Su cabeza es un círculo blanco con el borde a carboncillo. Sus ojos dos borrones negros. Sus piernas dos palillitos y su camiseta un rectángulo a franjas rojas y blancas. Cuatro garabatos son suficientes para emocionar y dar vida a un personaje como Cuca, el joven protagonista de El niño y el mundo, una película de animación de Alê Abreu que apuesta por la sencillez frente a los presupuestos y despliegues tecnológicos de los grandes estudios.
La técnica está al servicio de la historia, y eso lo deja claro este director brasileño que con sus colores pastel y sus formas casi geométricas ha conquistado todos los certámenes de cine del mundo y hasta se atreve a mirar de tú a tú a la todopoderosa Pixar. De momento se alzó como vencedora en el prestigioso festival de Annecy, donde fue elegida como la Mejor película además de llevarse el premio del público. Para completar su paseo triunfal el filme dio la sorpresa y fue nominado para el Oscar a la Mejor película de animación, donde se enfrentará a las favoritas Del revés y Anomalisa. A pesar de ser una película minúscula y una rareza, ha sido seleccionada por encima de películas como Los minions o El viaje de Arlo.
Con esta última comparte la idea de trayecto iniciático, pero lo que en Pixar es subrayado y sobreexplicaciones aquí es sutileza y sencillez. El niño y el mundo no tiene casi diálogos y sigue al pequeño Cuca buscando a su padre, que ha abandonado el hogar para buscar un trabajo mejor. En su trayecto descubrirá la naturaleza, pero también los peligros de la globalización y hasta la desigualdad social. Lo naif de la propuesta no evita que Abreu se atreva a meter conceptos mucho más adultos y complejos.
La idea de la película surgió mientras preparaba un documental animado sobre la formación geopolítica de América Latina. “En una de mis visitas me encontré con un chico que es al que luego he dibujado", no sabía qué historia quería contar, pero todo giraría en torno a un leit motiv claro: “la mirada de ese niño”.
El universo gráfico surgió de la mirada de un niño, y se sitúa en un lugar entre el rigor de la geometría y la libertad del gesto
“El universo gráfico surgió de ahí, y se sitúa en un lugar entre el rigor de la geometría y la libertad del gesto”, explica Alê Abreu a EL ESPAÑOL. Es curioso que actualmente un dibujo tan tradicional y simple sea visto como algo raro. La monopolización de los filmes animados por ordenador ha hecho que olvidemos la base de todo. Algo que comparte el director, que cree que “independientemente de la calidad de las películas” se ha “normalizado este estilo dentro de la cultura pop”. "Esto es por las expectativas de mercado, que siempre busca repetir lo que funciona”, añade.
Edad de oro
El niño y el mundo es la primera película brasileña que opta al Oscar a la Mejor película de animación. Para su director esto es la muestra de que están trabajando en el buen sentido, aunque de forma lenta. “En Brasil no hay ninguna duda de que estamos en una edad de oro. Hace 31 años comenzamos a crear nuestra propia historia en la animación y no hemos dado un paso atrás. Plantamos un montón y creo que estamos cosechando los frutos de esa historia”, cuenta a este periódico.
Por ello rechaza tajantemente que se estén produciendo demasiadas películas de dibujos en estos momentos, en los que se ha visto que es un tipo de cine fácilmente exportable y que suele funcionar en taquilla. "Dónde se producen muchas? ¿En relación a qué? En comparación con los títulos de acción real, por ejemplo, son muy pocas. En Brasil la producción ha aumentado y la industria está en ascenso pero la cantidad la marcará la cantidad de buenas películas que encontremos", zanja.
Su nominación al Oscar es un éxito sin precedentes, pero aun así Alê Abreu trata de quitar peso al asunto asegurando que el que está nominado no es él, sino la película. “Puede que sea una excusa que me inventé para evadirme de alguna manera, pero es lo que siento”, argumenta mientras subraya la importancia de este viaje para “dar voz a la animación brasileña y latinoamericana”.
Mi película y las de Pixar tiene universos muy diferentes y unos presupuestos de marketing y promoción muy desiguales
Sabe que el premio es haber logrado estar ahí y da por hecho que el Oscar será para Pixar, con los que no descarta trabajar siempre que “no tenga que abandonar mis propios principios”. “Ganar es muy difícil, el hecho de haber sido seleccionados es algo muy especial y son películas con universos muy diferentes y con unos presupuestos de marketing y promoción muy desiguales”, comenta.
Después de la gala de los Oscar se pondrá lápiz de color en mano con su nuevo proyecto, Voyagers of the enchanted forest, un filme que bebe de la ciencia ficción de los 70, pero que, también contará otro viaje iniciático desde su peculiar estilo de animación.