Ha sido la voz de la calle. Chus Lampreave es todo lo que somos, todo lo que representamos, la quintaesencia del español de la Transición hasta nuestros días. Ácida, impertinente, chulesca, divertida, aséptica si quiere; y con esa enorme ternura de fondo. Tan entera desde su cuerpo enjuto. Con su mirada ávida, su porte digno y su lengua larga. Ella era España. La mujercita que se hacía la tonta mil veces y de todas venía de vuelta. La abuela, la monja, la suegra, la madre coraje, la eterna portera. Hablándole claro al mundo, siendo incómoda, franca, aguda, raspa en el ojo inagotable. Aquí cinco momentos -cinco rasgos del carácter de la carismática actriz- que quedarán siempre en la memoria del país. 

Vehemente

La flor de mi secreto – Pedro Almodóvar, 1995

En la mesa está con sus dos hijas, interpretadas por Marisa Paredes y Rossy de Palma (a la que llama “cara de ladilla”), con la que establece uno de los diálogos más descacharrantes de la filmografía de Almodóvar:

- ¡¿Y para qué quiero salir, para que me mate un skinhead o para que me pille un coche?! Oye yo no sé qué he hecho a los skinhead, pero no sabes cómo me miran.

- Cómo la van a mirar, si les llama guarros y jipis en su cara. Pobrecicos, para dos que hay en el barrio.

- ¡Y yo qué sé si son skinheads o yupis, si no veo ná!

- Porque no quiere ir al oculista.

Tocapelotas

Mujeres al borde de un ataque de nervios – Pedro Almodóvar, 1988

Pepa (Carmen Maura) espera el ascensor, Iván (Fernando Guillén), su ex novio, pasa a buscar la maleta donde ella ha metido sus pertenencias, los restos del naufragio. En plena tormenta aparece la portera del edificio (Chus), que, claro, no le pone las cosas nada fácil. Ojo a la cancioncilla de Julio Iglesias que canturrea, mientras pasa Maura arrastrando el muerto: “Me va, me va, me va, me vaaaa... me va el sonido de las trompetas del Juicio Final”.

- Volveré mañana y no le diga que he venido.

- Lo siento señorito, pero yo soy testiga de Jehová y mi religión me prohíbe mentir. Yo sólo puedo decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

- Bueno, si no le pregunta no diga nada.

- Pero, si me pregunta le tengo que contar todo con pelos y señales. 

- Adiós.

- Ya me gustaría a mí mentir, pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos… si no, aquí iba a estar yo.

Aséptica

Qué he hecho yo para merecer esto – Pedro Almodóvar, 1984. 

Chus Lampreave es aquí la neurótica suegra con la que Gloria (Carmen Maura) tiene que convivir en un piso de cuarenta metros cuadrados, además de con su marido taxista, dos hijos macarras y un lagarto. El lagarto había sido adoptado por Chus, la Abuela, y fue bautizado con el nombre de Dinero por ser verde como los antiguos billetes de mil pesetas. En esta escena, entra en casa Verónica Forqué -una prostituta cocainómana- y le pregunta por Gloria. Chus la recibe distraída, hermética y chulesca mientras no aparta la vista de su labor de punto.

-Hola, ¿no está Gloria?

-No- dice Chus.

-¿Y dónde está?

-No sé, se fue.

-El caso es que la necesitaba ahora mismo.

-Hija, se pasa el día fuera de casa, no se puede contar con ella para nada. No te digo que entres porque estoy enrollada con el punto. Ah, Gloria [ella aparece por el ascensor], una chica ha venido a preguntar por ti.

-¿Quién?- pregunta Gloria.

-Pero si soy yo...- responde Forqué, confundida.

-Mira, paso total de vosotras, me aburrís. Paso-total- dice Chus, y cierra la puerta, muy señora.

Entrometida

Hable con ella – Pedro Almodóvar, 2002

Darío Grandinetti -en Hable con ella Marco Zuluaga, periodista y escritor de guías turísticas- entra al edificio de Benigno -Javier Cámara- y le pide la llave de su piso a la portera del edificio, Chus Lampreave. La mujer, que no entiende cómo no ha ido a verla la televisión para preguntarle por Benigno, pretende sacarle información a toda costa. Eso sí, después se despide amablemente, como si no hubiera intentado intimidarle.

-¿Ha visto a Benigno?

-Sí.

-¿Y cómo está?

-Bien.

-El pobrecillo no ha tenido suerte ni en la cárcel. Qué poquita publicidad se le ha hecho. Aquí no ha venido ni una mala televisión, ni un mal paparazzi, con tantos programas basuras que hay y ninguno se ha dignado a venir, no sé, a hacerme una entrevista a mí por ejemplo. Es muy triste como están los masa media en este país.

-Sí, en eso tiene razón.

-Ah, a propósito. ¿Usted sabe por qué está Benigno en la cárcel? Es que como es tan calladito, la última vez que vino no me dijo a mí ni pío.

-Benigno es inocente.

-Inocente sí, ya lo sé, pero ¿inocente de qué?

-No lo sé.

-¿Que no lo sabe? Claro que lo sabe, y no me lo quiere decir. Pero yo se lo sacaré.

-Vale, hasta ahora, señora.

-Si necesita algo, ya sabe.

Descarada

Matador – Pedro Almodóvar, 1986. 

Chus es aquí Pilar, la madre de Eva (Eva Cobo), modelo y antigua amante del torero Diego Montes (Ncho Martínez). En esta escena, la policía se presenta en su casa queriendo interrogar a su hija -que presenta golpes en la cara- sobre su violador. Chus abre la puerta y no se corta en pararles los pies.

-¿Qué quiere?- pregunta Chus.

-Policía.

-Sí, ya lo veo. Y qué.

-¿Vive aquí Eva Soler?

-Pues claro, para qué la quieren- continúa, desafiante.

-Anoche la violaron y hemos descubierto al violador.

-¡Uy! ¿A mi hija? Para nada. Me lo hubiera comentado. Lo siento, otro día será- Chus pone cara de circunstancias y se dispone a cerrar la puerta.

-Un momento, señora, alguien llega.

-Mamá, ¿pasa algo?- pregunta Eva.

-¿Y esa herida de la cara?- repone el policía.

-Anoche me resbalé del barro -responde la hija.

-¿No se acuerda usted de la tormenta que hubo? Menudo chaparrón- explica Chus.

Eva comienza a dar explicaciones, la policía insiste en que debe acompañarlos a comisaría.

-¿Pero cómo quiere que vayamos con usted, teniendo la casa manga por hombro como la tenemos? Mire, estoy blanqueando y estoy haciéndolo sola porque no tengo a nadie que me ayude.

-Por favor, señora.

-Yo no puedo acompañarle, porque tengo un cásting- continúa Eva.

-¡¡Tenemos un cásting!!- repite Chus- Por si fuera poco que la casa está empantaná...

-¡No insista, señora, cállese!- grita la policía.

-No me chille -dice Chus, muy despacio y en tono amenazante- porque le puedo meter un paquete...

-Será sólo un momento, señora.

-Si no les importa esperar. Tardaremos media hora o así en arreglarnos. ¡Porque no querrán que vayamos hechas unos mamarrachos a una señora comisaría! Lo peor no es que te violen -se dirige ahora a su hija- es que se lo tienes que contar de pé a pá a todo el mundo.

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