Libros de autoayuda, poesía barata, frases de Paulo Coelho y tazas de Mr. Wonderful. Los seres humanos necesitamos que alguien nos explique las cosas de la manera más simple posible, como si fuéramos niños. Mientras intentamos encontrar la solución nos vale cualquier ejemplo de filosofía de baratillo. A lo mejor la respuesta era mucho más sencilla y sólo teníamos que haberles preguntado a ellos, a los más pequeños.
Las verdaderas lecciones las dan los niños, también en el mundo del cine. La última, y gran prueba de ello, es La habitación, nominada al Oscar a la Mejor película, dirección, guion adaptado y Actriz protagonista para una Brie Larson que es la gran favorita al premio. Basada en la novela de Emma Donoghue, que también firma el guion, cuenta la historia de una madre y su hijo Jack de cinco años. Juntos viven secuestrados en una pequeña estancia. Para que el niño no se entere de la dura realidad que atraviesan, la joven inventa un mundo paralelo en el que sólo existen ellos dos y los elementos de la habitación.
La película de Lenny Abrahamson está contada desde la mirada de Jack, y avanza gracias a sus pensamientos contados con la voz en off y los expresivos ojos de Jacob Tremblay (injusto olvidado en la categoría de Actor de reparto en los Oscar). Estos discursos de un crío de cinco años son algo más que el hilo narrativo del filme, son también una lúcida reflexión sobre lo que realmente es la vida. Con un lenguaje naif el joven Jack habla de temas como la maternidad, el ritmo del día a día o incluso la muerte. Estas son las cinco lecciones que nos regala La habitación.
La maternidad
“Érase una vez, antes de yo nacer, llorabas y llorabas y mirabas la televisión todo el día hasta que te convertiste en un zombie. Pero entonces bajé del cielo a través de la claraboya hasta la habitación. Y estaba pateando desde dentro, boom boom, hasta que salí disparado hacia la alfombra con mis ojos abiertos de par en par. Tú cortaste el cordón y dijiste: Hola Jack”.
Así comienza la película. Con este primer monólogo de Jack en el que describe en dos frases cómo era la existencia de su madre hasta que él llegó. Una vida gris que cambió en cuanto vio sus ojos. Un sentimiento común en todos los padres novatos cuando ven a su hijo por primera vez.
La infancia
“Huevos de Serpiente es el amigo más largo y chulo, Baño es el mejor para hacer desaparecer la caca, Lámpara el que más brilla, y tú (a su madre) eres la mejor leyendo y cantándome canciones excepto cuando tienes un Día Ido. Y yo soy el mejor pintando y saltando y creciendo y en casi todo”.
Todo el mundo tenía amigos imaginarios cuando era pequeño. Nunca fallaban y siempre estaban ahí cuando se les necesitaba. ¿Se acuerdan de Bing Bong, el entrañable bicho rosa de Del revés? Pues olvídense, porque aquí todo está pegado a la sucia realidad. Jack personificará cada elemento que encuentra en esa habitación, y hará una serpiente con cáscara de huevos para imaginar aventuras.
Por muchos amigos invisibles, para un niño hay alguien por encima: su madre, a la que en La habitación se refiere como la mejor cómplice posible.
El estrés
“Llevo en el mundo 19 horas. He visto tortitas y escaleras y un gato, y ventanas y cientos de coches y pájaros, y policía y doctores, y al abuelo y a la abuela, y personas con diferentes caras, tamaños y olores hablando al mismo tiempo. El mundo es como todos los planetas de la televisión al mismo tiempo, así que no sé qué mirar o escuchar. Puertas y puertas, y detrás de ellas hay otro dentro y otro fuera y cosas que nunca dejan de ocurrir".
"Hay tanto espacio en le mundo que hay menos tiempo, porque el tiempo tiene que extenderse por todos los lugares como una capa extra delgada de mantequilla. Así que las personas no paran de decir: date prisa, vamos, acaba ya o acelera”.
La habitación tiene dos partes diferenciadas. La segunda cuenta cómo Jack y su madre deben reinsertarse en una sociedad que no conocen. Especialmente un chaval que había vivido toda su vida en un cuchitril regido por unas normas inventadas. El descubrimiento del funcionamiento de la vida real servirá para que explique al espectador cómo el frenetismo del día a día hace que disfrutemos menos las cosas.
La muerte
“Mamá tenía prisa de subir al cielo y se olvidó de mí. Tonta. Así que los aliens la devolvieron para abajo”.
La habitación también se atreve a tratar desde el mismo punto de vista temas más serios, incluso la muerte, o cómo afrontaría un niño la posibilidad de que su madre falleciera. El darse cuenta de que todo tiene un final y que todos estamos condenados a morir, aunque para él esto tiene que ocurrir junto a ella. No da cabida a que su madre pueda abandonar este mundo si no es con él.
La religión
“Hay una calle en una ciudad en un país llamado América en la Tierra, que es un planeta azul y verde que siempre está girando así que no sé por qué no nos caemos. Hay un espacio exterior, y nadie sabe dónde está el cielo”.
Jack, sin saberlo, hace referencia dos veces a otro tema espinoso: la religión. Y lo hace de una forma atípica, ya que nunca habla de Dios. En ese mundo en el que estaban su madre y él no había espacio para ningún tipo de creencia. Por eso este niño no sabe “dónde esta el cielo”, e incluso habla de los aliens en vez de un ser todopoderoso.
En dos horas de película un chaval de cinco años nos hace abrir los ojos igual que hace él cuando ve las nubes y los árboles por primera vez al salir de esa habitación.
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