Ricardo Darín odia las galas, los premios y toda la parafernalia que envuelve a las películas. Acude por respeto, como el galán que es, pero si fuera por voluntad propia se quedaba en casa disfrutando de un buen libro. A los Goya fue con la etiqueta de ganador en la frente y salió con un 'cabezón' entre las manos. A pesar de todo se le veía tan contento como cansado y calificaba el éxito de Truman como “impresionante” y “sorpresivo”.
Era la cuarta vez que optaba al premio, pero la primera que lo conseguía. Ni por esas ha cambiado su forma de ver estas ceremonias. “No, mi opinión no ha cambiado para nada, al contrario, siguen sin gustarme. Además cuando no ganas tienes una ventaja muy grande, que te vas a casa. Eso nadie lo valora”, cuenta con el premio entre sus manos y unas ganas terribles de huir a la barra del bar.
La Academia rompe con él la maldición de no premiar a actores extranjeros, pero es que Ricardo Darín también es nuestro. El argentino es uno de los intérpretes más queridos por el público español y ya era hora de que se le reconociera. Él siente ese cariño “desde hace mucho tiempo”. “Esto que ha ocurrido hoy es un abrazo al alma y al oficio, y siento ese cariño de ida y vuelta en la calle”, explica.
En una gala que se convirtió en un escaparate político para Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, sólo Darín se dirigió a ellos en su discurso. Fue alguien de fuera el que pidió a nuestros representantes que “cuiden nuestra cultura”. “Podía estar distraído pero no tanto. Los teníamos ahí juntos y no podíamos dejarlo pasar, porque había presente gente muy importante que en estos momentos tienen que hablar y encontrarse, que es lo más difícil. Eran tantos y estaban tan bien vestidos que no podíamos desaprovecharlo”, explicó con ironía.
Esto que ha ocurrido hoy es un abrazo al alma y al oficio, y siento ese cariño de ida y vuelta en la calle
De quién también se acordó encima del escenario fue de su padre. Al mencionarle no pudo contener unas lágrimas que volvieron a asomar cuando explicaba el por qué: “Cuando estás arriba te quedas inhibido y no puedes decir lo que quieres, así que me puse a sintetizar porque me daba cuenta de que la musiquita ya me estaba llegando y no quería olvidarme de mi padre. Si hay alguien con quien yo viví esta experiencia que vive mi personaje es con mi padre. Cuando lo hago no puedo salir del pantano de la emoción”.
Sin embargo sus compañeros de reparto no estuvieron en su discurso, por lo que pidió perdón a posterior y aprovechó también para volver a demostrar su alergia a las ceremonias, y más si son tan largas como la de los Goya. “Un evento de estas características es largo y te pasa de todo. Tienes cansancio, sed, quieres ir al baño y todo ese tipo de cosas que no puedes hacer porque todos queremos que el evento salga lo mejor posible, así que hay una especie de desgaste. Entonces te das cuenta de que todo lo que tenías pensado decir, lo que hipotéticamente tenías estructurado en tu cabecita para no ser injusto y no olvidar a nadie se empieza a desvanecer y cometes errores”, confesaba recordando sus momentos al recoger su ansiado Goya.
Se refería a nombres como Eduard Fernández, Nathalie Poza, José Luis Gómez o Susi Sánchez, que se prestaron a realizar apariciones minúsculas en Truman por “amor a Cesc y a la película”. Más calmado sí que tuvo palabras de agradecimiento, aunque tampoco excesivas. No era el Darín que estamos acostumbrados a ver. Le faltaba labia y encanto. Lo acusaremos a que se levantó a las cinco de la mañana y estaba “un poco desorientado”.
Más todavía cuando se enteró de que la Academia había elegido su película para representar a España en los premios Ariel de México, una nueva gala a la que tendrá que acudir, aunque antes descansará. Las ceremonias le sientan muy mal: “he envejecido muy rápido en las dos últimas horas”, terminó diciendo antes de levantarse y coger su estatuilla.