• Esta crítica de la serie 'La costa de los mosquitos' de Apple TV+ se ha elaborado después de ver su primera temporada completa y no contiene spoilers.
En 1981, Paul Theroux publicó La costa de los mosquitos. A lo largo de casi 400 páginas, el escritor creaba una fábula envenenada sobre un padre de familia e inventor autodidacta, brillante y egocéntrico que huía de Estados Unidos al ver cómo su país se convertía en un paraíso del consumismo y la mediocridad. Cuarenta años después del lanzamiento de su novela más famosa, su sobrino Justin Theroux (The Leftovers) ejerce como productor ejecutivo y protagonista de una serie de televisión que se inspira muy libremente en los personajes y las ideas de un clásico que ya fue llevada al cine en 1986. Durante años, la adaptación de Peter Weir (El show de Truman) fue conocida en Hollywood como la única película de Harrison Ford que no había dado beneficios en toda su carrera.
Quizás ese extraño fracaso de una de las mayores estrellas de todos los tiempos explica por qué la nueva versión de La costa de los mosquitos ha decidido fijarse más en referentes modernos (es difícil no imaginarse a un ejecutivo de Apple TV+ anhelando tener entre manos su propio Ozark, el thriller familiar que tantas alegrías ha dado a Netflix en forma de premios y espectadores) que en la irregular, pero magnética historia de un genio con complejo de Dios que decide llevarse a su familia a Honduras para crear una utopía que le permita alcanzar el éxito que le ha esquivado en su país.
La pregunta es inevitable. Si el equipo de guionistas coordinado por Neil Cross (creador de Luther) y Tom Bissell (autor del libro que inspiró The Disaster Artist y guionista forjado en la industria del videojuego) iba a ignorar la mayoría de temas y referencias al clásico de culto (más allá de un guiño a su invento que permite crear hielo a partir del fuego y las críticas al nuevo rumbo de América, los parecidos son circunstanciales), ¿tiene sentido realmente hacerse con los derechos de una obra que ni es tan popular ni tuvo éxito en su anterior adaptación con una estrella y un director más famosos que Justin Theroux y Rupert Wyatt?
La primera temporada de la versión de Apple de La costa de los mosquitos funciona como un prólogo alternativo a la historia ya conocida. En esta ocasión, el patriarca (un personaje antipático y egocéntrico que se adelantó a la ola de antihéroes que provocó la televisión de prestigio a raíz del éxito de Los Soprano) se convierte en un inventor e idealista radical que se embarca con su familia en una peligrosa aventura a través de México para huir del gobierno de Estados Unidos. ¿De qué? Después de los episodios que forman la primera entrega de la serie, seguimos sin saberlo a ciencia cierta.
Dosificar información es una estrategia necesaria y útil para entablar una relación de curiosidad e intriga con la audiencia y los propios personajes. Desgraciadamente, La costa de los mosquitos acaba provocando más frustración que interés real. Diferentes personajes preguntan una y otra vez por qué huye el matrimonio liderado por Allie y Margot. Ni siquiera los hijos, en los que aquellos confían en más de una ocasión para sacarles de sus problemas, tienen acceso a unas motivaciones que se antojan claves para la historia de huida de una familia que decide jugarse la vida en la frontera de México y ponerse en manos de un peligroso cártel antes que enfrentarse a un pasado que les ha obligado a cambiar de identidades nueve veces en los últimos seis años. La primera temporada prefiere jugar al misterio y tensar la cuerda.
Hay una buena serie escondida en esta adaptación de Cross y Bissell, pero los árboles (una trama de thriller que recuerda demasiado a Breaking Bad y sus sucedáneos) nos impiden ver el bosque (la historia de una familia harta de vivir a la sombra de los delirios de grandeza de un patriarca que puede que no sea tan especial como él cree). Los primeros compases de la serie apuntan a las dudas de una adolescente que quiere librarse de las decisiones casi dictatoriales de su padre y encontrar su propio en la vida. La rebelde adolescente llega a verbalizar una gran pregunta en el primer episodio: “¿si papá es tan inteligente como cree, ¿por qué siempre hemos sido tan pobres?”.
Es una idea sugerente (y explorada ya en Un lugar en ninguna parte, una extraordinaria película de Sidney Lumet disponible en Filmin sobre una familia que huye de las autoridades sin pararse a pensar qué necesitan y quieren sus hijos, ya casi adultos) que acaba desapareciendo hasta los últimos episodios de la temporada, cuando es la propia matriarca la que empieza a plantearse las decisiones de su familia. En el camino la serie se pierde en travesías por el desierto, literales y metafóricas, más propias de un efectivo thriller que ya hemos visto antes.
Las interpretaciones del cuarteto protagonista (con Theroux y la joven Logan Polish a la cabeza), la dirección de fotografía que exprime la desolación y el peligro en México y la mirada detrás de la cámara que instaura Rupert Wyatt (El origen del planeta de los simios) son dignas de una serie más interesante y juguetona que la que nos encontramos en la primera temporada de La costa de los mosquitos.
La nueva apuesta de Apple TV+ tiene mimbres suficientes para encontrar su personalidad (precisamente Ozark también tuvo una primera entrega inconsistente e impersonal). Sin embargo, si la historia va a continuar con una segunda temporada, La costa de los mosquitos debería priorizar el desarrollo de sus protagonistas y los sugerentes temas de la novela de Theroux a los vicios de otras series -mejores, al menos por el momento- que llegaron antes que ella.
Los dos primeros episodios de 'La costa de los mosquitos' ya están disponibles en Apple TV+.
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