premios, por 5 de su rival. La primera se llevó el premio a mejor película y la cinta irlandesa el de mejor dirección.
Wolfwalkers es la primera película de Cartoon Saloon que es distribuida internacionalmente por una gran empresa. Apple TV+ se hizo con los derechos para estrenar la película en todo el mundo poco después de haber la producción de la cuarta empresa de la compañía. “Ellos se iban a encargar de la distribución y la campaña de márketing, pero no hubo que sacrificar nuestra independencia”, aclara el irlandés. “Nos dieron carta blanca para hacer lo quisiéramos la película. Cuando firmaron el acuerdo de colaboración, los creativos estaban ultimando los últimos detalles de la historia y los personajes”.
My Father’s Dragon, la siguiente película de la compañía, será una producción compartida con Netflix desde el nacimiento del proyecto. “Ahora el estudio ha crecido y está en otro momento”, reconoce el fundador. “El equipo es totalmente internacional y las historias que estamos desarrollando actualmente no tienen que estar ambientadas necesariamente en Irlanda. Estamos buscando ampliar ese horizonte”. En ese futuro puede aparecer también una estatuilla dorada, Pixar mediante. “Nos sentimos como Rocky Balboa, pero si el final es el de Rocky II, mejor”, zanja Tomm Moore.
'Wolfwalkers' está disponible en Apple TV+.
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