El renacido, la última película del director mexicano Alejandro González Iñárritu, es (o pretende ser) muchas cosas. Una gran historia de venganzas. Una historia épica sobre la cruel conquista del oeste estadounidense en el siglo XIX. Y una historia de supervivencia de un hombre enfrentado a bellos y despiadados paisajes. Los espectadores españoles podrán juzgar a partir de mañana si logra alguno de esos propósitos o todos ellos. De lo que no hay duda es que es, sobre todo, una película a la medida de su protagonista, Leonardo DiCaprio (rumbo a los premios Oscar). Esta es la historia de un rodaje de película:
Primeros planos (de DiCaprio)
Leonardo arrastrándose por el suelo, dejando tras de sí un reguero de sangre. DiCaprio a punto de ahogarse. DiCaprio tiritando, empapado y al borde de la hipotermia, recién salido de un río glacial. DiCaprio atacado por un oso pardo que le muerde, araña y zarandea como si se tratase de un muñeco desarticulado. DiCaprio gruñendo mientras cauteriza, con pólvora y fuego, una gran herida de la que sale la sangre a borbotones. DiCaprio despeñándose por un precipicio. DiCaprio sobreviviendo. DiCaprio llorando, desgarrado ante el cadáver de un ser querido. DiCaprio jurando venganza. DiCaprio huyendo de sus perseguidores. DiCaprio comiendo hígado de bisonte crudo. DiCaprio curándose de sus heridas y fracturas milagrosamente, una y otra vez. DiCaprio, de nuevo, caminando. DiCaprio protegiéndose del frío extremo dentro de la carcasa humeante de un caballo muerto al que acaba de destripar. DiCaprio salvado por un indio. DiCaprio acuchillado. DiCaprio cobrándose venganza. DiCaprio renacido –una vez más. Fin de la película.
"Hay un personaje que lo pierde todo, que va muriendo y renaciendo constantemente”, ha declarado a Europa Press Alejando González Iñárritu. Ambientada en la frontera norte de Estados Unidos durante la década de 1820, según Iñarritu su obra “es una metáfora de la vida, en la que morimos y renacemos muchas veces por muchos eventos".
Escenarios naturales invernales
La práctica totalidad de los 156 minutos de El renacido se rodó en impresionantes escenarios naturales de Canadá y Argentina. "La logística fue muy complicada: bajas temperaturas, terrenos inaccesibles y escenas muy complejas con muy pocas horas de luz y con una coreografía difícil", ha declarado Iñárritu.
Cuando la cámara no está situada a escasos centímetros de Leonardo DiCaprio, Iñárritu consigue –a la altura, por ejemplo, de Anthony Mann- que el espectador perciba la inmensidad de los paisajes en contraste con la insignificancia del hombre que los recorre. La naturaleza como epifanía y como enemiga.
Luz natural
“Queríamos hacer una película visceral en la que el espectador se sumergiese”, ha declarado el director de fotografía de El Renacido, el también mexicano Emmanuel Lubezki, nominado por su trabajo. Colaborador habitual de Iñárritu, Lubezki ha trabajado también en varias películas de Alfonso Cuarón y en El nuevo Mundo y El Árbol de la vida, las dos últimas de Terrence Malick, con quien Iñárritu comparte intenciones trascendentales, maestría visual y, para algunos, una cierta vacuidad discursiva. “Nuestra intención al rodar con luz natural era que la audiencia sienta, así lo espero, que todo lo ve está sucediendo realmente”, ha comentado Lubezki.
Rodar con luz natural supuso un obstáculo añadido a las duras condiciones climáticas y orográficas. Algunos días, la franja horaria óptima para rodar, desde el punto de vista de la luz, sólo era de dos horas. A pesar de las dificultades, Lubezki calcula que el 90% de la cinta se realizó con luz natural. En palabras de Iñárritu: “El cine es luz. La luz no sólo revela las cosas que ilumina. La luz es revelación en sí misma”.
Siendo consecuente con su propuesta, Iñárritu se negó a usar efectos especiales y pantallas croma, salvo en contadas escenas.
Exigencia para todos
Cada día de rodaje se celebraba una reunión en la que se discutían las medidas de seguridad para garantizar que los actores, protagonistas y secundarios, no sufriesen daños. Con temperaturas de hasta 20 grados bajo cero, los actores tuvieron que sumergirse en aguas heladas, ser arrastrados por caballos sobre el hielo o aparecer en pantalla sin apenas prendas de abrigo –los indios siempre se llevan la peor parte, también en esto- cuando en el guion decía que era otoño.
Iñárritu ha destacado el compromiso de DiCaprio con sus exigencias. “Lo que estábamos tratando de hacer era algo tremendamente ambicioso y Alejandro estaba muy encima de todo y no iba a conformarse con menos de lo que él buscaba”, ha declarado el actor en una entrevista con Yahoo movies.
La palabra más usada por todos los implicados para describir la experiencia de rodaje ha sido “intensa”. El actor Tom Hardy (candidato al Oscar al Mejor actor secundario), interpreta a un tipo despiadado causante de muchos de los males de Hugh Glass-DiCaprio y ha tenido que desmentir que llegase a dar un puñetazo a Iñárritu. Según Hardy, actor y director practicaron un poco de lucha libre para “relajar las tensiones”, tras un “intenso” día de rodaje.
Rumbo a los Oscar
DiCaprio se ha peleado con oso, comido hígado crudo y nadado en frías aguas salvajes, ¿si no le premian (por fin) con un Oscar este año, cuándo? A su favor, dicen algunos, está el que compita exclusivamente por su trabajo, dejando al margen si la película hubiera sido más redonda con menos primerísimos planos de su rostro profusamente lacerado.
A partir de mañana, los espectadores españoles podrán juzgar asimismo si Iñárritu merece por segundo año consecutivo el Oscar al Mejor director y otro, también por segundo año consecutivo, a la Mejor película. Sus intenciones eran buenas. “Una película como esta”, ha declarado el director, “es un homenaje a la original tradición cinematográfica, cuando los directores se desplazaban a los lugares, y afrontaban desafíos". "Creo apasionadamente que ese debería ser un ejemplo sobre cómo se debería afrontar el rodaje de una película”.
Críticas positivas y negativas
Con 12 nominaciones a los premios Oscar, El renacido ha recibido críticas que la califican de gran obra de un director en plenitud de facultades (el año pasado estrenó Birdman). Pero también ha recibido otras críticas en las que se le acusa de vacía grandilocuencia y de un guión inverosímilmente irregular –del que Iñárritu es coautor-, centrado en exceso en los padecimientos por sobrevivir del personaje de Hugh Glass, un cazador interpretado por DiCaprio.
La película, según estas críticas, abusa de los primeros planos de DiCaprio, perdiendo de vista el desarrollo de otras tramas que la habrían acercado en grandeza y profundidad a algunos de sus referentes: por ejemplo, el gran tema de la venganza desarrollado por John Ford en Centauros del desierto o la relación entre el conquistador blanco y los pueblos indígenas de la película de Akira Kurosawa Derzu Uzala, a la que El renacido homenajea explícitamente en al menos una escena. The Guardian ha llegado a calificar la película de porno-dolor, por su obsesiva atención durante buena parte del extenso metraje a las heridas del personaje interpretado por DiCaprio.
Lo que pocos niegan a Iñárritu es que ha apostado por una forma de rodar que no está precisamente de moda.