El cine español tiene polarizada a la audiencia. Poco a poco se van rompiendo los prejuicios hacia él, pero todavía hay quien sigue usando argumentos manidos que, durante años, se han utilizado para herir y perjudicar a la industria. Es el resultado de una guerra política que utilizó al cine como arma arrojadiza. Las consecuencias de esta batalla las han sufrido los propios productores y directores de cine, que han visto cómo se les atacaba sin motivo.
Para echar abajo los mitos y las teorías conspiratorias no hay nada mejor que los datos. Terminar con fobias ideológicas y permitir que todo el mundo valore a la industria con conocimiento. Uno de los argumentos más repetidos para descalificar a nuestros creadores es el de que son unos subvencionados que chupan del frasco del dinero que pagamos entre todos al Estado.
Si bien es cierto que nuestra industria recibe todos los años una partida de los presupuestos generales del Estado para ayudar a la producción de filmes, no lo son todas las leyendas urbanas que se han creado a su alrededor y que ahora trataremos de desmontar.
“El resto de países no subvencionan”
No es cierto, casi todos los países lo hacen. En Europa, un estudio del Observatorio Audiovisual ofrece datos sobre las medidas de ayudas públicas que toma cada uno. Algunos optan por los fondos estatales, otros por los regionales y casi todos han empezado a incluir los incentivos fiscales (que también es una forma de subvencionar). Aquellos que lo han hecho han visto cómo su industria se potenciaba.
De hecho, en tiempos de crisis en los países de nuestro continente las ayudas crecían un 13%, mientras que en España se reducían un 63%. Sólo hay que mirar a aquellos con una industria más potente: Francia da, en conjunto, más de 1.000 millones a su industria, Italia ha aprobado dar 400 y en Alemania se roza esa cantidad. En España, en 2016 se han dado 74,53 millones, de los que 60 son para las ayudas al sector de dos cursos, las de amortización de 2014 y las de los títulos que se han producido este año. Esto se debe al cambio en la Ley del Cine que ahora concede las subvenciones a priori para evitar fraudes en la taquilla.
“En Hollywood no subvencionan”
Este argumento es uno de los más extendidos por la falta de información sobre la industria hollywoodiense, pero también es falso. Los productores españoles siempre se encargan de repetirlo, pero la gente sigue pensando que en EEUU los cineastas son francotiradores que se juegan su dinero a cara de perro.
En EEUU subvencionan mediante deducciones fiscales. 'El lobo de Wall Street' recibió 30 millones de dólares por rodar en Nueva York. La misma cantidad que recibe todo el cine español de 2016
Es cierto que no se entrega dinero en ayudas directas, pero todos los estados tienen un plan de deducciones fiscales mucho más ambiciosas que las instauradas en España. Los periodistas económicos Jared Meyer y Jason Russell lo expresaron muy bien en enero de 2014 cuando recopilaron todas las ayudas que recibieron las nominadas al Oscar de ese año. Massachusetts devolvió a los productores de La gran estafa americana el 25% de su presupuesto, el estado de Luisiana ayudó con un 30% de deducción a 12 años de esclavitud, el mismo porcentaje que dio Nueva York a El lobo de Wall Street. El presupuesto de la película de Martin Scorsese es de 100 millones, por lo que el Estado les devolvió 30 millones de dólares.
El presupuesto dado por sólo una película es el mismo que el que el Gobierno español ha dado a todas las películas producidas en 2016. ¿Se imaginan el escándalo si una película española recibiera semejante cantidad de dinero de las instituciones? Pues ocurrió en EEUU.
“A las otras industrias no se las subvenciona"
El cine no es la única industria que se subvenciona en nuestro país, otras tantas reciben ayudas del Estado y mucho más cuantiosas, por no hablar de los propios partidos políticos. Sólo lo que reciben estos por la Ley Electoral supera la cantidad que se da para producir películas.
Otros sectores como el automovilístico están mucho más subencionados sin que nadie ponga el grito en el cielo. Seat recibe más de 400 millones de euros en ayudas públicas, y eso sin contar lo que se da ha dado al plan PIVE. La medida implantada por el Gobierno en 2012 supuso una inversión de 1.115 millones (225 en este último curso) para incentivar un sector en crisis y ha demostrado ser un éxito.
La agricultura ha recibido de la Unión Europea 5.000 millones de euros anuales para el periodo 2014-2020. Es el tercer mayor perceptor de la UE y su incidencia en el PIB es del 2,5% según datos del Banco Mundial (el cine se sitúa en torno al 0,35%)
“Sin ayudas salen las películas que gustan a la gente”
En 2014 se vivió el mejor año de la historia para el cine español. El éxito de Ocho apellidos vascos, El niño y La isla mínima llevaron la cuota de pantalla a su cima y crearon un nuevo mito para aquellos que odian el cine español. La nueva leyenda urbana decía que cuando no hay dinero se agudiza el ingenio y se hacen las películas que realmente quiere ver la gente. La falta de apoyo como acicate para la creación, una hipótesis tan antigua como falsa.
Sólo hay que ver las películas más vistas de la historia del cine español. La primera, la tercera y la cuarta sí que están realizadas en plena época de recortes (Ocho apellidos vascos, Lo imposible y Ocho apellidos catalanes), pero ninguna otra del top ten cumple ese requisito. Filmes como Los otros, Torrente, La gran aventura de Mortadelo y Filemón, El orfanato o Mar Adentro se rodaron y estrenaron antes de que la crisis acabara con todo. En época en la que las subvenciones no había que mendigarlas y los presupuestos del fondo nacional para la cinematografía se acercaban a esos 100 millones de euros que prometieron en 2007 PP y PSOE.
“'8 apellidos', esa sí que es buena y no está subvencionada”
Este falso mito del cine español también es de nueva creación y es continuación del anterior. En tiempos de crisis se hacen buenas películas, la gente va a verlas y como hay poco dinero no reciben ningún tipo de ayuda. Algo que se cae por su propio peso conociendo el sistema para entregar las subvenciones que ha regido en España hasta la reforma de la Ley que entró en vigor el 1 de enero de 2016.
Hasta ese momento las películas que más dinero se llevaban de las arcas públicas eran las más exitosas. Es decir, eran los espectadores los que con su confianza y sus entradas decidían quién se llevaba más cuantía. Por tanto esas películas que tanto han gustado y que surgieron en época de vacas flacas fueron también las que más dinero se llevaron. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Ocho apellidos vascos se ha llevado la cuantía más alta a la que aspira un filme actualmente, 1,5 millones de euros. Lo imposible se llevó más de un millón. Con El niño y Torrente 5 (también de estos últimos años de sequía) ocurre lo mismo, máximo dinero y la confirmación de que ha sido el propio espectador el que ha elegido quiénes eran esos subvencionados que tanto ha criticado.