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Hay clásicos que aguantan en la memoria de todo el mundo. Nadie puede olvidar momentos como la despedida de Rick e Ilsa en Casablanca, la estampida en la escalera de Odessa en El acorazado Potemkin o ese "Nadie es perfecto' de Con faldas y a lo loco. Una de las escenas más míticas de la historia del cine es, sin duda, la carrera de cuadrigas de Ben-Hur, el momento cumbre de la película de William Wyler que todavía ostenta el honor (junto a Titanic y El retorno del rey) de ser la obra con más premios Oscar de la historia.

La película llegaba en pleno auge del péplum, con Charlton Heston a la cabeza del reparto y un presupuesto digno de una de las grandes superproducciones que había parido Hollywood. Ahora la tendencia en la meca del cine es otra, aunque entronca directamente con el pasado: rehacer sus clásicos para ofrecérselos a las nuevas generaciones.

Fotograma del Ben-Hur de William Wyler.

Los jóvenes son uno de los públicos que más acuden a las salas, y para ellos los productores intentan resucitar sus éxitos pasados intentando enganchar a una audiencia completamente diferente. No vale con rehacer el filme, hay que posmodernizarlo para que los chavales se sientan identificados. Es más fácil que un joven de 15 años vea un remake de Ben-Hur que alquile un DVD de la original.

Así, desde Paramount y Metro Goldwyn Mayer se pusieron manos a la obra y dieron presupuesto y manga ancha para que el ruso Timur Bekmambetov realizara la puesta al día de Ben-Hur. Berkmambetov saltó a la fama con Wanted (Se busca) y ya ha probado suerte modernizando clásicos con su irreverente Abraham Lincoln: cazador de vampiros. Su estilo frenético y acelerado le hacen siempre estar en las quinielas de los grandes estudios para este tipo de proyectos. Esta energía ya quedó patente en el primer avance de este remake: su carrera de cuadrigas sería el punto álgido del filme. Las nuevas tecnologías le han facilitado el crear un espectáculo que siempre busca el más difícil todavía. Sin el encanto del original de Wyler, pero aprovechando cada recurso y dólar de presupuesto.

Fotograma del remake de Los siete magníficos.

Ben-Hur sólo es el primero de los clásicos que llegarán en los próximos meses. Películas que parecían intocables a las que Hollywood ha bajado del altar para rehacerlas a su gusto. El 30 de septiembre se estrenará Los siete magníficos (antes pasará por San Sebastián donde Ethan Hawke recogerá el Premio Donostia) que es la quintaesencia del remake, ya que esta nueva versión se basa en la rodada en 1960 por John Sturges, que a su vez era una actualización de Los siete samuráis de Akira Kurosawa,

La versión de 2016, de la que este periódico pudo ver un avance en el pasado CineEurope en Barcelona, sigue todas las pautas citadas. Más acción, más humor, un ritmo más frenético. Añadan un actor de moda como Chris Pratt y un clásico como Denzel Washington y saldrá la receta perfecta. El responsable es todo un experto en cine de acción como Antoine Fuqua, director de Días de entrenamiento y Objetivo: la casa blanca.

Dos remakes en menos de un mes que continúan lo ya vivido este año, en el que también se han versionado Los cazafantasmas, y que anticipan la estampida de versiones que están por venir. Jumanji, Cortocircuito, IT… hasta el cine español se ha apuntado a la moda con Perfectos Desconocidos, que dirigirá Álex de la Iglesia para Telecinco Cinema adaptando el filme italiano de mismo nombre.

Imagen del poster del clásico Los siete magníficos.

Uno de los proyectos que más ha llamado la atención es la nueva Testigo de Cargo, la novela de Agatha Christie que saltó a la fama por la maravillosa película de Billy Wilder. Hasta el maestro va a ver cómo sus filmes son rehechos. En esta ocasión ha sido Ben Affleck el que ha tomado las riendas y producirá, dirigirá y protagonizará el remake. El miedo a volver a rodar los clásicos se ha perdido y se abre una nueva ventana para que las productoras comiencen a hacer lo mismo con todas las joyas de Hollywood.

Cuadrigas, cowboys, cazadores de ectoplasmas o jueces en medio de un complicado caso, da lo mismo. Los millenials no les conocen y están dispuestos a pasar por caja para descubrirlo.

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