¿Quién es Cooper Raiff?, nos preguntábamos en SERIES & MÁS días antes de de que el director, guionista y actor de 24 años saliera del Festival de Sundance como una de las grandes promesas del nuevo Hollywood. La película Bailando por la vida recibió el premio del público, un reconocimiento que en ediciones anteriores había caído en películas como Sexo y cintas de vídeo, Vías cruzadas, Precious, Whiplash y, en 2021, CODA.
En pleno festival se hizo público que Apple TV+ había pagado más de 15 millones de dólares por quedarse con esta dramedia sobre el amor y la familia y contada desde el punto de vista de Andrew, un joven de 22 años que acaba de terminar la universidad. Tras volver a casa de su familia hasta que encuentre su nuevo camino, consigue un trabajo de animador en las fiestas de bar mitzva de los compañeros de clase de su hermano pequeño. En una de ellas se hace amigo de una mujer llamada Domino y su hija Lola, una adolescente que tiene un ligero autismo. Junto a ellas Andrew va a descubrir el futuro que desea realmente... aunque puede que no sea el suyo.
Raiff ya había despertado el interés de la industria con el estreno de Freshman Year (Shithouse), la historia de un universitario de 19 años que todavía siente nostalgia del hogar familiar y es incapaz de adaptarse a su nueva vida. El SXSW, la otra gran cita del cine independiente en Estados Unidos, le dio su premio gordo en la edición de 2020. A partir de algunas de sus vivencias en la universidad, Raiff aprovechó unas vacaciones de primavera en la universidad para rodar una historia semiautobiográfica con su entonces pareja mientras sus compañeros de clase visitaban a la familia o se iban de viaje.
Cooper Raiff no es un veinteañero al uso, como evidencian su devoción por cineastas como Cameron Crowe, Richard Linklater o Jay Duplass, o su libro favorito: Gente normal, de Sally Rooney. Las emociones y el amor son un ingrediente clave en las historias de un autor que ya está trabajando en sus dos nuevos proyectos: la película The Trashers, un drama familiar con toques deportivos basado en hechos reales que protagonizará David Harbour (Hopper en Stranger Things), y Exciting Times, la adaptación de la novela de Naoise Dolan que liderará Phoebe Dynevor (la primera protagonista de Los Bridgerton).
Su obsesión por Dakota Johnson, sus motivaciones para hablar de un adolescente con autismo, su relación con los actores y las nuevas masculinidades que retratan sus películas son algunos de los temas que repasamos con Cooper Raiff, una de las nuevas voces de su generación.
Los protagonistas de tus películas son personajes emocionales de una manera que no solemos ver en el cine y la televisión con hombres más jóvenes. ¿Qué te lleva a explorar esta nueva masculinidad que el mundo parece estar pidiendo?
Yo lloro mucho. No pretendo iniciar una revolución en la forma de retratar las emociones masculinas, pero todavía no me he convertido en un escritor maduro que pueda hablar de cualquier cosa. En mis películas hablo de lo que conozco y lo que he vivido. Mis experiencias son las de un chico que llora y que llora por el amor y por los desengaños que ha vivido. Mis películas son tan emocionales porque yo lo soy en mi vida personal.
Tus películas están muy conectadas con una serie de experiencias muy concretas. ¿Estás cómodo con la etiqueta de ser un director generacional?
Cuando escucho que se hable de mí o de mis películas en esos términos, no tiene un gran significado para mí. No me creo expectativas o presiones en ese sentido y tampoco me siento como miembro de una generación en particular. Quiero ser auténtico, escuchar lo que sucede a mi alrededor y que mi punto de vista sea orgánico con el mundo que conozco. No me molesta en absoluto, pero creo que no represento de ninguna manera a nadie más allá de a mí mismo. Lo que hago es intentar contar algo que tengo dentro de mí. Creo que contar historias es precisamente eso, compartir una parte de ti y de tus preocupaciones. Da la casualidad de que estoy más cerca de la generación Z, pero eso es todo.
Tus películas no se limitan al romance, pero el amor juega un papel importante en el viaje de los personajes. ¿Cuál es tu relación con la comedia romántica, un género que mucha gente ha querido enterrar en los últimos años?
A mí lo que me interesan sobre todo son las películas que exploran sentimientos muy profundos y que retraten muchos tipos de amor diferentes. Durante muchos años en mi vida la relación de amor más importante que tuve era con mi madre. Ese era mi gran amor. En Shithouse, por ejemplo, hablaba de lo que significaba para el personaje protagonista el abandono del hogar. Y para mí eso también es una historia de amor. En Bailando por la vida creo que hay muchos tipos de amor distintos también.
Me encanta Cameron Crowe, es un director que explora muy bien los lazos afectivos. Sé que la gente odia Un lugar para soñar, pero es una película preciosa con una banda sonora increíble. Cuando se estrenó mucha gente arqueó la ceja y hasta surgió una ola de odio contra ella, y la verdad es que no lo entiendo. Cameron Crowe está lleno de amor y es un modelo a seguir para mí.
Los cuentos de hadas y las películas han creado esta idea fantástica del único amor verdadero. En Bailando por la vida hay una reflexión muy original sobre el concepto de las almas gemelas y de cómo es una posición que pueden ocupar muchas personas en realidad.
Con Bailando por la vida tenía muchas ganas de acabar en alto y dejar un poso optimista en la audiencia. Quería que los personajes acabaran en un buen lugar emocional y lo que se me ocurrió era crear un momento esperanzador y que al mismo tiempo resultara creíble y auténtico. Así surgió la idea de las múltiples almas gemelas, aunque no es algo en lo que yo necesariamente crea personalmente. En la propia película me río un poco de ello también cuando digo que Andrew tiene 200 y Domino solo cuatro. Era una idea para rebajar la sensación agridulce de que no acabaran juntos en la película. Perder a un amor que sientes como una potencial alma gemela puede ser algo devastador y deprimente. Quería darle una vuelta a esa emoción y a ese desengaño amoroso.
Dakota Johnson entró muy pronto en el proyecto y también es productora. ¿Hubo alguna película suya en particular que te hizo decir “wow, quiero trabajar con ella”?
Todas las películas. Lo digo en serio, todas las películas. Bueno, no he visto nunca Need for speed y no sé cómo estará Dakota en ella (ríe). Cada vez que la veía en una película me impresionaba hasta qué punto conectaba con sus personajes. Sentía que si tenía la oportunidad de escribir una película para ella, podía darle un espacio, una plataforma y un personaje con el que Dakota pudiera hacer lo que mejor hace. Que son muchas cosas, por cierto.
De verdad, es una actriz que me encantaba en todo lo que hacía, desde Cincuenta sombras de Grey hasta Cegados por el sol. En El amigo estaba maravillosa, pero esa película la vi después de empezar a trabajar juntos. ¿Cómo se llama esa película tan malrollera que hizo con Chris Hemsworth? Estaba increíble [la película a la que se refiere es Malos tiempos en El Royale]. La verdad es que está bien en todo. Veo sus películas y me digo” ojalá hubiera dirigido yo eso”, porque siempre está tomando decisiones únicas, sinceras y profundamente magnéticas. Estaba muy emocionado de poder trabajar con ella y escribirle un personaje con el que pudiera hacer todo lo que sabe.
Siempre has dicho que pensabas que Shithouse sería tu primera y última vez frente a una cámara. En esta película vuelves a hacer el papel protagonista. ¿Eres capaz de disfrutar actuando o es solo otra forma de tener más control sobre lo que quieres contar?
Actuar es una forma de estar más cerca de los actores. Cuando dirijo una película mi parte favorita del proyecto es, con mucha diferencia, estar tirado en el suelo con los actores y con los personajes de mis películas. Me hace muy feliz ayudarles a entender a sus personajes de la forma que les sea más útil, emocionante, divertida o auténtica. Una de las formas más fáciles de trabajar directamente con ellos es compartir escenas juntos.
Ya lo dije la última vez, pero me vuelvo a repetir: en la siguiente película que haga, no voy a actuar. Lo que sí tengo claro es que voy a estar tan disponible emocionalmente para los actores como si estuviera junto a ellos. Si no estoy llorando en una escena, lo estaré haciendo detrás de las cámaras. Para mí es muy importante que un actor se sienta respaldado si lo está dándolo todo. No quiero ser uno de esos directores que dice desde la distancia: “queda genial”. Yo quiero estar cubierto de sangre junto a ellos. Los actores se toman en serio el trabajo y yo les tomo en serio a ellos. En mi experiencia es lo que les hace sentirse más seguros y lo que me ayuda más a contar una historia.
Como soy más joven que los directores con los directores que suelen trabajar, creo que me ven como un perro que habla. “¿No te cansas?”, me dicen a veces. Y la verdad es que no, porque me encanta estar ahí con ellos. Creo que siempre voy a ser esa persona y ese director.
La película también cuenta la historia de una adolescente que también es autista. ¿Por qué querías hablar de esto?
La primera idea que tuve para la película era hablar de la conexión entre una madre y una hija con diversidad funcional. Eso estaba en el centro de la historia desde el principio. Todo lo demás llegó después. Mi propia hermana es discapacitada. Me hubiera encantado que actuara en la película. Ella no es autista, pero tiene un síndrome que le impide hablar y andar. Si la hubiera puesto en la película, hubiera mirada a la cámara en todo momento y sería una actriz terrible (ríe). Me inspiraron mucho algunos de sus compañeros de clase.
A pesar de que quería capturar esa conexión entre esos personajes, cuando escribí el guion lo hice sin concretar demasiado en lo que le pasaba al personaje. Quería encontrar primero a la actriz. Tenía una idea en la cabeza, hasta que llegó Vanessa Burghardt y trastocó todas las expectativas que tenía. Hizo una audición increíble y a partir de ahí reescribí el guion para estar a la altura de lo que había hecho Vanessa.
Tienes mucha empatía por todos tus personajes. Joseph [el novio del personaje de Dakota Johnson en la película] sería un capullo en la mayoría de las películas. Me pregunto si eso también es un reflejo de la forma en que abordas la vida.
Puede ser. Hay una escena en la película en la que coinciden Andrew y Joseph. De repente Joseph le dice: “me recuerdas a mí cuando era más joven”. En ese momento tanto la audiencia como el propio Andrew se quedan perplejos. Espero que al acabar la película la gente haya entendido a qué se refería. Domino estaba destinada a acabar con un tipo de persona muy específica, alguien que fuera muy compasivo y cariñoso. Joseph y Andrew son muy diferentes en muchos sentidos. A veces no sabes qué pasa por su mente, mientras que Andrew tiene una incontinencia verbal.
Quería dejar claro por qué la película termina como termina. No es porque sea un antagonista, sino una persona completa en sí misma que va a cuidar y querer mucho a Domino. Para ser la pareja de alguien, para ser un alma gemela, tienes que ser capaz de cuidar a alguien y creo que Joseph es esa persona. Si esa revelación de cómo es Joseph en realidad es porque quería mantenerme fiel al punto de vista de la película, que es el propio Andrew, alguien que prefiere ver a Joseph de cierta manera. Cuando llega el momento de la verdad, Andrew se da cuenta de que Joseph es un adulto y él todavía sigue siendo un crío. Por eso Andrew y el público se enteran a la vez de la verdad sobre Joseph.
Muchas plataformas y distribuidoras intentaron comprar los derechos de la película en el Festival de Sundance ¿Qué te hizo decidirte por Apple TV+?
Mmmm… el dinero (ríe). Ahora en serio, creo que Apple se está formando una personalidad muy específica. Son nuevos en el negocio. Todavía están empezando a hacer series y películas, pero tienen una sensibilidad que encajaba a la perfección con Bailando por la vida. Me parecían unos compañeros de viaje perfectos.
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