La crisis de los treinta llega a todo el mundo. Unos la pasan alargando la adolescencia y estirando el espíritu de Peter Pan y otros poniéndose graves y apelando a la responsabilidad. A los treinta se acabaron los sueños, y la sociedad se encarga de repetirlo constantemente. Cásate, ten hijos, compra una casa...
Mientras que en EEUU ya han encontrado a varios cronistas de esa generación, el cine español seguía buscando a alguien que contara la ansiedad que provoca crecer y no encontrar un lugar. Ahora llega María (y los demás), la ópera prima de Nely Reguera que ofrece luz en este agujero negro de nuestra industria.
Su película respira verdad, y lo hace por su guion, pero también por un reparto comandado por una Bárbara Lennie inmensa. La actriz no para desde que ganara el Goya por Magical Girl, y tiene que atender desde un hotel de Argentina -donde se encuentra rodando ahora mismo- a EL ESPAÑOL para charlar sobre el filme que ha logrado dos candidaturas a los Premios Feroz y que sorprendió desde su primer pase en el Festival de Cine de San Sebastián.
¿Qué tiene María (y los demás)?
Tiene alma, y eso para mí es lo mas importante. El otro día hablando con Diego Lerman el director de Una especie de familia, que estoy rodando ahora, comentábamos qué películas nos gustaban, y llegamos a la conclusión de que hay películas con alma o sin alma, y nos interesan las que tienen alma, aunque luego sean disparatadas o sin acierto, pero tienen algo. Y creo que esta lo tiene, cuando la leí me remitió a cosas que me gustaban e intuí algo de esto aquí dentro.
La película recuerda al trabajo de mujeres como Greta Gerwig o Lena Dunham, que no han tenido una correspondencia en España.
Totalmente, me encabezoné en hacer esta película, porque llego el guion, lo leí y me quedé fascinada, porque soy muy espectadora de este tipo de ficciones que comentas y me gustan esas mujeres de las que hablas. Me encantan sus artículos, sus películas... y aquí no lo veía. Así que cuando leo esto digo: qué bien, quién es esta directora y quiero estar.
Nely Reguera me hizo una prueba y ella no me veía en absoluto, porque acababa de estrenar Magical girl y ni de coña lo veía. Me costó convencerla, me hizo una segunda prueba muy larga, y una entrevista tomando un café y ahí tuve la suerte de que un chico me paró y me preguntó si era escritora. Parecía que lo había preparado… pero a partir de ahí la convencí de que yo también podía contar eso, que no era exclusivo de una actriz concreta, porque la historia me remitía a cosas mías y de mis amigas.
La televisión aquí esta abriendo puertas, pero los niveles narrativos son todavía escasos y hacemos un poco lo mismo o nos repetimos
¿Por qué en España no han surgido historias con mujeres como las que mencionábamos?
Yo creo que tiene que ver con los creadores, con el proceso de escritura, con lo que se escribe y porque hacer una película en España no es fácil. Estas historias se están dando mucho en la televisión, y la televisión aquí esta abriendo puertas, pero los niveles narrativos son todavía escasos y hacemos un poco lo mismo o repetimos lo mismo. No tenemos formatos ni ideas, y la irrupción de la mujer a todos los niveles puede aportar eso.
Es una película dirigida, escrita y protagonizada por una mujer. Eso en el cine actual es algo casi heroico, una rareza.
Sí, y es ridículo que tengamos que hablar de esto como una cosa heroica, pero es cierto que no es lo habitual. El otro día repasando las películas del último año me he dado cuenta de los pocos personajes femeninos que ha habido. Es nuestra realidad, tenemos que ponernos las pilas para que cambie, hay que generar cosas y mover energías para que los proyectos aparezcan.
¿A ti también te llegó la crisis de los 30 de la que habla la película?
Hombre, de qué manera, a saco paco. Los últimos años han sido tremendos.
Estamos desorientados, somos una generación un poco, bueno, bastante perdida. No nos resulta fácil asumir ser adultos ni asumir responsabilidades
Parece que a los treinta se acabó lo de soñar, llegan las presiones sociales.
Me parece que es esa mezcla de presión social y del propio crecimiento natural de uno. Uno mismo se siente un imbécil si sigues haciendo lo mismo. Hay algo de avance, de crecimiento necesario. Estamos desorientados, somos una generación un poco, bueno, bastante perdida. No nos resulta fácil asumir ser adultos ni asumir responsabilidades ni el compromiso que supone la vida... y hemos vivido en un estado de bienestar unos años gloriosos, pero esto se acabó y nosotros tenemos que reacomodarnos a esta realidad. Y si esa transición ya es complicada, con este entorno que te pone difícil salir de casa y encontrar un trabajo, aun más.
¿La crisis nos lo ha puesto más difícil?
Sí, mis padres la vivieron seguro, pero este entorno es muy poco motivador, es poco esperanzador. Más que nunca tenemos que ser conscientes de que hay que ser responsables, coger las riendas y dejarnos de hostias y de quejarnos, ser consecuentes con esa queja.
¿Esa presión social es más dura para la mujer?
Se pone complicado el panorama, porque llega una edad donde se supone, por lo natural, que el cuerpo te pide unas cosas… es difícil entender qué mujer quieres ser, qué te apetece realmente ser, ahora somos libres para decidir y ya no está tan claro el modelo, pero esa libertad también genera incertidumbre y la angustia de tener que decidir. Eso es buenísimo, porque podemos hacer lo que queramos y nosotras mismas estamos viendo a dónde ir y de qué manera.
Sin embargo a Maribel Verdú todavía le preguntan constantemente que por qué no ha sido madre. ¿Por qué cree que ocurre eso?
No lo sé, seguramente es porque la diferencia genera preguntas, y cuando el que está al lado decide que no quiere hijos la gente dice: ¿en serio?, ¿se puede? A veces la respuesta a eso es el ataque, pero tiene que más que ver con el desconcierto que con el acto en sí. Es cansado que le pregunten cada vez que presenta una película que cuándo va a tener un hijo. Ya está bien, fuera esa pregunta, hay que ser cada vez más militante.
Hemos vivido en un estado de bienestar unos años gloriosos, pero esto se acabó y tenemos que reacomodarnos a esta realidad. Y si esa transición ya es complicada, con este entorno aún más
Últimamente se ha avivado otra vez el debate sobre el feminismo y su importancia. Ayer salía de nuevo un humorista en youtube poniéndolo en duda y criticándolo.
Hace poco leía un artículo de Elsa Fernández Santos que era un repaso a las novelas y ensayos que han salido de mujeres hablando sobre feminismo y contaba que el feminismo de ahora es un nuevo feminismo, no es el de los sesenta, existe de otra manera. Tenemos que repensarnos como mujeres, porque vivimos momentos muy oscuros en el mundo y tenemos que pensar cómo jugar un papel importante aquí. Estamos a años luz de donde podemos llegar. Sería bonito poder dejar de hablar de ello, que sea algo natural, pero como no lo es, hay que hablarlo. Cuando se hacen bromas de algo es porque ese mensaje está calando.
Sus dos últimas películas se centran en la familia como núcleo donde estallan los problemas.
Es el caldo de cultivo perfecto, es el sitio que ha generado más ficciones del mundo. Ahí se mezcla todo. Mira Shakespeare o los griegos, mira qué material tan cómico y dramático tenemos... Es verdad que rodé una antes que la otra y me sentía revisitándolas. Las dos hablan sobre conflictos humanos y dialogan entre ellas.
Las mujeres estamos a años luz de donde podemos llegar. Sería bonito poder dejar de hablar de ello, que sea algo natural, pero como no lo es, hay que hablarlo
Prepara película con Ramón Salazar y Jaime Rosales… ¿sigue siendo, como se dice siempre, la musa del cine de autor español?
No, yo a mí misma nunca me pienso en términos de titulares, es reduccionista e injusto conmigo misma hacer eso. Hago las películas que quiero, las que me sugieren algo, y ya está. No pienso en dimensiones ni en presupuestos. Me dejo guiar por lo que me apetece, por lo que creo que completa con un viaje artístico que me interesa. He hecho películas muy diferentes, porque está Contratiempo (estreno 6 de enero) que es más de industria, también está oro, he venido a Argentina… y luego con dos autores muy particulares como los que has mencionado y teatro con un director francés. Lo más divertido es la heterogeneidad.
El teatro nunca lo deja.
Siempre quiero volver, por suerte. Es un amante al que siempre vuelves, es vertebral, no concibo no hacerlo. No me pienso no haciéndolo. Me gusta y me gustaría conocerlo desde otros lugares como la creación, la dirección o la producción. Me remite a lo esencial y me excita muchísimo.