Cuando se estrena una película todos los focos se dirigen a los actores y el director. Nadie se acuerda de todos los que están detrás durante el rodaje, o de aquellos que tienen la labor más importante de todas: conseguir el dinero para que el proyecto pueda levantarse. Los productores son una profesión desconocida para el gran público. Pero para que se estrene Lo imposible, Open Windows o Intruders son imprescindibles.
Uno de los productores españoles que ha conseguido que su nombre vaya unido al de sus películas es Enrique López Lavigne. Con su compañía Apaches ha producido los mayores éxitos del cine español reciente (las obras de Bayona), pero también los títulos mas arriesgados, como Gente en sitios, de Juan Cavestany.
Lavigne presenta ahora Toro, una película de venganza con un estilo visual atípico en nuestra industria. Se define como 'productor cineasta' y no tiene miedo en reconocer que se involucra en todos los aspectos de la película. "Soy muy invasivo", explica a EL ESPAÑOL con motivo del estreno del filme de Kike Maíllo que inaugura el festival de Málaga
Con Toro ha hecho un thriller ariesgado.
Sí, porque intenta crear un universo que no existe, y los mayores elementos de empatía son las cosas que conoces, construir un mundo es un poco más sofisticado. La gente luego está con esta cosa referencial que es incierta, que me imagino que es por los colores, me gustaría preguntarle a la gente si es que los colores son de Winding Refn y no de Dario Argento o de Vincent Minelli. Y el cine coreano, Kike Maíllo no ha visto una peli en su vida.
Todos los periodistas comentábamos a la salida esas referencias.
Eso es porque nos gusta el cine, pero lo hemos entendido como algo negativo, como si no tuviera nada que contar, o ninguna inquietud formal, y entonces copio otras cosas que se hacen, eso es pensar mal.
Me gustan los retos, aunque te confieso que estoy cada vez más desgastado, es un camino muy complicado y solitario
Tampoco tendría por qué ser negativo copiar a otros.
No, pero en cualquier caso ha habido muchas críticas que decían que Kike no tiene universo personal y que copia a Winding Refn, a mí también me gusta el director, por supuesto pero no ha habido una intención de recrear su universo, sino el universo de Kike Maíllo, y estaba en el guion, queríamos construir un tipo de historia que en España no se hacen.
¿Esa diferenciación es lo que le llamaba la atención del proyecto?
Yo estoy identificado con las películas difíciles, con muchas ambiciones. Ya sean estéticas, como Intacto, artísticas como Gente en sitios o industriales, como Lo imposible, que abrió barreras. Me gustan los retos, aunque te confieso que estoy cada vez más desgastado, es un camino muy complicado y solitario. En esta película la intención era hacer un thriller muy entretenido, con los actores que más gustan de este país, meterles en un vehículo no tan convencional y que contemos algo que está pasando, porque aunque sea exagerado tiene un poso de cuento o incluso social.
La película es muy violenta, ¿no le asustaba a la hora de vender el proyecto?
Cómo no me voy a asustar, sería un irresponsable si no lo hiciera. Lo que pasa es que yo creo que tanto Antena 3 como Universal han creído en la adrenalina visual de Kike Maíllo. Eso es un aliciente para la gente que quiere ir al cine. Las películas cada vez se parecen más entre sí.
¿Pasa eso en España, que algo funciona y lo copiamos una y otra vez?
Sí, entiendo ese cuestionamiento por ejemplo en el thriller. Hacía años que no lo hacíamos y de repente las películas que funcionan son thrillers. Hay algo que está sucediendo, y es que el cine negro está contando lo que sucede en nuestro país. Un común denominador de ellas es la injusticia social y el cabreo monumental de la clase media.
En Apaches alternáis proyectos muy industriales como Lo imposible, con otros de autor como Gente en sitios, ¿cómo encuentran el equilibrio entre esos dos estilos tan diferentes?
Cada vez tenemos que ser más conservadores, es una particularidad del sector ahora mismo. La ley nos obliga a eso, nos obliga a sentarnos en la misma mesa con un distribuidor, con una televisión privada y todos los 'players' del sector. De ahí sale un consenso, y ese consenso plantea un escenario con menos riesgo.
Los productores cada vez tenemos que ser más conservadores, es una particularidad del sector ahora mismo. La ley nos obliga a eso
¿Hay miedo de que desaparezcan las películas que toman riesgos?
La clase media del cine ha sido aniquilada, ha desaparecido. Porque los hábitos de consumo, la forma de consumir una película se adapta a las opciones más espectaculares y eso va hacia el top ten. Es decir, las películas que están fuera de la distribución a gran escala, no tienen la opción ni de ser rentables en taquilla, para eso está ese modelo de transformación que son las plataformas de video on demand, que nos van a plantear un mercado en el que ciertas películas sólo se podrán hacer con estas plataformas. En este ajuste de estos dos universos, muchos productores nos hemos tenido que reconvertir.
Este año entró en vigor la nueva Ley del Cine con la reforma en las ayudas. Estamos en abril y acaba de ser convocadas, es decir que hasta agosto no hay dinero… ¿Cómo afecta esto a la producción?
Al final el que paga la consecuencia es el director, el productor… los que tenían previsto hacer las películas este año. Yo tengo cuatro películas que están pendientes de empezar a rodarse y que se están retrasando a consecuencia de que no esté en vigor esta ley, y esto te afecta personal y profesionalmente. Lleva a la empresa a una situación insostenible, llevándome a optar por opciones de financiación que no estaban planteadas y pensando incluso en dejar de hacer esas películas.
Yo tengo cuatro películas que están pendientes de empezar a rodarse y que se están retrasando a consecuencia de que no esté en vigor esta ley
¿Cree que esto es fruto de que es el primer año?
Creo que es el primer año y que la ley se irá matizando. Esto va a plantear un filtro en el mercado, y habrá un mercado alternativo que creará sus películas al margen, porque la ley no será para todos.
¿Entonces es de los que piensa que favorece a las cadenas privadas?
Difícil… La ley está buscando una fórmula para dirigir un fondo de garantía que ahora es muy escaso, pensar que 40 millones pueden sostener una industria como el cine en un país europeo… ahí es donde hay que mirar. La ley es un filtro, si tuviéramos 400 millones como en Italia seguramente no estaríamos hablando de ello. Lo grave ahora mismo es que no hay un Gobierno, no hay una regulación sobre lo que va a ser el cine. Las industrias culturales son muy rentables para los países, pero también educan y construyen la identidad del país, pero eso lo hemos olvidado. Necesitamos que los siguientes gobiernos consideren que esto es un negocio.