Las modas vienen y van. También en el cine. De repente todo el mundo quería ver películas de terror adolescentes, como Scream o Sé lo que hicisteis el último verano, y cinco años después nadie se acordaba de ellas. Por esas rachas de fama también han pasado las películas de humor gamberro o las comedias románticas. En los últimos años hay un tipo de historias que han comenzado a llegar sin que nadie lo esperara. No responden a un género como tal. Son las películas cristianas. Películas cuyo único mensaje es promover la fe y la existencia de Dios. Dramones que parecen más destinados a las catequesis de los domingos que a los circuitos comerciales. Nadie daba un duro por este cine hace 10 años, pero ahora mismo las productoras han encontrado un chollo.
La última en llegar (se estrena hoy en salas españolas) es Los milagros del cielo. Ya desde el título se deja claro qué nos va a contar el filme y a quién va a dirigido. Basado en un libro del mismo título, la película de Sony se basa en “la increíble historia real” -así se vende en el tráiler- de Anna, una chica de 12 años con una enfermedad incurable que tras vivir una experiencia cercana a la muerte se recuperará del todo de su problema de salud. Los médicos no encuentran una explicación, así que la solución es fácil: un milagro. La fe y la religión como cura para todos los problemas.
Los cines se han convertido en las nuevas iglesias, que han optado por popularizar su mensaje y hacerlo accesible a un público alejado de las misas. Mientras los últimos informes manifiestan un descenso en el número de personas que se califican como creyentes, aumentan las películas dirigidas a ellos y siguen funcionando en taquilla. En EEUU un 73% de sus ciudadanos se consideran cristianos, mientras que el número de personas que no creen en ninguna religión ya supera el 20%. En 1990 la cifra de cristianos era de un 88,3% según el American Religious Identification Survey (ARIS). En España un 69,3% son católicos, la cifra más baja de los últimos cinco años, según el último informe del INE.
Baratas y rentables
La burbuja de las películas cristianas está lejos de pincharse. La fórmula funciona, las películas son muy baratas y recaudan con creces su presupuesto. Su mercado de explotación siempre se ha ceñido casi por completo a EEUU, pero con Los milagros del cielo ha preparado su desembarco en otros mercados. En España ha llegado con 169 salas, casi el mismo número que se reservaron para la Julieta de Almodóvar (185).
En su país la película ya roza los 60 millones de dólares, más otros cinco que hizo en México y con muchos lugares por estrenar. Su presupuesto: 13 millones. Las cuentas salen. El récord lo tiene El cielo es real, que en 2014 y con un coste de 12 millones recaudó 91 sólo en su país y otros 10 en el resto del mundo. Su sinopsis no deja lugar a dudas, es una película por y para cristianos: "En un pequeño pueblo, un padre debe reunir el coraje suficiente para contarle a todo el mundo una extraordinaria experiencia que ha cambiado la vida de su hijo: tras una operación en el hospital, el pequeño, de tan solo cuatro años, afirma haber estado en el cielo y haberse sentado en el regazo de Jesús. Todos creen que son imaginaciones del niño, pero este demuestra saber cosas imposibles de saber".
Una pequeña película cristiana amasó más dinero que las últimas entregas de Terminator o la serie Divergente. Del mismo estilo arrasaba en agosto del año pasado Un lugar donde rezar (70 millones para un coste de tan sólo 3) y God's not dead, que supuso un nuevo hito en este tipo de cine, ya que fue la primera que ha tenido una secuela, God's not dead 2, que este año se estrenaba en EEUU con mucho menos éxito que su predecesora. A esto hay que sumar las nuevas películas bíblicas como Noé, Exodus o Resucitado, que también han traído a los cines historias que parecían haber pasado de moda.
Hollywood ha encontrado un nicho de público que no sabía que existía y que hasta ahora no visitaba las salas. Los cristianos practicantes no se sentían atraídos por los blockbusters actuales y esperaban que alguien les dieran películas sentimentales que apelaran a sus valores. Para Steve Robbins, analista de taquilla en Boxoffice.com este éxito se debe en parte a unas estrategias de comunicación muy inteligentes y dirigidas a su público base: “Hace 30 años la televisión pública trataba de gustar a todo el mundo. Ahora saben que pueden alcanzar a una audiencia de nicho con poco esfuerzo. Crean campañas para estas películas que se dirigen a aquellos que van a la iglesia y que buscan algo que no estaban encontrando ahora en los cines. Además, cada vez están adquiriendo más atención por parte de los grandes estudios”, contaba al periódico británico The Guardian.
Antes de que acabe 2015 se estrenarán en EEUU otras tantas historias religiosas, a las que hay que sumar todas las que llegan directamente al mercado de DVD y a los canales de pago de la televisión norteamericana. La religión vende, y Hollywood lo ha sabido aprovechar.