1. El mundo de los cuentos de hadas, de princesas y ogros, se pone patas arriba en esta historia de tres reinos muy barrocos.
2. Matteo Garrone se acerca a la cultura napolitana e intenta adaptar el texto del siglo XVII El cuento de los cuentos de Giambattista Basile
3. John C. Reilly es un rey pelele, Vincent Cassel hace de obsceno sátiro y de mientras Toby Jones está enamorado de una mágica garrapata.
4. En este zoo también tenemos a Salma Hayek comiendo el corazón del dragón, un mostrenco uruk-hai y dos octogenarias esperando a su primer amor.
5. Y claro está, esos protagonistas de la realeza no son soberanos ni de sus propias vidas: están aprisionados por las convenciones de la fábula.
6. En ese sentido el cuento recobra el cariz macabro de su origen cultural: la perfidia que viven sus personajes es tragedia. Además, italiana.
7. Así uno de los gérmenes de la literatura fantástica, el relato moral, se materializa en imágenes en movimiento cargadas de empaque pictórico.
8. La opulencia visual tiene fácil explicación: Castel del Monte, el bosque del Sasseto, le Gole dell'Alcantara… Así la entrada se paga sola.
9. Esta materia prima la pulimenta la mano de Sushchitzky, que acaricia por igual a los castillos y vestimentas que al plantel de freaks.
10. El humor excéntrico también campa a sus anchas en el escenario, marcando los respiros de este retorcido y oscuro folclore pre-hermanos Grimm.
11. Y como en casi todo relato por episodios, hay momentos más logrados que otros. Entre ellos el fingerlingus a Cassel. Imposible contenerse.
12. Pero la dirección de arte ha devorado cual monstruo al resto de elementos, dejándonos escenas herméticas, como desconectadas entre sí.
13. Y deshilachado es también su montaje, que parece casi aleatorio. ¿Por qué entremezclar las tres historias si no beneficia a la película en nada?
14. Encima estos actores británicos, franceses, hispanos y americanos tienen que esforzarse demasiado en crear un acento neutro demasiado forzado.
15. No es sólo que perdamos del embrujo napolitano del original, es que es imposible empatizar con nadie. Y quien peor parada sale, Salma Hayek.
16. Matteo Garrone ya había mostrado su querencia por el cine epatante en obras anteriores como Gomorra o Reality. El exceso es su éter.
17. Pero algo ha pasado por el camino para que a este intento de hacer su propia Trilogía de la vida a lo Pasolini le haya salido rana.
18. No hay sensualidad, pero tal vez de ahí encontramos una inesperada ventaja: parece una película óptima para enseñarle a los niños.
19. Porque estos cuentos son un poco la versión infantil de Jodorowsky o incluso de Terry Gilliam. Un purgante para el melifluo cine marca Disney.