Antonio Banderas defiende siempre sus películas con uñas y dientes. Da igual que eso signifique jornadas maratonianas de entrevistas y acudir a decenas de programas de televisión. Lo que sea por dar visibilidad al proyecto. Al actor se le nota la resaca de Semana Santa y antes de comenzar la entrevista con EL ESPAÑOL pide un minuto para ver un vídeo en un móvil que le acercan. De fondo se oye El novio de la muerte, el himno de la legión, todo un acontecimiento en las calles de su ciudad, Málaga.
Al ver que lo reconozco comienza a contar emocionado anécdotas sobre cofrades y pasos, hasta que desde fuera apremian para que comencemos a hablar de Altamira, la película de Hugh Hudson que estrena hoy y que cuenta la historia del descubridor de las cuevas cántabras.
¿Conocía la historia de Marcelino Sanz de Sautuola antes de rodar la película?
No, qué va, no la conocía. Sólo la historia que sabíamos todos, que una niña descubrió las cuevas, pero no fue hasta que leí el guion. Ahí vi que había una historia que no nos hablaba sólo de este hombre, sino de todos nosotros, de nuestra capacidad de destrucción. De lanzar opiniones sin tener todos los datos en la mano, de desarrollar ese bichito de la envidia que tenemos todos dentro. Me pareció una historia interesante para reflexionar hoy, porque si tú vas por las calles y preguntas quién es Marcelino Sanz de Sautuola no lo conoce nadie, y en otro país tendría estatuas y sería un hombre reverenciado.
Un descubrimiento que le llevó a enfrentarse a la Iglesia.
Ahí es donde se la juega, da un paso adelante y lo hace a sabiendas de que se iba a enfrentar a poderes fácticos muy fuertes como la Iglesia. Y la bofetada no se la lleva tanto por la Iglesia, porque en el fondo era normal que defendiesen los intereses de la institución. Lo que no esperaba es que el golpe viniera de la ciencia, que también se encontraba en una época de inmovilismo y se chocó con los celos de Émile Cartailhac, que era el ídolo de Marcelino y lo tenía en un pedestal. Lo que hubiera querido es que se hubiera tomado el lujo de ver el descubrimiento, de investigarlo juntos, pero no. Le pegó dos bofetones y le dejó sentado.
El arte tiene su propio camino y hay que desarrollarlo. Tú no puedes crear pensando que lo estás haciendo para los extranjeros
Ahora que se ha metido en la piel de Marcelino ¿Cree que las cuevas se deben abrir al público?
Yo creo que no deberían abrirse al público por el deterioro que se produce. Eso me lo contaba la gente del museo, que las cuevas estaban en un peligro real de ir desapareciendo poco a poco. Creo que existe una obligación por parte de la gente que tiene su custodia de permitir una entrada muy, muy restringida. Yo, por ejemplo, no quise entrar. También por respeto a los científicos y antropólogos a los que a lo mejor eso se les niega e iban a pensar: 'ahora va y entra el Banderas'. Yo lo vi antes de que pasara y dije que no.
¿Cree que la Cultura debería acercarse al turismo y de qué forma?
La Cultura es algo que hay que ofrecer al turismo. Uno de los sueños del artista es que su obra se comparta con mucha gente, enseñar lo que uno tiene siempre es bueno y un orgullo. A mí, por ejemplo, me encanta enseñar la Semana Santa a gente extranjera. Lo veo como una ópera, como un museo en la calle. Se quedan flipados. Ahora bien, el arte tiene su propio camino y hay que desarrollarlo. Tú no puedes crear pensando que lo estás haciendo para los extranjeros. Tiene que nacer de forma natural y luego enseñarlo.
¿Cree que los responsables políticos hacen poco porque la Cultura contribuya al desarrollo económico del país?
Siempre se puede hacer más, esa es la verdad. Pero para eso hay que apoyar al artista en su base, no sólo en la promoción internacional. No vale sólo con las ferias de turismo. Hay que hacer que el artista se sienta a gusto, apoyado. Si no es económicamente, por lo menos estimularle, facilitarle las vías para trabajar. La cultura en España ofrece mucho más de lo que se le da.
Hablaba de proyectos pensados para el extranjero. Altamira está rodada en inglés.
A mi me hubiera gustado rodarla en español, que quieres que te diga. La veo más en español. Pero, desgraciadamente, a día de hoy si quieres hacer preventas, que es lo que te va a financiar la película, o la haces en inglés o te la comes. Ahora con el proyecto de Picasso estamos estudiando la posibilidad de hacerla en los idiomas en los que se desarrolla la historia. Un 80% en español y un 20% en francés, porque el público de Carlos Saura le va a pedir esa pureza. Desde el punto de vista de mi trabajo, hacerlo en inglés me coartaría la posibilidad de ofrecer un matiz, que es mi habla, yo soy malagueño como él.
Te voy a contar una anécdota. Cené con Paloma Picasso hace años en Los Ángeles, y en los postres estaba hablando en español y ella cerraba los ojos y yo pensaba: 'madre mía se está quedando dormida, qué vergüenza'. Entonces le dije: 'perdona si te estoy aburriendo'. Y ella me contestó: 'no, qué va. Es que cuando cierro los ojos veo a mi padre, porque nunca perdió el acento'. Si yo hablo en inglés eso no lo puedo usar y parte del personaje se me va. Pero entiendo a Morena Films, ojo. Por eso yo hice también Autómata en inglés, porque salíamos al mercado y nos compraban la película, si no es muy difícil.
Es que diez millones es un presupuesto muy alto para una película española, ¿hacen falta más obras de esta dimensión?
Esto en EEUU sería una producción pequeña. Puede que hagan falta producciones más grandes, pero para eso hace falta ayuda, y con ayuda no me refiero a la subvención de los cataplines. Se trata, por ejemplo, de bajar el IVA, eso nos ayudaría mucho, la asistencia se dispararía. Mira lo que pasa en 'La fiesta del cine', que bajan las entradas y se llenan las salas. Si del 21 bajáramos al 8%… porque la gente tiene en su bolsillo el dinerito contado y tiene que llegar a fin de mes.
Puede que hagan falta producciones más grandes, pero para eso hace falta ayuda, y con ayuda no me refiero a la subvención de los cataplines
Entonces es usted partidario de bajar el precio de las entradas.
Sí, sí, claro que lo soy.
En la película hay una frase que dice: 'España, tan bonita pero tan injusta'. ¿Usted cree eso?
Sí que lo creo, pero vamos por partes porque no quiero ser injusto. España tiene cosas maravillosas. Somos ingeniosos, tenemos capacidad de improvisación, somos muy listos, pero dentro de nuestros males está el de la envidia… No lo digo yo, eso lo han refrendado grandes intelectuales como Unamuno, Cela, o el propio Picasso. Es un mal que pasa en todos los sitios, en el arte, la ciencia, en la política…
Ya que menciona la política, ¿cómo vive la situación actual en la que no conseguimos formar Gobierno?
Yo lo vivo con tranquiilidad, porque cada vez creo menos que los políticos me vayan a arreglar la vida. La felicidad de cada uno se basa en otras cosas: en el sacrificio personal, en la curiosidad, en leer, en hablar, en salir con mis amigos o ir a conciertos. Cosas que están fuera del ámbito de los políticos, pero parece que no podemos hacer nada sin ellos. Se han erigido en Jesucristo Superstar, van por ahí arreglándonos la vida. Y sí, se necesita la política y tengo mucho respeto por los políticos honestos.
Yo desde el 96 no apoyo a nadie públicamente, aunque ejerza mi derecho al voto, y si veo una cosa escandalosa lanzo una opinión, pero en estos momentos prefiero no unirme a la cacofonía general de pactos, de no pactos y de personalismos. Que hagan su trabajo, que para eso se les paga. Si no consiguen llegar a un acuerdo, a las urnas otra vez hasta que se logre un Gobierno.