Pocas cosas hay tan presuntuosas y arrogantes a la hora de recomendar una serie o una película que decir a tus interlocutores que ya deberían haberla visto. Por una vez, vamos a caer en nuestra propia trampa y a decir eso que tanta rabia da leer. Después de tres temporadas emocionantes, sorprendentes y épicas, Para toda la humanidad es, en efecto, la que serie que deberías estar viendo. Su tercera entrega acaba de terminar en Apple TV+ y ya estamos contando los días para ver la cuarta, confirmada durante la última Comic-Con.
Sus problemas para hacer llegar su plataforma al gran público (quizás sea una incomprensible falta de interés desde Silicon Valley) o la escasa adaptabilidad de esta con algunos televisores y ordenadores no siempre lo ponen fácil, pero ya no hay excusas para no querer descubrir la propuesta de Ronald D. Moore. Si en su momento encontraste la forma de conocer al entrañable Ted Lasso, sería una desgracia dejar pasar la oportunidad de sumergirte en una serie que se pregunta qué hubiera pasado si los rusos hubieran sido los primeros en llegar a la Luna y la carrera espacial no se hubiera terminado en ese momento.
Curiosamente, en su primera temporada Para toda la humanidad nos obligó a tirar de otro lugar común a la hora de recomendar series diciendo algo cada vez más impracticable en un momento de saturación audiovisual como este: “espérate al tercer episodio, que es ahí cuando mejora”. Volveremos a dispararnos en el pie, pero debemos insistir: espera al tercer episodio, es ahí donde se empieza a vislumbrar el potencial de este “qué hubiera pasado si…”.
El fantástico Las mujeres de Nixon nos presentaba a las mujeres de esta historia (con la excepción de Karen Baldwin, ya presente en el piloto, aunque entonces parecía erróneamente que no sería más que una mujer florero), un grupo de personajes que han evolucionado de forma fascinante y orgánica a lo largo de las tres temporadas. Ellas son el verdadero corazón de la serie. Lo sentimos de verdad, Ed, el taciturno y más convencional héroe de la ficción. Este año el arco narrativo de algunas de ellas ha llegado a su fin, otras han alcanzado un clímax dramático que se nos antoja difícil de superar y una de ellas anda inmersa todavía en una trama que seguirá haciéndonos sufrir y vibrar en futuros episodios.
Margo ha vivido su propia intriga, una trama de espías que parecía sacada de Homeland. Karen se ha empoderado y encontrado a sí misma en el tercer acto, mientras Danielle ha demostrado ser la más ruidosa no es necesariamente una cualidad necesaria para ser la mejor líder. Ellen ha protagonizado el momento más emocionante de la serie verbalizando su propia ucronía. Molly, la incorregible Molly, ha encontrado la forma de ser fiel a sí misma a pesar de los compromisos de la actriz que la interpreta (Sonya Walger, la inolvidable Juliet de Perdidos) con otra serie.
La acción y la intriga se han mantenido en lo más alto desde el principio hasta el final. El salto a Marte ha vuelto a resetear la aproximación a la serie a la aventura de Para toda la humanidad. La primera temporada apostó por las misiones más independientes. La segunda se centró en los personajes y se coció a fuego lento hasta un último episodio (el mejor de toda la serie), no apto para cardíacos. En el tercer año no ha habido descanso alguno para la audiencia gracias a la encarnizada -y a menudo errática- batalla entre Rusia, Estados Unidos y una empresa liderada por un personaje inspirado en los gurús de Silicon Valley (en la última tanda de episodios también ha habido guiños para el turismo espacial y uno de los sucesos más traumáticos de la historia reciente de Estados Unidos) por ser los primeros en llegar al planeta rojo.
La serie de Apple TV+ no es perfecta. La caracterización de sus protagonistas, que han envejecido más de veinte años en la ficción entre el estreno de la primera y de la tercera temporada, es extremadamente simple (cambia el corte de pelo y, ligeramente, el maquillaje). Los personajes a veces toman decisiones cuestionables, tan peligrosas para su misión como fascinantes dramáticamente para los espectadores que estamos al otro lado del televisor. El mayor defecto en esta tercera temporada ha sido el regreso de uno de los mayores placeres culpables de la sala de guionistas: llevar al límite a la familia Stevens (formada por una pareja de astronautas de revista y los dos hijos que se quedan tocados -de diferentes formas- por las elecciones personales y profesionales de sus padres). Cueste lo que cueste.
Si en la segunda temporada ya jugaron con fuego con una trama que parecía sacada de un culebrón, en su continuación los vástagos -ya veinteañeros, la serie salta unos 10 años en el tiempo entre temporadas- quedan desdibujadas con dos historias que acaban siendo para Para toda la humanidad lo mismo que la famosa subtrama de Tyra y Landry en la segunda temporada de Friday Nigth Lights (una de esas series que las plataformas de streaming deberían rescatar cuanto antes): un accidente de tren a cámara lenta del que es imposible apartar la mirada aunque sepas que no está a la altura del resto de tramas de la serie.
Son peros insignificantes para una serie apasionante que funciona en lo íntimo y en lo espectacular, que está enamorada de sus personajes y que aún así es capaz de crear unos cliffhangers de infarto. Desde la banda sonora de Jeff Russo (un compositor que debería dar el salto a las grandes ligas de Hollywood) a la impecable labor de su equipo de directores (este año se ha estrenado Andrew Stanton, el veterano de Pixar), guionistas (con un dominio ejemplar de los arcos de temporada y el viaje de sus personajes) y actores (un reparto que entiende que la fuerza de la serie reside en su coralidad y la prioridad de ésta por encima de ejercicios individuales de vanidad), todo el mundo entiende ya a la perfección qué es lo que hace a esta serie especial.
Repetimos. Que Para toda la humanidad esté en Apple TV+ debería ser una razón más para acercarse a una plataforma que ha logrado un catálogo de series originales envidiable en menos de tres años (actualmente, solo HBO puede competir con ella en el promedio de la calidad de sus series originales). Sobran los motivos para probar suerte con ella, especialmente en un verano menos sobrecargado de estrenos que los meses de otoño y primavera. Tienen nombre propio: Severance, Mythic Quest, Pachinko, Dickinson, The Morning Show, Ciclos, Servant Defendiendo a Jacob y Encerrado con el diablo, entre muchas otras. Y sí, por encima de todas ellas, está una estupenda ucronía a la que este año solo se ha acercado a nivel de épica y emoción los mejores momentos de Stranger Things 4.
Las tres temporadas de 'Para toda la humanidad' están disponibles en Apple TV+.
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