Todavía queda mucho por hacer. Los tiempos cambian y los prejuicios sexuales se han difuminado, pero la lucha continúa. Mientras pasen tragedias como la masacre de Orlando, la homofobia seguirá siendo un problema para todos. El cine también ha tenido que pelear para que el colectivo gay tuviera una representación digna. Durante años se ha pensado que las temáticas homosexuales eran perjudiciales comercialmente y costaba levantar proyectos comprometidos y valientes. Por ello es necesaria la presencia de directoras como Catherine Corsini y de productoras como Elizabeth Pérez, pareja en la vida real y responsables de Un amor de verano, la historia de amor entre una mujer de pueblo y una feminista en el París de 1971.
Una película que a través del romance habla de algo más, de un momento en el que se salía a la calle para luchar por lo que se creía. Corsini y Pérez han presentado su película en Madrid en plena semana del Orgullo LGTB. Mientras responden a esta entrevista, un libro de Virginia Woolf preside la mesa. Nada más adecuado para hablar de su película y sobre la situación actual del colectivo.
La película es un homenaje a las feministas de los años 70, que eran más beligerantes, ¿se ha perdido ese entusiasmo?
Catherine: Todavía hay gente que lucha con mucho entusiasmo y ganas, pero el contexto es diferente. Antes había un sentimiento colectivo más fuerte y también había un futuro que nos parecía abierto y mejor, pero ahora el futuro parece sombrío. Había ganas de quitarse el yugo.
Elizabeth: Es paradójico porque había más represión, pero teníamos menos miedo a enfrentarnos, pero hoy en día vuelve la homofobia y el miedo. Todos estamos aterrados por la violencia.
¿Echáis de menos más vehemencia en la lucha?
C: Sí, pero volviendo a lo de antes, creo que había una lucha contra el poder establecido y ahora es una lucha entre ciudadanos. Entre homófobos y no homófobos, el estado está de nuestro lado por una vez.
E: Es una extraña sensación, como de Guerra Civil. Son relaciones violentas y eso da miedo, porque parece que de golpe se puede prender la chispa y ponerse peor.
Es paradójico porque antes había más represión, pero teníamos menos miedo a enfrentarnos, pero hoy en día vuelve la homofobia y el miedo. Todos estamos aterrados por la violencia
¿Creen que hay más cine LGTB ahora mismo?
C: Lo hay, pero es muy tímido, las películas que hablan con compromiso de la homosexualidad siguen siendo pocas.
E: Los productores siempre tienen miedo a que sea una película de nicho, que no toque al gran público. La película de Catherine toca varios temas y ahí la financiación fue un poco más fácil. De las 300 películas francesas que se estrenan, muy pocas tratan el tema de la homosexualidad.
¿Es eso también un reflejo de una sociedad más conservadora e incluso homófoba, como hemos visto en Orlando?
C: Lo que ocurre es que ahora nos hacen vivir en un clima de terror, y la gente tiende a tener miedo y se repliega en valores ancianos, tiene miedo a lo desconocido. Esta gente que antes no decía nada, de repente salen a la calle y hablan.
E: Es la salida del armario de la homofobia. Se han liberado. Antes en Francia no se decía públicamente que alguien era de extrema derecha, pero ahora están orgullosos de defender las ideas del Frente Nacional.
La película se mueve en dos esferas, la de lo íntimo y la de lo político.
C: La historia de ellas es íntima, pero también política. El compromiso, la forma en la que Carol descubre su homosexualidad y asume su elección… eso es un acto político y de amor.
E: No estaría mal que la homosexualidad dejara de ser un tema político, ese día habremos ganado, pero de momento hacer una película sobre la homosexualidad es un acto político.
Este fin de semana son las celebraciones del Orgullo Gay, aquí mucha gente usa ese argumento rancio de que por qué no hay también un día del Orgullo Heterosexual.
C: No han entendido nada. En Francia es incluso peor, hubo manifestaciones contra el matrimonio gay y Sergi López me decía que cómo era posible que en París hubiera estas manifestaciones y que en España, un país con vínculos católicos, nadie se manifestó, no hubo ningún problema.
No estaría mal que la homosexualidad dejara de ser un tema político, ese día habremos ganado, pero de momento hacer una película sobre la homosexualidad es un acto político
¿Es un problema educacional?
E: Yo tengo un hijo de 13 años y durante toda la escuela primaria se hacía un esfuerzo por parte de los profesores, aunque quizás no lo suficientemente grande, porque siguen llamándose maricones en el patio del colegio. Hubo un tiempo en el que hubo bastante literatura infantil con representaciones de gente homosexual, pero fue un escándalo. Eran libros muy bonitos, pero la gente decía que iban a perturbar a los niños, así que en el colegio no hay apertura, sólo papá, mamá y un niño. El colegio y las leyes pueden hacer mucho, ayudan a la aceptación. Siempre que la religión no venga por detrás dando con el mazo.
En la película hay un personaje masculino que presume de moderno y que acoge la homosexualidad de la protagonista peor que la gente del ámbito rural. ¿Existen falsos progresistas?
C: Sí, sí, siempre ha pasado. Siempre está esa persona que dice: “Si yo tengo un primo homosexual que me cae muy bien", o "Yo de joven sentí atracción por un chico”, pero por detrás dicen “Ese es un maricón”. Está bien que el hijo del vecino sea gay, pero mejor que el suyo no lo sea.