The Staircase enseña todas las posibles formas en las que pudo morir Kathleen Peterson. Si no nos ha llamado particularmente la atención es porque desde el auge del true crime como género, hemos sido bombardeados con un sinfín de historias truculentas que nos han insensibilizado como espectadores. Encerrado con el diablo, la nueva serie de Apple TV+, podría haber seguido fácilmente ese camino. Afortunadamente, Dennis Lehane optó por no mostrar ni un segundo de violencia gráfica y el resultado es un excelente ejercicio de guion e interpretación que no debería pasar desapercibido.
Taron Egerton (en su primera aparición en pantalla desde que dio vida a Elton John en Rocketman) y Paul Walter Hauser (el protagonista de Richard Jewell y el paleto robaescenas de Yo, Tonya) protagonizan una historia basada en hechos reales que a priori encajaba como un guante con la obra de un escritor que había visto como hasta cuatro de sus historias acababan en el cine: Mystic River, Adiós, pequeña, adiós, Shutter Island y Vivir de noche (una quinta película, La entrega, estaba basada en un guion original de Lehane). ¿El problema? El novelista quería alejarse del género que le convirtió en una estrella en el mundo editorial, hasta que la sugerente premisa despertó su interés.
Jimmy Keene, un traficante de drogas que cayó en la vida criminal a pesar de ser hijo de un policía condecorado y de su prometedor pasado como estrella del equipo de fútbol de su instituto, es condenado a pasar 10 años en una cárcel de mínima seguridad. A los pocos meses de entrar en la cárcel se le presenta un dilema: puede cumplir su condena sin opción a libertad condicional o puede aceptar una oferta del FBI que puede poner en peligro su vida. Si acepta entrar en una prisión de máxima seguridad, se hace amigo del presunto asesino en serie Larry Hall y descubre información que permita encontrar los cadáveres de una docena de niñas desaparecidas, será libre.
Al ver Encerrado con el diablo es imposible no recordar las palabras de Ben Affleck. En una entrevista reciente, el actor y director reflexionaba sobre cómo, a pesar de que solo diez años atrás se había llevado el Oscar a la mejor película, Hollywood no estaba interesado ya en hacer películas como Argo. “Hoy sería una miniserie”, sentenciaba su autor. Pasaba también con Gaslit, una producción para televisión de Starzplay que en el pasado hubiera sido sido un vehículo de lucimiento en el cine para Julia Roberts si se centrara únicamente en la historia de Martha Mitchell.
La primera serie como showrunner de Dennis Lehane recupera los mejores ingredientes de esas historias para adultos y con estrellas que los grandes estudios ya no quieren producir en una industria obsesionada con los blockbusters, las franquicias y las historias para todos los públicos. Encerrado con el diablo tiene lo mejor de un cine que no se hace, y al mismo tiempo es televisión de primera que recuerda en su apuesta formal y temática a Mindhunter, una joya que mereció mejor suerte en una Netflix que ha acostumbrado a la mayoría de su audiencia al fast food audiovisual.
El proyecto está basado en hechos reales, pero no es una de esas adaptaciones que parecen una versión audiovisual de una página de Wikipedia. Lo que realmente le interesa a Lehane es la fascinante dinámica que se crea entre un hombre complicado que ha aceptado una misión peligrosa que le queda grande y un supuesto asesino en serie que durante años ha pasado desapercibido entre las autoridades con una técnica sorprendente: confesando un crimen tras otro. “El mejor truco del diablo es convencer al mundo que no existe”, decía Keyser Söze en Sospechosos habituales.
El título original de las memorias de Jimmy Keene y la traducción española de la serie resuelven el misterio detrás de la premisa (como hacía también en España otro true crime sorprendemente efectivo, El padre homicida). En la versión anglosajona, Lehane pidió cambiar el nombre de la serie a Black Bird para no desvelar al espectador una sorpresa que en realidad ni es sorprendente ni es importante para el desarrollo de una historia que es completada por los intentos en paralelo de una pareja de detectives por demostrar la culpabilidad de Larry Hall y los conflictos familiares de Jimmy.
En su última aparición en televisión, Ray Liotta emociona con su breve aparición como un expolicía que se siente culpable por no haber sido capaz de evitar que su prometedor hijo caiga en las redes de una vida criminal. Sin embargo, las estrellas de la función son su fantástica pareja protagonista, un cautivador Egerton que explora los grises morales de su personaje sin renunciar a una presencia arrolladora y digna de la estrella que claramente aspira a ser, y un espectacular Hauser que se beneficia de las libertades que se pueden tomar los actores de carácter que no se tienen que preocupar por responder las expectativas de la audiencia.
El villano firma la mejor interpretación de su breve pero notable carrera con una aproximación tan inquietante como humana a un personaje que tuvo mala suerte en el reparto de lotería genética (la subtrama con su hermano es otro de los hallazgos aislados de la miniserie). Uno nunca sabe qué esperar ni de Larry Hall ni de un comprometido Hauser que va más allá de los lugares comunes en este tipo de relatos gracias a un personaje que, gracias a su trabajo como limpiador y conserje, se ha librado una y otra vez de ser atrapado por las autoridades. Aunque Egerton tiene el papel menos agradecido de los dos, su trabajo en la miniserie trae excelentes presagios para una trayectoria que no ha hecho más que empezar.
La serie se toma su tiempo hasta construir el primer encuentro entre Jimmy y Larry (los personajes no coinciden hasta los últimos instantes del segundo capítulo, de un total de seis), pero los espectadores más pacientes serán recompensados con uno de los duelos más eléctricos del audiovisual reciente. Toda la violencia gráfica que Encerrado con el diablo prefiere evitar a la hora de abordar los brutales asesinatos de una docena de niñas, aparece reflejada directa o indirectamente en unos intercambios dialécticos memorables entre los presos. Gracias a un guion preciso y que mima a sus personajes hasta el último detalle, Larry y Jimmy resultan sorprendentemente cercanos y opuestos entre sí al mismo tiempo.
Es posible que los vientes de cambio en Hollywood nos hayan hecho perdernos una gran película “de las de toda la vida”. Por suerte, lo que recibimos a cambio es una excelente serie de televisión que se convierte en la primera oferta audiovisual imprescindible del verano gracias a un guion ejemplar, un reparto fantástico y una cuidada puesta en escena (comandada por Michael R. Roskam, con el que Lehane ya había trabajado en La entrega). No se la pierdan.
Los dos primeros episodios de 'Encerrado con el diablo' se estrenan el 8 de julio en Apple TV+. Los cuatro restantes se emitirán semalmente los viernes.
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