El cine español no tiene estrellas
La industria del séptimo arte busca su 'star system'. Actores que arrastren a las masas a las salas sólo porque su nombre salga en el cartel, pero el público es infiel y casi nadie lo consigue.
14 mayo, 2016 01:55Noticias relacionadas
Hay actores que sólo con nombrarles se genera dinero. Su imagen es sinónimo de éxito y todo lo que tocan se convierten en oro. Reyes midas del cine que, además, aprovechan su estatus para protagonizar campañas promocionales que les mantengan en el candelero mientras se embolsan millones de euros. Cada año Forbes publica cuáles son los intérpretes más rentables de Hollywood. El 'star system' en el que confiar para tener un pelotazo entre manos. Hay gente infalible, como Jennifer Lawrence, que da lo mismo que protagonice una saga adolescente como Los juegos del hambre o La gran estafa americana. Todos funcionan. Otros habituales de este top ten son Robert Downey Jr o Vin Diesel. Estrellas que sólo con poner su rostro en el cartel mueven masas.
¿Y en el cine español? ¿Hay actores que arrastren a la gente a las salas? A priori es evidente que hay nombres que las productoras repiten constantemente en sus títulos y que se usan como gancho comercial en los trailers y promociones, aunque al analizar los datos de los intérpretes más populares de nuestra industria se descubre que nadie es infalible. El público español no muestra fidelidad ante ningún actor. Ni siquiera los ídolos de adolescentes aseguran una buena taquilla. Es más, el público muestra más devoción por el nombre del director, que por el de sus protagonistas.
Los actores
Sólo un nombre demuestra tener asegurado el cariño del público. No es un veterano, tampoco es el más reconocido, de hecho tiene una carrera incipiente y mucho futuro por delante. Se trata de Dani Rovira. Todavía no ha dado un traspiés y todas sus películas han sido un éxito. Debutó con Ocho apellidos vascos, que consiguió más de 9 millones de espectadores y por la que ganó el Goya al Mejor actor revelación. Faltaba comprobar si era flor de un día o una de las pocas estrellas que fabrica el cine español.
Ahora o nunca, su comedia romántica junto a María Valverde, demostró que el público veía algo en él. 1,3 millones de entradas vendidas lo demostraron. Hasta en Atrapa la bandera, donde puso voz al villano, reventó la taquilla con casi dos millones de espectadores. La secuela del taquillazo, Ocho apellidos catalanes, le confirmaron como el amuleto de la suerte de la industria. María Ripoll, su directora en Ahora o nunca, explicaba a este periodista que su éxito radica en su naturalidad: “El cine español necesita estrellas más reales, que conecten, que sean cercanas”, decía poniendo como ejemplo a Rovira.
Detrás de él habría que colocar a Santiago Segura, que casi siempre que protagoniza un filme funciona entre el público. Algo provocado por el éxito de la saga Torrente, a la que se limita casi en exclusiva su labor interpretativa. Además de protagonizar decenas de cameos se ha dedicado a dar vida al casposo detective. Hasta en su quinta entrega, en la que ya dio síntomas de agotamiento superó el millón de espectadores. En las anteriores llegó a su cima cuando más de cinco millones de personas pagaron por ver Torrente 2.
Eso sí, la carrera de Segura tiene una mancha: El gran Vázquez. El filme por el que recibió sus mejores críticas pasó inadvertido para sus seguidores, lo que hace pensar que el verdadero gancho del actor, tiene que ver más con su personaje. En el filme de Oscar Aibar sólo congregó a 138.801 personas en las salas.
Otro de los jóvenes que uno asocia a taquillazo es Mario Casas. Suyo es parte del éxito del díptico adolescente que formaron Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti, que le convirtieron en ídolo adolescente, pero lejos de ese registro sigue sin convencer al resto de público (aunque el pelotazo de Palmeras en la nieve puede cambiar esto). La mula sólo llevó a 78.774 personas a las salas, Ismael a 199.571, y Mi gran noche rozó el medio millón, aunque todo el mundo esperaba más de la comedia de Álex de la Iglesia. La prueba de que cuando Casas se pone serio la taquilla no responde igual es que todavía está pendiente de estreno Los 33, el filme sobre los mineros chilenos que coprotagoniza y que se ha retrasado en varias ocasiones. Y eso que junto a él hay un reparto internacional que incluye a Juliette Binoche y Antonio Banderas.
Precisamente el malagueño es otra de las personas más populares de la industria. Uno de los primeros españoles en hacer carrera en Hollywood, pero al que el público no sigue en sus aventuras españolas. La última, Altamira, un proyecto de 10 millones de euros con reparto y director internacional se ha estrellado en taquilla y supera por poco el millón de recaudación y los 150.000 espectadores. Peor le fue a Autómata, su aventura de ciencia ficción rodada en inglés para favorecer las ventas internacionales y que aquí vieron 49.476 personas. Su último filme español con buenos resultados fue Los amantes pasajeros, y su presencia era testimonial.
Tampoco le ha ido mucho mejor a nuestro otro actor internacional. Javier Bardem hace años que no protagoniza un filme español (más allá de su pequeño papel en Alacrán enamorado), pero es que sus aventuras en EEUU tampoco han encontrado el respaldo de la gente. Caza al asesino, un thriller con Sean Penn no llegó ni a 90.000 espectadores, y To the wonder, junto al director de culto Terrence Malick se quedó en 34.060, según datos del Ministerio de Cultura. Ni siquiera El consejero, el thriller de Ridley Scott con Michael Fassbender, Cameron Diaz, Brad Pitt y Penélope Cruz, arrasó: 442.628 espectadores, cifra corta para un filme de estas características.
Uno de los más fiables es Luis Tosar. A pesar de su larguísima carrera se pueden contar pocos batacazos. Es verdad que Toro no está funcionando como debiera, y que Ma ma fue uno de los fracasos más sonados del curso pasado (139.173 espectadores), pero cuando apuesta por el thriller de acción es una baza segura. Cien años de perdón, El desconocido o El niño lo demuestran.
Es en el cine más personal y de autor cuando el espectador desconecta: A cambio de nada no pasó de 126.000 espectadores (pese a ir de la mano de Warner), Musarañas de 134.831 y Operación E, donde era el protagonista absoluto, ni llegó a los 100.000.
Las actrices
Los datos muestran que no hay un equivalente femenino para Dani Rovira. No hay una actriz que sirva como reclamo absoluto de una película, principalmente porque sigue siendo una industria machista a la que cuesta poner a una mujer al frente del reparto. Lo más cercano a una gran estrella es Clara Lago, que ha estado presente en tres de las películas más taquilleras del cine español de las últimas décadas: las dos partes de Ocho apellidos y Tengo ganas de ti, pero además ha participado en otros pelotazos como Ahora o nunca o Primos, y protagonizado filmes que han sorprendido en la taquilla como La cara oculta, que con un buen boca a boca y no mucha promoción llegó a los 400.000 espectadores. Su carrera es de las que menos fracasos presenta. El último fue Quién mato a Bambi, que vendió 147.323 entradas y en el que participó antes del fenómeno Ocho apellidos vascos.
Dos de las mujeres más populares de nuestra industria, Maribel Verdú y Penélope Cruz, no lo demuestran en las salas. A pesar de su nombre y su carrera no son un seguro de vida en taquilla. La primera apuesta por un tipo de cine más pequeño, pero a pesar de los premios y las candidaturas nunca despegan. Desde Los girasoles ciegos (2008) ninguna de sus películas ha superado el medio millón de espectadores. Lo más cercano han sido sus dos Goya por Blancanieves (208.767 espectadores) y 7 mesas de billar francés (225.000 espectadores).
Penélope Cruz, por su parte, sólo muestra fuerza cuando se une con su director fetiche, Pedro Almodóvar. Su regreso al cine español de la mano de Medem fue un fiasco, pero es que dos supuestos blockbuster de Hollywood como Zoolander 2 y Agente contrainteligente sólo han concentrado 126.837 y 152.926 espectadores respectivamente.
Un de las actrices que parecía que todo lo que tocaban se convertía en éxito es Belén Rueda, que empalmó taquillazos como Mar adentro, El orfanato, El cuerpo y Los ojos de Julia, pero que ha dejado de ser un reclamo para grandes estrenos. Su último filme, La noche que tu madre mató a mi padre, podía haber sido una comedia estrenada en 300 salas, pero lo ha hecho en 100 y con poca promoción, igual que lo hicieron sus filmes más pequeños y de autor como No tengas miedo, de Montxo Armendáriz, que no llegó a los 100.000 tickets vendidos.
La estrella es el director
Hay dos nombres en el cine español que tampoco han fallado en taquilla. No son actores ni actrices. Sino directores. Es raro que un realizador genere tal fenómeno fan que sólo su nombre sea atractivo para el público. No lo es Álex de la Iglesia, que con filmes como La chispa de la vida se estampó. Incluso Almodóvar ha visto con Julieta que no es infalible (aunque todas sus obras anteriores triunfaron en salas).
Eso no ha ocurrido con Alejandro Amenábar ni Juan Antonio Bayona. Desde que despuntara con Tesis, Amenábar ha vivido un idilio con el público. Incluso con Regresión (1.438.000), de la que se esperaba mucho más, superó la barrera del millón de espectadores. Un lujo al que muy pocos llegan. Con sólo dos películas ocurre lo mismo con Bayona. El orfanato fue un taquillazo descomunal, con 4,4 millones de entradas vendidas. Algo inusual para una ópera prima. Unas cifras que quedaron empequeñecidas por las de Lo imposible (6,1 millones de espectadores). Este año llega su tercer filme, Un monstruo viene a verme, y todo hace indicar que volverá a ser la película española más taquillera del año.
El 'star system' de España se reduce a cinco nombres, lo que confirma que el público es infiel por naturaleza, y valora más el proyecto y la campaña de promoción que el nombre del actor que lo interpreta. Los fenómenos fans no acompañan a nuestro cine, a no ser que Dani Rovira diga lo contrario.