El director de fotografía Emmanuel Lubezki tenía un plan en El renacido: hacer una “película visceral” en la que el espectador se “sumergiese”. La Academia lo ha reconocido con el Oscar a la mejor fotografía, la tercera estatuilla (y consecutiva), junto con Birdman (2014) y Gravity (2013). El trabajo del especialista mexicano, colaborador habitual de Iñárritu, se fundamenta en el rodaje con luz natural, para “que la audiencia sienta que todo lo que ve está sucediendo realmente”.
La luz condicionó el desarrollo del rodaje y sólo pudieron aprovechar dos horas por jornada, a lo que hay que añadir las duras condiciones climáticas y orográficas. En palabras de Iñárritu: “El cine es luz. La luz no sólo revela las cosas que ilumina. La luz es revelación en sí misma”. El director también trató de evitar los efectos especiales y las pantallas croma. Lubezki calcula que el 90% de la cinta se realizó con luz natural.
'El Chivo', uno de los mejores ilusionistas del momento, tal y como se le conoce a Lubezki, muestra en su cuenta de Instagram los retratos que fue tomando durante el rodaje de la película. Su labor huye de las filigranas y de las estridencias, siempre coherente con la luz: bonita cuando toca, fea cuando deba serlo. Por eso es una cámara tranquila, que no abruma ni agita al espectador. La apuesta es la historia, la luz acompaña.