Las brujas prometieron a Macbeth que alcanzaría el poder absoluto y sería invencible. Es fácil imaginar una seducción similar en las oficinas de Apple TV+ cuando A24, la productora de moda en el cine de autor en Estados Unidos, ofreció a la compañía hacerse con los derechos en exclusiva de una lujosa adaptación de la obra maestra de William Shakespeare. Entre Denzel Washington (el primer Macbeth negro del cine), Frances McDormand (en su primera película desde Nomadland) y Joel Coen (con su primer proyecto sin su hermano, de baja voluntaria en su carrera en el cine), los máximos responsables de uno de los grandes eventos culturales del 2022 suman 10 estatuillas y 31 nominaciones a los Oscar.
El intérprete de Malcolm X y Training Day ya ha sido nominado por los Globos de Oro, los Critics Choice y el Sindicato de Actores por su arrolladora interpretación como ese general dispuesto a todo por convertirse en el rey de Escocia. Si la Academia le incluye en el quinteto de aspirantes al Oscar al mejor actor, tal y como apuntan todas las apuestas, Denzel Washington pasará a ser realeza de Holllywood. Con nueve candidaturas como actor (también tiene una como productor por Fences), se uniría a leyendas como Paul Newman, Al Pacino y Spencer Tracy. Por delante solo le quedaría por igualar las 10 menciones de Laurence Olivier y las 12 de Jack Nicholson.
Habían pasado muchos años desde que el actor y el director coincidieron en un evento de Hollywood en el que ambos mostraron su interés en trabajar juntos. "Es algo que siempre se quedó en mi cabeza", explica el autor de Fargo y No es país para viejos. "Fran iba a interpretar a Lady Macbeth, así que sabía que necesitaba a un actor muy potente que pudiera igualar su fortaleza en la pantalla. Eso es lo que me llevó a pensar otra vez en él. Denzel es capaz de crear una conexión empática con la audiencia, incluso cuando está haciendo de un gánster".
Washington no es ajeno a la obra de Shakespeare. En el cine protagonizó Mucho ruido y pocas nueces a las órdenes de Kenneth Branagh. En los escenarios ha aparecido en Othello, Julio César y Coriolano. Curiosamente, Macbeth nunca se había cruzado en su camino. Ni como actor, ni como lector o espectador. De eso y otros temas más habló el heredero de Sidney Poitier, para el que también tuvo palabras, en su conversación con SERIES & MÁS sobre el desafío de interpretar a un icónico personaje que inmortalizaron antes que él actores como Laurence Oliver, Ian McKellen, Orson Welles y Toshiro Mifune.
Eres uno de los actores más importantes de la industria y puedes escoger los proyectos y personajes que haces. ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de este Macbeth?
Joel Coen, William Shakespeare, Francis McDormand. No importa nada más cuando escuchas esas palabras: Shakespeare, Joel y Frances. Esas son todas las razones que necesitaba. Era una oportunidad que no podía dejar pasar.
Esta es tu primera película con él. ¿Fue muy específico en los pequeños detalles o te dejó mucho margen de maniobra?
Me dejó bastante solo. Me dejó a mi aire. Alguien dijo que el 80% del trabajo de dirección de actores es el proceso de casting. No sé de dónde viene ese cliché. Supongo que Joel sintió que tenía a la persona adecuada y me dio mucho espacio. No recuerdo que hiciera muchas observaciones. Tal vez eso sea una buena prueba de lo sutil que es con sus actores, porque no recuerdo ningún detalle que destaque en mi memoria. Es un director tranquilo que crea un entorno en el que estás dispuesto a correr riesgos. Aprendí mucho en esta película, incluso más allá de la interpretación. Poder seguir a Joel y observar cómo trabaja fue una clase magistral de cine. El nivel de concentración y preparación que trae fue un espectáculo digno de ver. Se tomó su tiempo con todas las fases de la producción para estar a altura del desafío.
Antes de pisar el rodaje, estuviste trabajando durante un año con Frances. ¿Cómo fue esa preparación previa?
Un año antes de juntarnos con el resto del reparto, empezamos a hacer lecturas de la obra juntos, explorando el matrimonio de los Macbeth y profundizando en su relación privada, sus estados mentales cambiantes y probando diferentes ritmos. Nos sentábamos alrededor de una mesa y trabajábamos el material, alternándolo con otros proyectos que los dos teníamos en ese momento. Frances es una bestia y yo también lo soy, así que encajábamos a la perfección. No diría que se creó una batalla entre nosotros porque, tal y como lo veía Joel, era más como un concierto. Éramos dos fuerzas que se juntaban. Fran es brillante, obviamente, y muy apasionada con lo que hace. Fue divertido ver cómo Joel y Fran se preocupan solo por el trabajo. No les interesan las tonterías
Has contado que no conocías la obra. Es curioso, teniendo en cuenta que has trabajado en muchas adaptaciones de Shakespeare.
Es verdad, pero no fue a propósito. Dio la casualidad de que nunca la había leído o visto representada cuando me ofrecieron la película, aunque he visto la mayoría de las obras de Shakespeare. La primera vez que hice una de sus obras fue en la universidad, cuando tenía 21 años. Hicimos Othello y entonces no entendía nada de Shakespeare, pero creo que la verdad es que fue bueno que estuviera tan verde. Mi relación con su obra ha sido un interesante viaje de 40 años.
Has interpretado a Shakespeare en muchas ocasiones, especialmente en el teatro. ¿Cómo cambia el desafío cuando estás haciendo una adaptación cinematográfica?
Como no tenía la práctica diaria que tienes cuando haces una obra de teatro, hacía los diálogos y los soliloquios una y otra vez dondequiera que estuviera. Les pedía que me dejaran practicar 20 veces cada uno antes del desayuno o mientras hacía ejercicio. Necesitaba prepararme cada día. Poder hacer múltiples tomas es muy ventajoso a la hora de dar forma a tu interpretación. En el teatro puedes hacer cambios y probar cosas porque interpretas la función una y otra vez, pero solo puedes hacerlo al día siguiente. Aquí dices "oh, entiendo lo que quieres decir, está bien, intentémoslo así, volvamos a hacer eso". En ese sentido es una ventaja cuando estás trabajando en una película.
Kenneth Branagh, con el que trabajaste en una versión de Mucho ruido y pocas nueces ha dicho que cuando adaptas a Shakespeare lo mejor es evitar caer en lo reverencial. ¿Iba también Joel en esta dirección?
Una de las cosas que hicieron Joel y Frances en los ensayos fue sentarnos a todo el elenco alrededor de una mesa gigante para leer juntos el guion. Todos nos quedamos expuestos por sorpresa al darnos cuenta de que ya teníamos que empezar a actuar. Ya sabes, los actores son como focas entrenadas. Con esa sugerencia dejaron claro que todos éramos iguales en este proyecto. Todos comenzamos en el mismo lugar y eso realmente nos ayudó a convertirnos, más que en un equipo, en una compañía.
Esta adaptación es un mezcla muy interesante entre cine y teatro. Por momentos parece que estamos en un escenario. ¿Tenías esa sensación rodándola?
Fue genial rodar la película en un estudio. Joel, Bruno [Delbonnel, el director de fotografía] y los diseñadores de producción crearon un mundo en sí mismo. Recuerdo cómo Joel decía que no quería tener muebles de verdad, ni cosas doradas, púrpuras o ese tipo de detalles. Son unos decorados muy austeros que ayudan a revelar quiénes son estas personas en realidad. No había sitio en el que esconderse. Creo que fue una idea brillante hacer una aproximación tan cruda. Es además una adaptación muy directa que va al grano de lo que es Macbeth sin llegar a perderse nada importante a pesar de que dure poco más de hora y media. Creo que es una adaptación impactante.
En el reparto de Macbeth hay actores de diferentes razas pero no se hace ninguna referencia ello. ¿Hasta dónde crees que hemos llegado realmente en términos de la diversidad en Hollywood?
Obviamente, la posición en la que yo estoy en la industria es diferente, pero no estoy seguro de que la raza sea tan importante como antes. Desde luego que no lo es tanto como cuando empecé. Creo que hemos avanzado mucho y la raza de un personaje ya no es tan determinante a la hora de buscar un actor. Gracias al streaming y todo lo demás, ahora hay mucho trabajo en todas partes. Hay más oportunidades para todos.
¿Cómo fue tu relación con Sidney Poitier, uno de tus mentores, y cómo te ha afectado en tu acercamiento a las nuevas generaciones y para las que eres un icono como lo era Sidney para ti?
Bueno, Sidney era ante todo un amigo. Fuimos amigos durante 40 años, más o menos. Hablábamos de todo, no solo de la interpretación, sino de la vida. Su puerta siempre estuvo abierta para mí. Teníamos una relación única. Mi relación con las nuevas generaciones es algo distinta, porque con Sidney la base era la amistad. No sé si la palabra es “responsabilidad”, pero me gusta compartir lo que sé cuando me preguntan por mis experiencias. Eso sí, solo cuando me preguntan ellos.
Produjiste La madre del blues para Netflix. Pequeños detalles se estrenó en HBO Max y cines simultáneamente. Macbeth se verá en Apple TV+. Llevas 40 años en la industria. ¿Cómo te sientes ante el futuro inmediato del cine?
La COVID ha provocado una tormenta imperfectamente perfecta. Creo que no estaríamos donde estamos ahora sin las plataformas de streaming y las salas de cine con esta enfermedad que es parte de nuestra vida desde hace dos años. De todas formas, la gente todavía está haciendo todo tipo de películas... Tal vez simplemente tengas que encontrarlas en otros sitios. Como en Apple. Ve a buscarlas. Están allí.
La religión es una parte importante del viaje de Macbeth. Siempre has dicho que eres un hombre de fe. ¿Cómo de importante es tu relación con la religión en tu propia vida?
En Macbeth llega un momento en que el personaje es consciente de que tiene que vender su alma al diablo para poder convertirse en rey. Como actor me preguntaba por qué las brujas aparecieron ese día para anunciarle esa profecía. Creo que en realidad él ya estaba listo para abrazar esos deseos oscuros. Las brujas se le aparecieron porque estaba listo para escuchar lo que tenían que decir. En mi vida prefiero usar la palabra espiritualidad. Creo que la religión es lo que pasa cuando el ser humano se apodera de la espiritualidad y lo convierte en otra cosa. Ya sabes, como, "mi religión es buena, la tuya no lo es", "tengo razón, tú te equivocas". No trato de mirar las cosas desde ese punto de vista.
La historia de corrupción y ambición de Macbeth sigue siendo muy actual. ¿Te has sentido dominado por algunos de esos sentimientos en algún momento de tu carrera por algún motivo?
Te refieres… ¿a algún momento de mi vida? Estoy seguro de que en algún momento me he puesto en plan “no, no, no.. ¡soy yo!”, pero nunca lo admitiría en público (ríe). En Estados Unidos nos educan para ganar. Queremos ganar y ser los número 1. Signifique lo que signifique eso. Esas expectativas son el primer paso para llevarse una decepción.
'Macbeth' ya está disponible en Apple TV+ y en algunos cines de España.
También te puede interesar...
• 'Las chicas de oro' es más revolucionaria que 'And Just Like That'
• Crítica: 'El Pacificador', una serie divertidísima e irreverente para el superhéroe más asqueroso
• Netflix encarga dos secuelas de 'Alerta roja', la película más vista de su historia