Desirée de Fez Esther Miguel Trula

1. En La novia se confunde la intensidad emocional del texto de Lorca con que todo, absolutamente todo, sea intenso hasta el agobio, todo el tiempo.

2. Su tono es tan grave, fatalista y tremendista desde el minuto uno que, al margen de que conozcas el desenlace, anula el desarrollo del relato.

3. Por esa misma razón, los personajes están tan arriba, tan tensos y tan en alerta todo el rato que ni evolucionan ni sus historias despiertan interés.

4. Los actores creen en la propuesta y se esfuerzan, pero no hay que confundir los excesos interpretativos, los arrebatos forzados, con las grandes interpretaciones. En La novia hay más de lo primero que de lo segundo.

Aléx García e Inma Cuesta, en un momento de la película.

5. Lejos de ser un medio para llegar al corazón de la obra de Lorca y expresar sus emociones, los alardes visuales de La novia se convierten en un fin en sí mismos

6. Su poética desbocada arrasa con todo: con el misterio del relato, con los matices de los personajes y, sobre todo, con la paciencia del espectador que la encuentre más histérica que bella.

Su propuesta visual está más cerca de un buen anuncio de perfume que de cualquier película del maestro



7. Es una película muy cuidada visualmente, pero sus cámaras lentas, su montaje “creativo”, su tratamiento sensacionalista del color y los videoclips integrados en la narración están algo demodé y son más publicitarios que cinematográficos.

8. Debería estar prohibido citar a Terrence Malick como referencia de La novia. Su propuesta visual está más cerca de un buen anuncio de perfume que de cualquier película del maestro.

9. Paula Ortiz firma una adaptación personal y sincera, pero se obsesiona tanto por expresar visualmente las emociones que le sugiere el texto, que se le acaba escurriendo entre las manos.

10. La novia es el ejemplo perfecto de película que no fluye por ser demasiado autoconsciente. Sus responsables se ofuscan tanto con la maquinaria del filme que se alejan sin querer del corazón de la historia.

A favor, por Esther Miguel Trula

1. En De tu ventana a la mía, ópera prima y película anterior de la cineasta Paula Ortiz, veíamos cómo el resultado quedaba aplastado por una puesta en escena que perjudicaba a su lirismo, y ahora en La novia atisbamos cierto refinamiento. Es un paso adelante en el perfeccionamiento de un estilo que, aunque aún en fase de desarrollo, es único.

La película de Paula Ortiz está nominada a 12 premios Goya.

2. El trabajo de las actrices es sobresaliente. Inma Cuesta supera constantemente el dificilísimo escollo de caer en el ridículo con un punto de partida proclive a ello, incluso cuando tiene que cantar arrebatada de pasión. Y lo de Luisa Gavasa y Consuelo Trujillo es pura exhibición de fuerza.

3. También es un placer escuchar los versos de Lorca en pantalla. "Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos; las mías vendrán cuando yo esté sola, y saldrán de las plantas de mis pies".

4. Aunque muchos lo nieguen, hay un discurso: el conflicto que vivieron (¿o más bien viven?) las mujeres entre la tradición y el libre albedrío. Entre una herencia cultural atrasada y patriarcal que por momentos amamos peligrosamente mientras que en otras hacemos por escapar de ella. Esto, que estaba en la obra de Lorca, también se manifiesta en la obra de Ortiz.

5. La directora conecta así discurso con ejercicio cinematográfico: está enamorada del legado ibérico, pero se atreve a adaptarlo a los nuevos tiempos. Nos muestra cómo intenta modernizar el duende español y conectar hechos diferenciales propios con una estética videoclipera, con cuarto y mitad de ralentíes y planos veloces. Hay pretensiones, y hay autoría.

De lo más grato de la película es disfrutar de los paisajes de la Capadoccia y los Monegros, de los musicales acentos rurales y los olivares embellecidos

6. Esto podría dar pie a una discusión sobre las estéticas, a por qué ciertos formatos vinculados con el arte popular son desechados como meros artificios vacíos o alardes técnicos (toda innovación pudo ser vista como alarde técnico al principio) mientras luego se encumbran las obras más acomodaticias, vistas mil veces que ya son repetición de fórmula probadamente exitosa.

7. De lo más grato de la película es disfrutar de los paisajes de la Capadoccia y los Monegros, de los musicales acentos rurales y los olivares embellecidos. Una apropiación de materiales nacionales para gloria personal de Ortiz, que se los construye al público desde una perspectiva estimulante.

8. Esta radical propuesta no deja de ser un torrente de estampas tan falsas como dionisíacas, de imágenes que son sensibles sin caer en el sonrojo constante, aunque haya escenas fallidas. Sí, si hemos de reconocerles el mérito a directores como Baz Luhrmann o Jean-Pierre Jeunet, está claro que también hemos de hacerlo con el cine arty de Ortiz.

Inma cuesta, en un momento de la adaptación cinematográfica de Bodas de Sangre.

9. Lo mejor de La Novia es que exista. Que el cine comercial (y hablamos sólo del comercial) español pueda abrazar nuevas fórmulas. Es verdad que puede verse como una copia de esa afición anglosajona por readaptar clásicos nacionales, pero al menos esta vez es el nuestro.

10. También sirve como experimento. El equipo de la película ha decidido buscar una nueva vía para contar algo que fácilmente interesará a buena parte de los espectadores. Es la oportunidad de disfrutar de una obra rabiosamente mainstream partiendo de un poeta que, no lo olvidemos, ya lo era. Es una película que no gustará a todo el mundo, pero que merece toda nuestra atención, y eso ya es más de lo que puede decirse de muchas otras.