Le hemos visto como enfermo de cáncer, como policía y hasta como cura, pero nunca callado, taciturno. La verborrea argentina es una de sus señas de identidad, su arma para seducir al espectador. Por eso llama la atención ver a Ricardo Darín en un papel como el de Capitán Kóblic, donde hace de la contención una virtud. Su personaje, un antiguo piloto de los vueltos de la muerte de la dictadura drgentina que busca escapar de todo, es un reto y una vuelta de tuerca para la imagen que el público tiene del intérprete.
Esta coproducción hispano-argentina (que ha contado con el respaldo de Atresmedia Cine) es su primer filme que llega a las salas españolas tras ganar el Goya por Truman. Una mirada sobre una de las partes más oscuras de la historia de su país que le ha dejado emocionalmente tocado. Un reto para alguien que hace fácil lo difícil, y que con su naturalidad desarbola al más reacio. Aquí se tiene que despedir de sus recursos y tópicos y asomarse al vacío. Lo hace de la mano de Inma Cuesta, que le acompaña con un sorprendente acento argentino.
El actor ha venido a presentar la película a Madrid, donde ha atendido EL ESPAÑOL. En una pequeña sala de proyección Darín camela con cada respuesta. El don de la cercanía y de siempre sonar auténtico no sólo lo tiene en la gran pantalla, sino también en las distancias cortas y hasta mientras se toma un caramelo para la garganta.
Este personaje es todo lo contrario a lo que solemos ver de usted, casi no habla.
Me gustó que el personaje no dijera mucho, pero es que tampoco podía hacerlo porque no tiene mucho para declarar. Además, durante rodaje nos dimos cuenta de que había que suprimirle más declaraciones, porque cada vez que hablaba nos encontrábamos en un embrollo. Nos preguntábamos que por qué decía eso, o por qué mentía. Así que nos dimos cuenta de que la procesión iba por dentro. Un fugitivo obviamente no tiene muchas oportunidades de contar de dónde viene y por qué y nos encontramos con este planteamiento.
¿Le costó mucho esa contención?
Sí, porque el texto es una herramienta increíble. Los actores puteamos cuando tenemos grandes párrafos, pero el texto es una herramienta valiosísima que sólo valoramos cuando no la tenemos. Es difícil lograr transmitir lo que le ocurre a un tipo internamente, sin declaraciones. Nos empezamos a circunscribir a una serie de estados que se parecen mucho unos a otros, es muy complejo.
Los actores puteamos cuando tenemos grandes párrafos, pero el texto es una herramienta valiosísima que sólo valoramos cuando no la tenemos
¿Cómo fue el rodaje de los flashbacks en los que se recrean los vuelos de la muerte?
Fueron una escenas durísimas. Eso se filmó aquí, en cuatro vientos y fue durísimo, sorpresivamentre durísimo, ingenuamente duro. No lo esperaba, porque la palabra escrita, por muy horroroso que sea, es algo que estás leyendo, pero ponerlo de pie, en cuerpo y alma… Estar dentro de ese avión, tratando de recrear esa atmósfera, sabiendo que todas esas vidas dependen de un loco de mierda que está armado… todo eso que duró días, porque estuvimos días haciéndolo, nos sumergió en un estado emocional muy difícil de describir, porque yo con la cabeza no paraba nunca de viajar y decir: ¿cómo pudo ser? ¿en qué estaba pensando esta gente? ¿qué nivel de impunidad y de crueldad estaban manejando?
Hay cosas que no pusimos en la película deliberadamente para que no fuera morbosamente perverso. A muchos los abrían a cuchillo antes de tirarlos al mar para que no flotaran y aparecieran en la superficie. Estamos halando de chavales, chicos de 21, 22, 25 años… en qué pensaba esa gente. También es ingenuo e infantil hacer esta pregunta, porque la historia de la humanidad está llena de horror, perversión y crueldad innecesaria e injusta. Pero esto está tan cerca... cuando hablamos de las perversiones del Imperio Romano decimos, bueno, fue hace 2.000 años, pero es que esto está muy cerca. Ayer entra un loco de mierda homófobo y se carga a 50 personas, hay una parte de nuestra especie que está mal armada.
¿Cree que es necesario que el cine recuerde la parte más oscura de nuestra historia?
No sé si era necesario hacer esta película, vivimos en una época digital, de avance de las comunicaciones, pendiente de los teléfonos y nos olvidamos de lo que pasó antes de ayer, eso nos lleva de alguna manera a creer que todo lo que oficie o actué para que, por lo menos, no nos olvidemos de lo que ocurre está bien, dependiendo del angulo de enfoque claro, pero no está mal tener memoria.
Aquí hay un sector de la población que se queja de que se hacen muchas películas sobre la Guerra Civil española.
Se deberían hacer muchas más, porque lo que ocurrió aquí no resiste al análisis. Estamos hablando de una Guerra Civil entre hermanos, de un derramamiento de sangre innecesario, un delirio injustificable. Eso genera tanto dolor cruzado de un lado y de otro, que se entremezcla y es dificilísimo ponerlo en superficie. Aquí tácitamente se ha establecido un acuerdo rarísimo por el cual, no sé… Yo creo que todos los días habría que hacer una película sobre ello para tratar de averiguar qué carajo pasó. Cómo pudo pasar. Yo estoy de acuerdo, igual que lo estoy con que en el cine tenga que haber de todo, como en la literatura, como en el arte. Hay que tener la libertad de hablar de lo que queramos, pero es que lo otro es barrer debajo de la alfombra. Esto pasó, ya está. Es que somos tan incongruentes que además volvemos a cometer los mismos errores, y la falta de memoria, muchas veces, opera a favor de eso. Hay que analizar los mecanismos que permitieron que eso ocurriera. Si el horror no se puede analizar, vamos a ver qué ocurrió antes para que el horror fuera posible, así que me parece necesario no olvidar.
Es que somos tan incongruentes que además volvemos a cometer los mismos errores, y la falta de memoria, muchas veces, opera a favor de eso, así que me parece necesario no olvidar
La película usa los códigos del western. ¿Le interesó para aceptar el papel?
Me interesó eso, pero también muchísimo el tratar de adivinar qué tiene un tipo como este en la cabeza cuando dice: yo esto no lo hago. A pesar de que ya sabe que hay rumores de que algo está pasando, pero de repente le dicen que tiene que hacerlo. ¿Qué pasa en la cabeza para decir no lo hago? Me gustan los personajes complejos, atormentados, pero este me pareció un atormentado a un nivel poco frecuente, porque no tiene redención posible. Al formar parte de un grupo en el que ocurrió eso, de alguna forma está comprometido. Por eso había que tener mucho cuidado en no convertirlo en un héroe, porque cinematográficamente la exigencia son goles, así que tuvimos mucho cuidado. El duelo con el comisario, que tiene que ocurrir, estaba planteado de otra forma, pero cuando lo vimos parecía que salía convertido en un superhéroe y no queríamos redimir al personaje.
Todos sabemos que el cine tiene esas dicotomías, que de pronto un tipo mata a 50 personas pero como es para salvar a su hijo no pasa nada, esas locuras del cine… pero en este caso teniendo en cuenta que estábamos metiendo los pies en una cuestión histórica muy sensible para la Argentina, no queríamos convertirlo en héroe ni nada que se le pareciera.
¿Tuvo alguna película del oeste como referencia?
Sabes qué pasa, yo entiendo y respeto que los directores a la hora de tener que armar la película y enfrentarse al director de arte y de fotografía tengan referencias para que todos sepamos, pero como actor no me sirven las películas de referencia porque en el combo viene implícito varios ítems que no sé si voy a querer tener. A veces no te queda más remedio porque necesitas información real de ciertas cosas. Si es sacerdote cómo se da misa, si es un médico cómo se hacen tales cosas… lo esencial. Pero para lo que forma parte del espacio emocional de los personajes prefiero no tener películas de referencia porque son muy tóxicas. ¿Hasta qué punto tienes la garantía de que vas a quedarte con lo que te sirve y vas a desechar lo que no? ¿Y si se te filtra y ya te queda como algo cargado? Es complicado.
Siempre dice que no juzga a sus personajes, pero no sé si en esta ocasión por la carga moral que tiene le ha costado más.
Cuesta, pero la obligación de uno es no juzgarlo a priori, porque si no el personaje no va a ser lo que tiene que ser, si pasa el filtro de mi censura y entonces yo creo que el tipo es un hijo de puta por una cosa u otra, eso al final va a impregnar lo que yo trato de componer. A veces lo consigues y otras no, pero como premisa no les juzgo a priori, después como espectador si que los puedo juzgar.