Resulta que Daft Punk son reales. Tienen rostros con orejas, bocas, ojos… Debajo de las máscaras hay dos tipos de carne y hueso. Humanos después de todo, como rezaba uno de sus temas. El secreto mejor guardado de las pistas de baile es en realidad relativo: en internet pueden encontrarse desde hace años fotos de Thomas y Guy-Man, los misteriosos integrantes del dúo que revolucionó la música electrónica en los años 90. Fotos de cuando eran unos chavales imberbes, porque desde 1999 se parapetan bajo el disfraz robótico que los ha hecho famosos. Sacrificaron la fama por la música, pero, paradójicamente, su reticencia a mostrar sus rostros se ha convertido en un elemento más de su éxito. Y uno importante, sin desmerecer su creatividad desbocada.
Pero nunca antes, al menos desde hace más de tres lustros, se les había mostrado sin sus máscaras en imagen viva. Daft Punk Unchained, el documental de Hervé Martin-Delpierre que inaugura el festival Beefeater In-Edit en Barcelona, es todo un tesoro en ese sentido para quienes quieran saber más de los músicos. Un filón de imágenes de archivo, minutos y minutos de los dos chavales sin sus tecnológicos cascos, pinchando, creando, posando incluso en sesiones de fotos...
Los músicos han dado el visto bueno y colaborado con el director, pero no han querido ser entrevistados. Todo es material de archivo sumado a numerosas entrevistas a conocidos del dúo, desde periodistas a ex managers, directores de discográficas y estrellas que han trabajado con ellos como Pharrell Williams o Kanye West. “Daft Punk no quieren hablar -explicó el director a EL ESPAÑOL-. No es algo nuevo. Durante los últimos 20 años sólo han dado alguna entrevista en promoción, para hablar del disco, pero nunca para analizar su carrera”.
Prefieren que se les conozca por sus hechos. Y el documental, un completo viaje por su historia, está plagado de ellos. Giorgio Moroder, padre de toda una generación de productores y compositores para las pistas de baile, el DJ Pete Tong o el ex manager del dúo Pedro Winter van desgranando la historia de los músicos más elusivos de las últimas dos décadas.
Tímidos y humildes
¿Y quién está detrás de los yelmos robotizados? Dos chavales de París, Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo. “Es interesante porque son tímidos, humildes, tipos como tú y yo, que van en metro, salen con normalidad a la calle y llevan a sus hijos al colegio. Dos grandes estrellas que cuando hacen música se ponen sus cascos, pero cuando los dejan son gente normal”, explica el director. “Ellos usan los cascos como protección frente a la fama”. Y el manager y amigo de Daft Punk Antoine Ressaussière explica: “Cuando el techno emergió, era una música sin rostro, la gente incluso bailaba de espaldas a los DJ”. Y cita a Kiss, a Bowie, a Kraftwerk, artistas que ya antes habían suplantado de forma más o menos visible sus personas -o sea, sus máscaras, en latín- por personajes: “Esconder la cara es parte de la cultura popular”.
Dos chavales que comenzaron tocando rock con una banda juvenil en un grupillo, Darlin' -ojo, hoy aún suenan interesantes- y lo dejaron por una crítica destructiva para pasarse a la electrónica. “Daft punky trash” (“estúpida basura punki”) los calificó el crítico de Melody Maker. Y aquello les sirvió para replantearse su futuro y, de paso, encontraron un nombre artístico. Años después, deberían invitarle a algo.
Saciada la curiosidad de ver sus rostros, el trabajo no se desinfla: muestra a dos creadores que desde jóvenes eran especiales, que tenían claro que no querían perder el control de su música -es interesante cómo negocian con la multinacional Virgin un contrato a 10 años que les daba más libertad que a otros artistas- y con una capacidad fuera de lo normal para innovar, tanto en el terreno artístico como en el tecnológico: sintetizadores, pistas realizadas con el sonido distorsionado que surge al no conectar un cable a un altavoz, cortometrajes de animación… “Todo el mundo conoce a Daft Punk y puede escuchar sus discos y sentirse bien”, cuenta a cámara el DJ y productor Skrillex.
El filme recorre su juventud: con 18 años, en 1992, descubrieron las raves. Un año después les llevaron una maqueta a Slam. Los americanos se quedaron fascinados. En 1994 llegó su primer Ep, The New Wave. El filme de Mia Hansen-Love estrenado hace poco más de un mes Edén recogía aquella efervescencia de la noche de París y ponía rostro -ficticio, dos actores les encarnaban- a los Daft Punk. “Descubrimos una música diferente, una energía con el público que bailaba un sonido que nunca antes habías oído”, confiesa uno de los miembros del dúo en una grabación.
Jonze y Gondry
Por aquella época conocieron al ilustrador Serge Nicholas. La imagen comenzaba a ser importante. Y poco después llegarían los vídeos, claves en su carrera. Primero, con el director Spike Jonze y un trabajo ya célebre para el tema Da Funk (1997). Luego, con Michel Gondry en Around The World, otro vídeoclip para la historia, sobre todo porque de ahí surgió la idea de enmascarar sus rostros. “Era la primera vez que usaban cascos. Quizá fue su idea y yo sólo la pulí. Pero creo que yo quería que se parecieran a Robocop”, cuenta el cineasta. En 2001, un artesano de Hollywood, Tony Gardner, les diseñó los cascos futuristas que llevarían desde ese momento.
Aunque, si hay un momento clave en sus carreras para Martin-Delpierre, fue en 2006. “La gran sorpresa fue entender al comienzo la importancia del concepto en Coachela. Fue algo muy importante para la música. Sin este concierto, no habrían sido unas estrellas”. 40.000 personas vibraron con una de las puestas en escena más radicales, con una enorme estructura piramidal. Y añade el director del filme: “Con aquel concierto se puede entender el espíritu del rock n'roll, pero con música electrónica. No es un género sólo para clubs nocturnos: puedes lograr grandes conciertos, llenar estadios, pero con otro tipo de música”.
Influidos por Leiji Matsumoto, un maestro del manga, alumbraron clips de animación ambiciosos que se fundían en un único largometraje: Interstella 5555. De igual forma, de Human After All salió Electroma, un largometraje robótico que se presentó en Cannes en 2006. Siempre tuvieron, recuerda el productor Todd Edwards, “grandes ambiciones”. Los vídeos y el salto a EEUU hicieron que Madonna y Janet Jackson les persiguieran para trabajar con ellos.
En ese vórtice otros sucumbían. Ellos optaron por protegerse tras los cascos. “Desde 2001, ya no fueron dos tíos normales. Hablamos de robots”, cuenta Jean-Daniel Beauvallet en el filme. “La última vez que les entrevisté, estuvimos hablando durante tres horas y Thomas no dijo ni una sola vez la palabra 'yo'. Es de locos. La primera persona del singular había sido totalmente borrada. Eran Daft Punk”.