Cuando uno está jugando una partida de ajedrez con la muerte que sabe que va a perder, lo único que puede hacer es intentar alargarla, disfrutando de cada jugada, mientras sus piezas van desapareciendo en el tablero.
Wilko Johnson mueve sus figuras despacio en esa partida. Sufre cáncer de páncreas y le han diagnosticado 10 meses de vida. Pero no ha querido pasarlos en una cama, atiborrado de tubos y medicinas que no le van a salvar. Lo suyo es subir a los escenarios y negociar más tiempo con su verdugo entre riff y riff.
Su historia está plasmada en el documental Ecstasy of Wilko Johnson, cuyo autor es Julien Temple y cuyo estreno tiene lugar en el festival de cine Beefeater In-Edit. El filme recoge la carrera contra el tiempo del guitarrista británico desde que le diagnosticaron un cáncer de páncreas en diciembre de 2012.
Sus médicos le dijeron que su tumor era inoperable y terminal. "Si me voy a morir de cáncer, lo único que quiero es que no me moleste demasiado", dice el músico en el documental.
Johnson, que fundó el grupo Dr. Feelgood e interpretó a un verdugo en las primeras dos temporadas de Juego de tronos, rechaza la quimioterapia y no buscar segundas opiniones médicas. "Todo el mundo sabe que va a morir", explica. "La diferencia es que yo sé cuando ocurrirá y eso me da tranquilidad y una especie de euforia por vivir".
Prefiere que la muerte le sorprenda sobre un escenario, con su guitarra en la mano y su peculiar estilo de tocar: sin púa. En enero de 2013 hizo público su estado de salud y empezó una gira de despedida que le llevó primero a Japón y luego a varios puntos del Reino Unido. "Tocar era lo que me mantenía vivo", dice. "Cada vez que lo hacía, sabía que podía ser la última".
Impresiona la entereza de Johnson a lo largo de todo el documental. No se trata de una moralidad superior que le hace no temer a la muerte o de una tranquilidad impostada. Es la aceptación serena de algo que sabe que no puede cambiar. "La muerte en sí no me da miedo", dice. "Es morirme lo que me asusta, el proceso. Por eso no quiero hacerlo en en una cama, enfermo".
Une a sus amigos y a su familia, huye de los abrazos de despedida y bromea sobre su condición: "Aposté con un amigo 100 libras a que no llego a Navidad. Si gana, tendré que pagarle. Si gano yo… Bueno, estaré muerto".
Julien Temple va construyendo la historia como un collage donde los momentos de conversación con Johnson se intercalan con pequeños fragmentos de películas clásicas de autores como Jean Cocteau, Luis Buñuel e Ingmar Bergman, de cuyo filme El séptimo sello rescata la partida de ajedrez que en su momento jugó Max Von Sydow con la muerte y que el músico emula en el documental.
Jaque mate
El documental se centra en la dimensión humana del personaje. En el hombre, más que en la estrella de rock. Así es como se adentra en su vida más allá de la guitarra y nos descubre a un hombre culto que recita a escritores y poetas como Shakespeare, John Milton y Geoffrey Chaucer y confiesa que, de no haber sido por el rock, habría sido profesor de literatura inglesa.
El filme recorre sus recuerdos de infancia y la relación conflictiva con su padre, las vivencias de su juventud en Essex y la muerte de su esposa unos años antes, víctima de cáncer también. "Entiendo la angustia de mi familia y mis amigos porque yo la sigo echando de menos. Es lo peor que me ha pasado en la vida. Perder a alguien que quieres es desgarrador".
Me van a sedar y luego todo será incertidumbre. O me matan o me salvan.
En octubre de 2013, el plazo que los médicos le habían dado a Johnson había terminado pero seguía vivo. El tumor, que empezó como un pequeño bulto, era una bola de 3 kg en su abdomen en la que apoyaba su guitarra.
Sus conciertos seguían siendo poderosas demostraciones de vitalidad y fue eso lo que llamó la atención de Charlie Chan, un oncólogo aficionado a la fotografía que no podía creer lo que veía a través de su objetivo: "Era imposible que su cáncer fuera tan agresivo como decían".
"He aquí la broma del destino… realmente, muy divertida", dice Johnson. Chan le puso en contacto con el equipo de médicos de un hospital de Cambridge. Después de una batería de pruebas, el cáncer, hasta entonces letal, se había convertido en un tumor operable y el músico, antes condenado a muerte, podría incluso sobrevivir. La partida de ajedrez daba un giro importante.
Por primera vez, Johnson parece descolocado. Es la gran noticia de todo el documental y no sabe cómo encajarla. Dieciocho meses después de descubrir que tiene cáncer, Johnson tiene miedo pero ahora tiene 15% de posibilidades de sobrevivir.
"Me van a sedar y luego todo será incertidumbre", dice. "O me matan o me salvan. Si no me despierto, habrá sido una buena manera de morir".
Después de nueve horas de operación en las que el equipo médico remueve el tumor y reconstruye varios órganos internos, Johnson sobrevive a la enfermedad. Ha pasado por todo lo que antes había rechazado: la quimioterapia, la postración en una cama, los tubos, una infección postoperatoria y la falta de fuerzas en los meses siguientes. "Me daba miedo no ser capaz de volver a tocar la guitarra. Haber perdido mi magia".
La primera vez que coge su guitarra después de la operación lo hace al lado del mar que le vio crecer. Johnson está más delgado y parece no ser capaz de sostenerse en pie, pero se levanta y el riff suena igual de poderoso que antes. Acaba de hacerle un jaque mate a la muerte.