La tercera temporada de Ted Lasso huele a despedida desde el primer episodio. Por un lado está la verbalización de una pregunta tan existencial como "¿qué hago aquí?". Por el otro, la presión por jugar a ganar que ataca al protagonista desde todos los frentes. En cualquier caso, es inevitable sentir que en el horizonte se vislumbra el cierre de una etapa.
En el fondo, Ted no tiene nada que demostrar porque ya ha conseguido lo imposible y lo impensable en el AFC Richmond. Rebecca lo contrató solo para que destruyera el legado de su exmarido, pero su optimismo contagió a todos a su alrededor y transformó la cultura del equipo, del juego y de la prensa. El mundo es un lugar mejor para todos desde que llegó.
Para todos menos para él, que sigue sin superar el divorcio de su esposa, la distancia intercontinental que lo separa de su hijo y el miedo a la depresión que llevó a su padre al suicidio. Su sonrisa permanente muchas veces oculta una eterna tristeza, pero el primer paso es aceptarlo y ya lo ha dado.
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El equipo quiere ganar ahora que han conseguido ascender a la Premiere League, Rebecca quiere ganar para vengarse de su ex. Pero ya sabemos que Ted no encuentra estímulos ni en el reto de la competición, ni en la venganza contra el mezquino Rupert ni en la traición de Nate (Nick Mohammed está espectacular en su papel de villano). Para Ted los partidos son un juego, "ganar no es lo más importante", pero alguien a quien quiere le dice unas sabias palabras: "al menos hay que intentarlo".
Esta entrega empieza con el arranque de la temporada de fútbol, en la se apuesta porque el equipo quede último en la liga, y con la amenaza de que el West Ham, con Nate y Rupert como líderes y villanos, los va a pisotear. Una idea que queda clara desde la primera y agresiva rueda de prensa del ex del ACF Richmond.
Cuando Ted se pone horas después ante los micrófonos todos esperan una defensa con espíritu de contraataque en su respuesta. Nosotros un poquito también, pero la serie nos recuerda por qué nos ha conquistado y por qué seguimos necesitando este rincón de esperanza en medio de la hostilidad de la vida real.
He visto dos episodios (esta temporada oscilan entre los 40-50 minutos) antes de escribir este texto y he vuelto a sentirme en un lugar feliz. Todos los personajes y las dinámicas entre ellos siguen teniendo la dosis perfecta de carisma, inocencia y humor para enternecernos, sacarnos una sonrisa o una carcajada, y es fácil visualizar los spin-offs con los que algunos sueñan.
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Todo apunta a que será una gran temporada, pero de lo que podemos estar seguros es de que echaremos mucho de menos la serie cuando acabe, porque es inevitable pensar que ojalá Ted no fuera un personaje de ficción, que su bondad tuviera un poder transformador real y que su optimismo tuviera la velocidad de contagio de una pandemia.
Los episodios de la temporada 3 de 'Ted Lasso' están disponibles los miércoles en Apple TV+.