-¿A qué saben mis pechos?
- A jamón, a tortilla de patatas, a cebolla, a ajo”.
El anterior diálogo es historia del cine español. Una jovencísima Penélope Cruz se la soltaba a Javier Bardem en Jamón, Jamón, la película que les vio nacer como actores y como pareja. Dos frases que sirven como resumen perfecto de la filmografía de Bigas Luna, marcada por un imaginario lleno de sexo y comida. Su muerte hace tres años dejó al cine español sin uno de los primeros directores que habló sin tapujos del poder de la carne, de la pasión y de la España cañí. Le debemos mucho a Bigas Luna, por ello el Festival de San Sebastián ha estrenado en su Sección Oficial, fuera de concurso, Bigas x Bigas, el documental que se ha convertido en su testamento cinematográfico.
La película es un compendio de todas las obsesiones del director. Los pechos, el ajo, la huerta, lo mediterráneo, el sexo… Todo está allí, contado por su peculiar voz, en una obra coproducida por Javier Bardem, que ha acudido al Zinemaldia a presentar este homenaje a su padre cinematográfico.
"No hay persona que no haya trabajado con él que no le quiera, que no le adore, que no haya sido tocado por su presencia", afirma Bardem
Bigas x Bigas recoge escenas grabadas por el propio realizador desde el año 2000. Una suerte de diario poético por el que pasan sus seres queridos, entre los que se encuentra un gran número de actores españoles, porque, como ha destacado el propio Bardem, “no hay persona que no haya trabajado con él que no le quiera, que no le adore, que no haya sido tocado por su presencia. De una manera profunda”.
Emociona ver a Aitana Sánchez Gijón regalando a su amigo una escena en la que dentro de una bañera da de mamar a su hijo mientras el realizador cuenta su pasión por la lactancia y los pechos femeninos. La extraña lírica del catalán terminado formando este “acto de amor” promovido por Carles Sans y la viuda del autor, Celia Orós.
Una vida marcada por tres principios, el sexo, la comida y la vitalidad, como anuncia el propio Bigas Luna en el documental. Una filosofía impregnada a sus películas y que para Javier Bardem es “una forma sencilla de autodefinirse que también tenía algo de marketing, pero que resume bien ese quitarse importancia a sí mismo y al cine que él tenía”. El actor, acompañado de Jordi Mollá, ha reconocido que el tratamiento del sexo de Luna les hizo “hacer escenas que nos hemos negado a rodar con otros directores”.
“Ha conseguido que nos metamos en unos líos, que cuando decía corten pensabas: qué cojones he hecho. Pero es que lo hacía todo muy fácil. La frase era: es sólo sexo, no te preocupes. Y es verdad. Estar con él era una forma de estar con un viento que no te das cuenta, pero te está peinando a su imagen. Yo a nivel personal le debo mi carrera, una mujer… y todo. Empezamos con él, muy jóvenes, haciendo una película delicada que podía haber sido traumática. De repente estabamos allí, en pelotas en los Monegros. Lo hizo fácil y por eso seguimos trabajando hoy en día”, recuerda Bardem.
El olor de Bigas
Además de Bardem y Mollá, muchos de los actores que trabajan con él han arropado el estreno de Bigas x Bigas en una jornada llena de emoción. Leonor Watling o Aitana Sánchez Gijón paseaban emocionadas junto a Celia Orós, la productora y viuda del director. Todos se deshacían en elogios hacia él, pero más en lo personal que en lo profesional. “Mi Bigas es un Bigas simple, que hace de la vida un viaje más terrenal, más simple. Sobre todo era alguien muy cariñoso, que incluye a todo el mundo. Es de las personas menos clasistas que he conocido nunca. Todo el mundo está invitado a la casa de Bigas, siendo Bigas la propia casa. No tenía arrogancia”, recuerda Bardem.
"Cuando te llamaba Bigas para hacer una película sabías que olerías bien. Pero en EEUU los directores no huelen a nada, huelen al suavizante de la camisa", cuenta el actor canario
Mollá recordaba lo divertido que era rodar junto a Luna, porque sabía que, como poco, iba a comer muy bien. “Te llama Bigas para hacer una película, la primera no sabes, pero la segunda ya sabes que vas a comer bien, va a ser divertido, va a ser duro, pero el hotel estará chulo e incluso hay un ratín para echarse la siesta. Y olerá bien, porque él olía muy bien, que es algo que a mí me obsesiona. Cuando encuentro a un director, si no huele bien metafóricamente y en el sentido real de la palabra… O que no huele a nada. Es un director coño, no puede oler mal ni oler a nada. Y en EEUU no huelen a nada, huelen al suavizante de la camisa, por eso estoy deseando trabajar con un director español que huela bien”, decía con humor el actor y director que se ha manifestado muy influido por toda la vertiente artística de Luna que se ve en el documental.
Durante una hora y media Bigas Luna resucita en pantalla, y con él su cine sensorial y muy nuestro. Una buena forma de recordar el trabajo de uno de los directores más importantes de las últimas décadas del cine español.