Son las 4:30 de la mañana del 27 de abril de 2014. Un cámara persigue a cinco actores por el barrio berlinés de Kreuzberg. Durante más de dos horas y media, recorren 22 localizaciones distintas hasta legar a la calle final, donde la protagonista se aleja, definitivamente. Eran las 6:54 de la mañana, el sol ya se veía y, entremedias, se había rodado en un único plano secuencia una historia de 'chico conoce chica', un atraco a un banco y una huida que sale mal. De espaldas a la cámara, sin poder dejar de caminar, va Laia Costa, protagonista de Victoria, película que se estrena este viernes en España. “No podía parar, tuvieron que venir a por mí, porque yo no era capaz de parar de caminar, incluso sabiendo que el director ya había dicho corta”, dice.
La película cuenta la historia de Victoria, una camarera española en Berlín, cuya vida da un giro al conocer cuatro amigos que le prometen enseñar la ciudad en una noche. A lo largo de dos horas y media asistimos a la transformación de Victoria, una chica delicada y frágil que, arrastrada por las circunstancias, pero también por las decisiones que toma, rompe sus barreras hasta el punto de saltarse la ley y se descubre a sí misma en el proceso. “La que más necesita el atraco es ella. Encuentra en ese grupo de amigos algo que no había visto en la vida: la amistad hecha familia, más allá de la lealtad, sabiendo que si hay que hacer algo que está mal, lo van a hacer juntos. Y ella quiere ser parte de eso”, cuenta Laia. Su interpretación le ha valido el reconocimiento en los premios Lola, los Goya alemanes, donde se hizo con el galardón a la mejor actriz, concedido por primera vez a una extranjera. “Es un orgullo. Sé que me ha colocado en el mapa internacional, es mi carta de presentación fuera”, dice.
Vocación tardía
Viéndola delante de la cámara, a uno se le olvida que empezó en esto de la interpretación hace poco, casi por casualidad. “No quería ser actriz desde niña, yo jugaba al baloncesto y era lo que me gustaba. Estuve 17 años federada en la Primera Catalana”, dice con una sonrisa. Tampoco veía su futuro en el baloncesto y por eso estudió Publicidad y Relaciones Públicas y empezó a trabajar en una agencia de publicidad. “Al cabo de un tiempo, después de estar saliendo tardísimo y de haber dejado el basket porque no llegaba a los entrenamientos, me cambié a una empresa alemana donde salia a las 18 horas todos los días. Me apunté a clases de teatro porque no sabía que hacer con tanto tiempo”, cuenta con una carcajada. Fue en la escuela Nancy Tuñon donde dio los primeros pasos en las tablas. “Un año después me salió el papel en Bandolera [serie de Antena 3] y decidí probar. Aún así le dije a mi jefa que yo me iba un año y volvía”.
No volvió. A la serie, en 2011, se siguieron otros papeles en televisión hasta que, en 2013, se estrena en Pulseras Rojas, una serie escrita por Albert Espinosa, donde Laia interpreta a una chica enferma de cáncer. “Fue muy duro, por la temática y porque tuve que raparme la cabeza para hacer el papel, pero fue muy especial también, como Atraco, paliza y muerte en Agnabaspach, mi primer papel en teatro, tuve que aprenderme todo el guión en alemán y fue un reto muy grande. Creo que esto es lo que más me gusta de mi carrera. Es pequeñita pero tiene proyectos muy especiales”.
Es una película alemana con una española que habla inglés con unos alemanes. Es como lo que pasa en el mundo ahora
Como Victoria, en el que no dudó entrar ni por un segundo. “Hice el casting en Barcelona y me tiré un poco a la piscina, porque el director me dijo solamente que la película no tenía guion, que se iba a rodar en un plano secuencia único y que iba a haber un atraco. Pero no sé, creo que hay proyectos que aceptas por instinto y a mí me ha ido bien”. Se mudó a Berlín y, durante tres meses, ensayaron las tomas, construyeron los personajes y se adaptaron al ritmo que hay que tener cuando se graba en una toma única y con una sola norma: no podían repetir nada de lo que decían y hacían en dos ensayos distintos. “Al ser todo un poco improvisado hemos podido participar mucho en la construcción de los personajes y en el proceso creativo, algo que me gustó mucho”.
Al sistema nervioso
El plano secuencia tampoco le intimidó. “Es verdad que tienes que estar muy concentrado todo el rato, porque si te sales del personaje, tienes la cámara delante y se ve. Mi director siempre decía que era como tener una pistola apuntada a la cabeza, no le puedes mentir, pero para mí fue como hacer un viaje en el que disfruté muchísimo”. La cámara les persigue a todas partes. Entra en discotecas, se sube a los tejados, va en el coche y les sigue durante todas las persecuciones ayudando a crear el clima de tensión que recorre toda la película: “Creo que por eso ha gustado tanto. No es una película que va a la cabeza ni al corazón, va al sistema nervioso”. También los personajes, jóvenes desencantados con el futuro ayudan a que el público se identifique con lo que ve “Es una película alemana con una española que habla inglés con unos alemanes. Es como lo que pasa en el mundo ahora mismo, respecto a una sociedad que empuja los jóvenes desencantados con la falta de oportunidades a buscarse la vida fuera de su país”.
Con éxito internacional y aclamada en las críticas de los principales medios, a Laia le preocupaba el estreno en España: “Sí, habíamos tenido mucho éxito, el New York Times había hablado de nosotros tres veces, pero para mí todo eso era ruido. Yo quería presentarla aquí. Y cuando lo hice me puse tan nerviosa que casi me echo a llorar. Aquí estoy implicada emocionalmente y, en casa, siempre te importa más lo que opinan”.
Dice que la película le ha abierto más puertas, que ahora le conocen en Estados Unidos, Latinoamérica e Inglaterra "y me traerá más proyectos y oportunidades. Aunque a mí me gustaría mucho hacer cine aquí, que casi no lo he hecho.”