William Wallace, Shakespeare, Cleopatra, Juana de Arco, las hermanas Bolena… la lista de personajes históricos que han sido llevados al cine y la televisión es interminable. Sin embargo en esa lista no está Velazquez, o Cervantes, o los Reyes Católicos. El cine español siempre ha tenido complejos a la hora de afrontar su historia. A pesar de que se ha realizado muchas películas de época, la industria no ha posado sus ojos en los nombres reales que cambiaron la sociedad. Hay contadas excepciones. Hemos tenido dos sonados filmes sobre Juana la loca, uno de aventuras sobre Lope de Vega, un par de títulos sobre Goya y hasta una superproducción americana que se atrevió a contar las andanzas del Cid, pero no hay un género consolidado como lo hay en Reino Unido, donde constantemente revisan a sus grandes personajes.
Pero algo ha cambiado, y ese giro ha venido provocado por la televisión. El éxito de Isabel, basada en la monarca española abrió la veda demostrando que a los espectadores les interesaba nuestra historia y que querían verla ficcionada para hacerla más accesible. Sus grandes datos de audiencia provocaron que se diera luz verde a una continuación, Carlos, Rey emperador, y a una película que sirve de nexo de unión entre ambas, La corona partida, que llegó el pasado viernes a nuestra cartelera.
Como si fuera un Juego de Tronos patrio la película relata las luchas de poder entre Felipe el Hermoso, Fernando el Católico y el poderoso Cardenal Cisneros para dar estabilidad a una España que había perdido a una reina a la que adoraban. Los personajes históricos dan el salto para intentar reconquistar el cine. Uno de los responsables de este auge es Javier Olivares, guionista de Isabel, y 'showrunner' de El Ministerio del Tiempo, la revelación de la temporada pasada que basa gran parte de sus tramas en personajes como Velázquez, El Cid o García Lorca.
La historia nos enseña como estamos en el presente, es un instrumento para entenderlo y nos da personalidad como nación
Para Olivares, historiadorde formación, este fenómeno se vivió también con las novelas y se contagió a la pequeña y a la gran pantalla. Algo que ha costado porque “en España la historia se toma de forma muy ideológica”. “No digo que no lo sea, pero se toma como motivo de disputa. No hay mucho análisis y hay mucha pasión”, cuenta a EL ESPAÑOL poniendo como ejemplo los comentarios que ha suscitado el primer episodio de la segunda temporada y por el que les han acusado de “maltratar la imagen de España”.
Este nuevo éxito cree que se debe a que la historia “es nuestro espejo”. “Nos enseña como estamos en el presente, es un instrumento para entenderlo y nos da personalidad como nación”, explica. La misma opinión la comparte Jordi Frades, director de La corona partida, que cree que ver en su película a “todos luchando por el poder” le recuerda a la situación política actual. “El mundo no ha cambiado tanto, en el fondo son seres humanos con las mismas miserias, aunque sean personas de otra época cuando rascas se parecen a nosotros”, añade.
Frades cree que siempre ha habido interés por la historia, pero que ahora todo ha cuadrado para que se cree un 'boom' en torno al género. “Si cuentas la historia y la haces amena el espectador se identifica con esos personajes. Bajas la escultura del pedestal y la conviertes en un ser humano”, cuenta a este periódico.
Didáctico y entretenido
El pasado lunes, cuando se estrenó el primer capítulo de la segunda temporada de El ministerio del tiempo, se multiplicaron las entradas en Wikipedia buscando datos sobre El Cid Campeador, personaje central del episodio. La apuesta de la ficción española por nuestros personajes históricos también se está notando en otros ámbitos. “Damos curiosidad a la gente para que aprendan cosas. Muchos profesores están echando estas series en los institutos. Estamos dinamizando la historia”, opina Javier Olivares orgulloso.
Damos curiosidad a la gente para que aprendan cosas. Muchos profesores están echando estas series en los institutos. Estamos dinamizando la historia
Pero, ¿influye esto a la hora de escribir los guiones para darles un afán didáctico? Para Jordi Frades sí que existe esta voluntad, aunque “no está en primer plano”. “Ahí está la clave del éxito, si la gente tiene la sensación de que es una clase de historia le dará pereza”, analiza. Olivares opina lo mismo, cree que no es su función “dar lecciones” aunque subraya que hay que “trabajar siempre con la mayor ética posible”.
Aunque formar no sea lo principal, desde los guiones prestan mucha atención al detalle y “la documentación tiene que ser absoluta”, cuenta Olivares que recuerda que en Isabel incluían al menos una docena de frases que dijeron los personajes en su correspondencia en cada episodio.
Para Jordi Frades hay que encontrar el equilibrio entre ser fiel al material histórico y la valentía. “No hay que tener complejos, nunca vamos a contentar a todo el mundo. Cuando ves un cuadro, respira trascendencia. Parece que los personajes no fueran ni al baño y creo que para acercarlo al público hay que mostrar su vida íntima. A mí me encantaría ver lo que hablan Rajoy y Pedro Sánchez cuando cierran la puerta de su habitación y hablan con sus mujeres”, dice con ironía. Irreverencia y fidelidad. Las dos características que hacen que las series y películas históricas hayan llegado para quedarse.