La fiesta del cine español está madurando. Tenía que pasar en algún momento: ya cumple treinta años. No le impresionan las superproducciones -como Regresión de Amenábar- ni le ríe las gracias a los taquillazos -Ocho apellidos catalanes, Emilio Martínez-Lázaro-. Prefiere un cine de autor modesto, poético, social, dramático o aventurero -o todo a la vez-; acoge a lentes más jóvenes, revaloriza las femeninas y ha dejado de mirarse el ombligo del costumbrismo. Paula Ortiz por La novia, Isabel Coixet por Nadie quiere la noche, Fernando León de Aranoa por Un día perfecto y Cesc Gay por Truman, nominados al Goya a la mejor dirección, conversan con El Español sobre la industria, sus expectativas, la gala, las maldiciones de los premios y sus filmes predilectos de este año -sin que se enfade nadie-.
Paula Ortiz ha sido, en esta edición, la más aclamada por las estatuillas. Ya por su primer largometraje, De tu ventana a la mía (2011), fue nominada como mejor directora novel. Esta segunda lanza cinematográfica la ha catapultado definitivamente. "Cuando anunciaron las nominaciones, estaba con el equipo desayunando en un bar. Asier [nominado por la mejor interpretación masculina protagonista] iba leyendo los resultados en el móvil".
Me alegra que sin el apoyo de grandes productoras hayan calado en los Goya filmes modestos con discursos honestos y valientes
"Nos pusimos a saltar, lo celebramos durante todo el día... ni-en-mis-mejores-sueños", silabea, despacio. Confiesa que le alegra que "sin el apoyo de grandes productoras" hayan calado en los Goya filmes modestos que tienen en común "discursos honestos y valientes".
Ortiz cree que este año las películas presentan "muy buena salud en la imaginación", y eso es "un cambio notable": "Hay diversidad, nuevos mundos; más salvajes, más poliédricos. Yo deseo que el cine español no sea sólo uno, deseo que el cine de autor deje de ser algo hiperrealista".
Relevo generacional y ¿paridad?
La directora, de sólo 37 años, revela dos debilidades: "Ricardo Darín y Javier Cámara. Recuerdo un momento de la película en el que no se dicen nada... son una lección de interpretación. Truman es mi favorita, pero reivindico también, sin ser de mi categoría, Requisitos para ser una persona normal [Leticia Dolera]". Ortiz ha observado un relevo generacional -"Nos han dejado entrar", sonríe- y cierto avance en paridad. "Nunca ha sido cuestión de nominaciones ni premios. Es que, estadísticamente, no estamos en el sector, no tenemos voz en los puestos directivos", explica. "La industria sigue siendo muy reticente a confiar a mujeres superproducciones fuertes. Se están perdiendo una mirada".
Los cuatro directores nominados tendríamos que ser mujeres para que los hombres vieran qué se siente siendo excluido
La veterana Isabel Coixet, que arrastra nueve candidaturas, la apoya con firmeza: "Los cuatro directores nominados tendríamos que ser mujeres para que los hombres vieran qué se siente siendo excluido", dispara. "No hablo de sesgar. Nadie quiere la noche está dirigida por una mujer, protagonizada por dos mujeres y escrita por un hombre [Miguel Barros] que conoce muy bien a la mujer y escribe personajes femeninos cojonudos. Vamos a compartir las cosas, vamos a mezclarnos".
No está muy convencida de su éxito en la ceremonia. Intuye que su trabajo podrá hacerse con vestuario, maquillaje y banda sonora, pero no confía en las candidaturas de mejor película ni mejor director.
Tampoco en la victoria de su flamante protagonista, Juliette Binoche -nominada con otra veterana, Penélope Cruz, y dos vírgenes del Goya, Inma Cuesta y Natalia de Molina-: "La veteranía la perjudicará", opina. "Creo que el premio será un espaldarazo hacia actrices más jóvenes". Cuenta que ha hecho una porra con el resto de directores y que su apuesta han sido -"las muy merecidas"- La novia y Truman.
A Binoche la perjudicará la veteranía: creo que el premio a mejor actriz será un espaldarazo hacia profesionales más jóvenes
"Paula ha conseguido hasta que me guste Lorca", se ríe. "Nunca soporté su lenguaje, ni siquiera de adolescente, aunque sea políticamente incorrecto decirlo". Su debilidad personal, más allá de pronósticos, es Un día perfecto. "Fernando León ha trascendido del conflicto de los Balcanes -que conozco bien, estuve allí haciendo dos documentales- y ha logrado que su película hable sobre la estupidez humana".
Aranoa de Bárcenas
El aludido, León de Aranoa, se sonroja vía telefónica cuando confiesa que no ha visto todas las películas, "es más, no he visto casi ninguna": "Mi criterio parcial se quedaría con B de Bárcenas, la echo de menos entre las nominadas. Me gustó mucho el trabajo del protagonista [Pedro Casablanc, nominado a la mejor interpretación masculina protagonista]".
Pero el director premiado por Barrio (1999) y Los lunes al sol (2003) tiene excusa y la emplea. Está en "pleno montaje" del documental de Podemos que prepara desde hace más de un año. "Es un momento obsesivo para mí y me he convertido en un mal espectador de otras películas", bromea.
No he visto casi ninguna película nominada: estoy obsesionado con el montaje de mi documental sobre Podemos
Se muestra satisfecho con las cifras obtenidas con Un día perfecto y, sobre todo, con los buenos comentarios recibidos, no sólo por gente de la industria, sino por personas que se dedican a la ayuda humanitaria. "Recibí una carta de un voluntario que ha pasado por todas las guerras y alababa la manera en que la película lo cuenta, con giros, a veces, de humor, de fábula, de sátira... ésa es la recompensa".
Conjuro contra los extranjeros
¿Y qué hay de la maldición de los actores extranjeros, encantadores elementos decorativos a los que se les nomina pero casi nunca se les premia? "Es real", se ríe. "Benicio [del Toro] habrá sido de los pocos", recuerda. "Habla muy bien de ellos... que hagan el esfuerzo de venir sabiendo que juegan con desventaja, fuera de casa".
Habla bien de los actores extranjeros que hagan el esfuerzo de venir sabiendo que juegan con desventaja
Es Cesc Gay, el cuarto en discordia, el que se muestra más aséptico. Dice que está tranquilo porque sabe que no va a ganar -"Soy muy pesimista y tengo hecho el cuerpo; si cayese, sería un regalo"-: no le quitan el sueño las quinielas, se alimenta de reconocimiento.
Explica que las películas nominadas tienen un mínimo común múltiplo social y que conforman un mosaico del país. Los dos niños de sus ojos -otra vez- Darín y Cámara: "Son el alma de la película", asegura. "Al ser un tema tan trágico como el cáncer, intenté tratarlo con cierto humor, basarlo en la relación de amistad entre hombres, donde hay siempre esa especie de ironía y desafío". Sin olvidarse del peculiar lenguaje entre ellos: el silencio.
Taquillazo es tetrabrick
Dos mujeres y dos hombres que resumen la óptica de un país. Cuatro lupas para escrutar el mundo. Triunfos introspectivos, académicos; sabores hondos sin taquillazos. "No es cuestión de calidad, sino de invesión publicitaria", sostiene Coixet. "Es como si colocan un vino en tetrabrick en todos los supermercados. Pues alguien se lo beberá, ¿sabes? Digo el vino porque, igual que el cine, es un producto muy trabajado. Luego los vinos cojonudos y sin promoción venden cuatro botellas... pero en un concurso no van a premiar al tetrabrick".
Los vinos cojonudos, como las películas, venden cuatro botellas, pero en un concurso no van a premiar al tetrabrick
Paula Ortiz que cree que "hacer cine fácil para vender es un argumento cobarde para los narradores": "No podemos llenarnos la boca diciendo que la gente no quiere historias complejas", señala. "Con todo, el cine de autor no es mejor que un mainstream. Mira Inside out, un peliculón. Cualquier simplificación es empobrecimiento". Todos reconocen que, tras los Goya, suele haber un tirón comercial en taquilla, siempre dependiendo de "la vida" que tenga ya la película.
La gala: reunión larga y con chistes
En cuanto a la ceremonia, los cuatro aplauden que exista un punto "de comunión" entre los profesionales de la industria. "La ceremonia es una reunión muy larga, tediosa y con chistes", ironiza Coixet. "Voy porque es mi deber, pero los Goya me gusta verlos en casa, con unos amigos, bebiendo vino y criticando vestidos. Los Oscar igual, vaya. Otro coñazo", añade, divertida. "Siempre me preguntan '¿De quién son tus zapatos?'. Yo respondo: 'A ver: son míos'".
León de Aranoa también rechaza la "esclavitud de la indumentaria": "Uno se limita a intentar hacer un papel digno", se encoge de hombros. Son directores de focos para dentro, narradores sin laca ni purpurina, autores sin efectos especiales. ¿Será que el cine iba de eso? Nos vemos en la alfombra.