La lucha por la igualdad de los derechos de la comunidad LGTB también se ha vivido en el cine. Poco a poco se han ido rompiendo todos los tabúes existentes y las diferentes opciones sexuales son tratadas con normalidad y no cómo un rareza. Una batalla que todavía no está ganada, ya que sigue siendo noticia que un actor hable de sus preferencias sentimentales e incluso se les señala al hacerlo.
En este camino de apertura el cine tiene que agradecer mucho a nombres como Pier Paolo Pasolini, Peter Greenaway, Pedro Almodóvar o John Waters. Cineastas tan diferentes como libres, que desde hace décadas mostraron sin tapujos todo tipo de sexualidades. Gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, todos se vieron reconocidos en algunas de sus obras. Ellos fueron los primeros, pero hubo otros muchos que siguieron su estela.
Es inevitable hablar de la importancia de películas como Brokeback Mountain o Philadelphia, pero para celebrar el día del Orgullo LGTB hay que descubrir cinco joyas que, en los últimos años, trataron con naturalidad y sentimiento al colectivo. Un evento cuya celebración se remonta al 28 de junio de 1969, cuando tuvieron lugar los conocidos como disturbios de Stonewall (Nueva York), que marcan el inicio de la lucha por los derechos de los homosexuales.
'Krámpack' (2000)
¿Cuáles son los límites entre el amor y la amistad? ¿Cómo es el despertar sexual en un adolescente gay que todavía no lo ha confesado? Momentos difíciles que Cesc Gay retrata con su mirada limpia y cotidiana en Krámpack, su segunda película y una de las aproximaciones a la adolescencia más refrescantes. Dos amigos veranean juntos y aprovechan para conocerse sexualmente mientras tontean con las chicas del pueblo. Lo que para uno es un juego para otro se convierte en algo más.
El despertar del amor entre dos jóvenes tratado con una sensibilidad que hace que parezca fácil lo difícil. Si a eso le unes las interpretaciones de Fernando Ramallo y Jordi Vilches tienes una joya del cine LGTB y el nacimiento de un cineasta que se consagraría con Truman.
'La vida de Adèle' (2013)
Si Brokeback Mountain supuso una cima en el tratamiento de una relación entre dos hombres, La vida de Adèle hizo lo mismo para el lesbianismo. Desde su presentación en el Festival de Cannes dejó al público roto por la delicadeza que rezuma en cada plano, pero también por la realidad a la hora de tratar el sexo como parte fundamental de una pareja.
Ganó la Palma de Oro por unanimidad en una edición en la que muchos se preguntaban si el presidente del jurado, un tal Steven Spielberg, se atrevería a premiar a una película de temática LGTB sin concesiones. Vaya si lo hizo. La vida de Adèle es de esas joyas que hablan del AMOR, con mayúsculas, y demuestra, a quien todavía no se haya enterado, que es el sentimiento más universal y que da lo mismo por quién lo sientas.
'El desconocido del lago' (2013)
Conmoción. Esa es la sensación que produjo El desconocido del lago a los críticos la primera vez que la vieron. Sexo explícito gay en la gran pantalla. Una película para salas en la que las felaciones y penetraciones no se ocultaban con ninguna elipsis. El sexo aquí es fundamental para la trama y había que mostrarlo. Alain Guiraudie liberó al cine de muchos tabúes sexuales y lo hizo con una película que usaba el suspense para ir un paso más allá.
Un lago en el que se practica 'cruising' y en el que un crimen trastoca todo, hasta las relaciones personales. El riesgo del realizador francés se premió con 8 nominaciones a los premios César y la etiqueta de 'El Chabrol queer'.
'Pride' (2014)
¿Se imaginan al colectivo LGTB manifestándose junto a los mineros para defender los derechos de ambos? Pues ocurrió. Fue en Reino Unido en 1984, cuando Margaret Thatcher destruía el estado de bienestar y acababa con la minería. Ese fue el inicio de la campaña 'Lesbians and Gays Support the Miners' (Lesbianas y gays apoyan a los mineros), en la que se manifestaron y recaudaron dinero para la causa. Ante la reticencia inicial de un sector tradicional, un grupo de activistas fueron a un pueblo de Gales para darles el dinero conseguido. Fue el inicio de una de las uniones más imprevisibles y emocionantes en pos de los derechos humanos y de una película tan divertida como emotiva.
'Tangerine' (2015)
El año pasado los carcas académicos de Hollywood casi se llevan un susto. De repente, una peliculita rodada con tres iPhones y cuatro duros amenazaba sus vetustas normas. Se trataba de Tangerine, de Sean Baker, un filme que daba todo el protagonismo a dos mujeres transexuales interpretadas por verdaderos transexuales, Kitana Kiki Rodriguez y una Mya Taylor que se infló a premios. Una ola a favor de la nominación de estas dos actrices en la carrera por el Oscar avanzó por la meca del cine insuflando aires LGTB a una industria machista.
Un filme que habla del encuentro de dos prostitutas transgénero en Nochebuena y la venganza que organizan para vengarse del novio de uno de ellas. Desenfadada, gamberra y muy fresca. Tangerine dio visibilidad a los transexuales en el cine, un colectivo que todavía es ignorado en la gran parte de filmes actuales.