En el cine español se llevan las sagas. Generaciones de actores o directores que heredan el talento de sus familiares y lo perpetúan. Ahí tenemos a los Gutiérrez Caba, con Emilio y Julia a la cabeza, que han visto cómo Irene Escolar seguía la tradición. O los Bardem, que desde 1956, cuando Juan Antonio dirigiera Calle Mayor, siempre han estado presentes y hasta ganando premios Oscar. Existe una saga que se ha quedado siempre detrás de la cámara, la de los Trueba. Fernando y su hermano David han parido obras tan importantes como Belle Époque o Vivir es fácil con los ojos cerrados, y ahora el hijo del primero intenta seguir sus sombra.
A pesar de sumar sólo 35 años, Jonás Trueba ya lleva cuatro películas a sus espaldas. El cine corre por sus venas y últimamente de forma desbocada. El año pasado presentaba en el Festival de Málaga Los exiliados románticos, y este ha hecho lo propio en el Festival de San Sebastián con La reconquista, su nueva obra en la que bucea en las heridas del primer amor. Su cara aniñada y tranquila esconde una inquietud que también le ha llevado a formar la Unión de Cineastas, una organización de jóvenes cineastas que no se sienten representados por el resto de instituciones.
Una película por año, empieza a ser un poco Woody Allen rescatando viejas historias de un cajón?
No, qué va, al contrario. Esa imagen de Woody Allen es propia de un tío al que le desbordan las ideas y hace películas muy ocurrentes, además de estar llenas de mil hallazgos. Yo creo que soy lo contrario, ya me gustaría. No tengo una gran imaginación, simplemente se ha dado así en este momento. Se han acumulado unas películas, pero no soy alguien muy rápido, me veo como más fondista. No pretendo ser uno de esos cineastas.
¿Y para producirla, con tan poco tiempo, ha costado o el ser algo muy artesanal lo ha facilitado?
Claro, eso ayuda, sobre todo en este país, el hecho de no tener que esperar a la ayuda que no llega, la televisión que no quiere financiar… esos procesos que yo también los he vivido, y que los vivo en las películas de mis amigos, procesos tan largos de hasta cinco años y que a veces la película no se llega a hacer y llega la frustración, y siempre me ha preocupado mucho no frustrarme como cineasta. Hay algo ahí en hacer cine que está relacionado con canalizar eso y hay que encontrar tu forma de hacerlo de tal forma que no puedas no hacerlo, que no haya excusas. Por eso hemos ido construyendo una forma de hacer cine que era más acotada, a una medida que hemos entendido que era la nuestra. Nadie está esperando a que yo haga una película o a financiarla, probablemente nunca hemos tenido ayudas, pero hemos generado un grupo de técnicos y actores muy generosos y nos encomendamos a hacer las películas así, intentamos que sea con la mayor dignidad posible. No renunciamos a un gran presupuesto, intentamos vivir de lo nuestro, pero no es fácil, lo tenemos asumido.
Siempre habla de ese amor perdido, en esta ocasión es el primer amor ¿es el más importante?
Tenía esa duda, quería hacer esta película porque no sabía qué pensar al respecto. No sabía hasta qué punto el primer amor te configura, o pasa a formar parte de tu ADN, más que cualquier cosa que te enseñen ene l colegio, y la película surge de ahí. Al final no tengo una respuesta clara, creo que depende de cada uno, pero lo que sí que creo es que desde luego hay un primer momento de conciencia del tiempo, con ese tiempo que tiene que ver con el amor, con un primer instante de felicidad. Por primera vez encuentras algo que te gusta y te entra esta preocupación de decir: ¿esto va a durar para siempre?
Daniel Sánchez Arévalo decía que el primer amor nunca funciona.
Puede ser, el primer amor parece que está condenado por eso, por ser el primero. ¿Quién realmente se atrevería a sostener un primer amor hasta el final y morir con él? Es algo prácticamente imposible, porque siempre surge la duda, el pensar que no es suficiente, pero sí que creo que va más allá de eso y es el guardarle fidelidad, aunque sea espiritualmente, reconocerlo. Y creo que La reconquista habla de eso.
"¿Quién realmente se atrevería a sostener un primer amor hasta el final y morir con él? Es algo prácticamente imposible, porque siempre surge la duda"
¿Cree que su mirada sobre el primer amor cae en la nostalgia?
He intentado que no lo sea, que fuera pura concentración de sentimiento, pero no de forma nostálgica. Quise hacerla en contra de eso, porque aunque mire hacia atrás está muy enfocada hacia el futuro. Está claro que uno va con su mochila y no puedes negar que eres fruto de todo lo que has estado haciendo.
¿No cree que el cine está últimamente enfermo de nostalgia?
Yo creo que tiene que ver con que hemos entrado en el siglo XXI, estamos todavía aterrizando en él, y ahora estamos en un momento de reflexión y echamos de menos algunas cosas del pasado. Esto tiene un cierto sentido, porque pasada esta primera borrachera del siglo XXI en la que ha habido muchos cambios, ahora, yo lo siento así, hay que pensar que hay de bueno en todo esto, sin hacer un elogio del pasado, y darnos cuenta de que hemos perdido cosas que no queríamos perder. Y eso al final se refleja en el cine, en la literatura y hasta en las conversaciones en los bares.
¿Cuántas veces le han llamado 'afrancesado' en una crítica?
Bastantes veces, creo que es un recurso demasiado fácil. Me da pena, no por mí, sino por el poco aprecio que a veces tenemos hacia lo nuestro, porque hacemos películas en las que retrato mi ciudad, mi barrio, y que en cuanto pones un parque no puede ser Madrid, tiene que ser París y ser afrancesado. Y dices pero que en Madrid hay parques, que aquí hay estas cosas… no sé.
¿Nos acompleja porque miramos demasiado a Francia?
Bueno, muchos no quieren mirarla para nada. Yo no miro especialmente a Francia. No tenemos por qué tenerle especial envidia, tenemos que hacer nuestro país mejor y que los del resto de lugares digan: esto es muy español. Eso sería muy bueno.
Creaste hace un par de años la Unión de Cineastas, ¿en qué momento os encontráis y cómo veis el futuro de la asociación?
Yo creo que ha sido muy importante crearla, ahora está en su primera fase, es muy joven y tiene todo por hacer. La hemos creado con un impulso de bastante gente que hemos peleado por un objetivo, que no era pensar sólo: ¿qué hay de lo mío? Era una actitud constructiva y propositiva más que reivindicativa. Ha sido creada en un momento muy necesario y ahora es una herramienta que hay que usarla de forma inteligente para que sirva como punto de encuentro entre todos nosotros, porque a veces estamos demasiado separados, y para tener un brazo de diálogo con las instituciones y con la sociedad.
"La Academia necesita una renovación y es un problema que la mayoría de cineastas jóvenes de este país no pertenezcamos a ella"
Eso que ha dicho es lo que debería ser la Academia de Cine, ¿no cree que deberían haber sido una nueva ola dentro de la Academia?
Sí, hay gente dentro de la propia Unión de Cineastas que creen que deberíamos intentar tener más presencia dentro de la Academia de Cine, pero yo no sé muy bien si es lo mejor. La Academia de Cine ha adquirido ya un tipo de imagen y unas dinámicas… ha sido fundada en otra época, bajo unas ideas que… es un poco difícil y no sé hasta qué punto sería una pérdida de tiempo, porque se ve que tiene algo esclerótico que da pereza. Por eso queríamos construir una herramienta que fuera más dinámica y participativa, porque la Academia se ha ceñido mucho a una entrega de premios y a una imagen muy institucional y queríamos algo distinto. También creo que la Academia necesita una renovación y es un problema que la mayoría de cineastas jóvenes de este país no pertenezcamos a ella, pero probablemente si no lo hacemos es porque no vemos bien cuál es el interés de estar ahí. Debería hacerse más atractiva para que entrásemos o, al menos, invitarnos. Parece que muchas veces la Academia estaba cerrada y no tenía interés en renovarse. Sería muy arrogante también por nuestra parte pensar que vamos a llegar y cambiarlo todo.
El cine que hacéis los directores que formáis la Unión de Cineastas es el más perjudicado por la reforma de la Ley del Cine.
Nosotros estábamos de acuerdo con el espíritu de la ley de cine que estaba vigente. Esa es la paradoja, nosotros pensamos que está bien, porque atiende a los criterios de diversidad cultural que pide la Unión Europea, que se basan e la defensa de los creadores independientes. La rabia que sentimos es que ese espíritu está siendo traicionado con órdenes y con dinámicas que favorecen a un único tipo de cine, que es el más industrial. Pero sobre todo me da rabia que no haya un verdadero fomento de los nuevos cineastas, que son los que necesitan más ayudas y que es ridículo que se den esas ayudas a las películas que tienen más garantías de triunfar en el cine, cuando esas garantías no existen, se demuestra todos los viernes.