"Hollywood avanza gracias a los extranjeros y a los que llegan de fuera", decía Meryl Streep en la pasada gala de los Globos de Oro al recoger su premio honorífico. En una ceremonia en la que el buen rollo y el champán son la tónica dominante, las palabras de la actriz cayeron como una bomba. El discurso político y reivindicativo había vuelto a Hollywood. Su mensaje tenía un destinatario claro, Donald Trump, que tardo poco en contestar y decir que Streep era una de las actrices más sobrevaloradas.
La protagonista de Los puentes de Madison, y ganadora de tres premios Oscar, recordaba al nuevo presidente que Hollywood se nutre y vive por el talento que capta de fuera, tanto a nivel de dirección como de técnicos. Una situación que puede verse en peligro por las políticas migratorias de Trump, que quiere convertir EEUU en un país hecho por y para los norteamericanos.
Quizás Meryl Streep tendría que haberle recordado que la mayor industria del entretenimiento mundial se creó gracias a acoger a refugiados, emigrantes y mucha gente que huía de su país buscando un lugar donde desarrollar su talento. Y esto es así desde los inicios del cine. Sólo hay que pensar en los grandes estudios, en los que casi su totalidad de creadores vinieron de fuera. Carl Laemmle, uno de los pioneros en Universal, llegó de Alemania, Adolph Zukor y William Fox de Hungría, Louis B. Mayer y Samuel Goldwyn de Polonia, y los hermanos Warner eran hijos de un polaco.
La inestabilidad del siglo XX convirtió a EEUU y a Hollywood en el lugar donde protegerse. Las heridas de la Primera Guerra Mundial se notaron pronto, y una gran parte de realizadores, sobre todo alemanes, recae allí ante la situación precaria que se vive en los años posteriores. De hecho, casi todos los creadores que participan en el expresionismo acaban dirigiendo obras maestras en la meca del cine. La nueva y floreciente industria estaba atenta a cada paso que se daba en Europa y no tardó en ofrecer una sensación de seguridad a gente como Otto Preminger, Murnau o Ernest Lubitch.
La situación en Europa del Este hizo que llegaran otros como Alexander Korda, Michael Curtiz o Béla Balázs, pero también actores como el mítico secundario Peter Lorre o el Drácula más eterno, Bela Lugosi. Todos ayudaron a asentar lo que hoy conocemos como Hollywood.
Dios es extranjero
Cuando Fernando Trueba ganó el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa para España dijo una frase que quedará para la historia del cine: Me gustaría creer en Dios para poder agradecérselo, pero yo sólo creo en Billy Wilder. Así que gracias, Señor Wilder". Hacía una comparación que ya muchos pensaban, Wilder es el dios cinematográfico, uno de los creadores más talentosos e influyentes de la historia. Un director nacido en la actual Polonia, que llegó a EEUU huyendo del terror de Hitler, y que si hubiera vivido en la actualidad y tenido que escapar se hubiera encontrado con la reticencia de Donald Trump a que entren refugiados en su país.
Gracias a Billy Wilder tenemos El apartamento, Con faldas y a lo loco, Testigo de cargo, El gran carnaval o El crepúsculo de los dioses, y gracias a Trump nos podríamos perder al próximo Wilder. El nazismo hizo que muchos directores judíos o con miedo a lo que se venía encima huyeran y recayeran en Hollywood. La lista sería interminable, pero así llegaron Fritz Lang, Otto Preminger, Fred Zinnemann o Douglas Sirk. Es decir, los grandes autores del cine hecho en EEUU durante décadas.
No sólo las inclemencias políticas hicieron que los directores probaran suerte en Hollywood, sino que también muchos creían que el cine era un idioma universal, y que no tendría que haber fronteras. Así pensaba Hitchcock, que después de sus primeros éxitos en Reino Unido reventó las taquillas de todo el mundo gracias al sistema de estudios y a filmes como Psicosis o Vértigo.
Y es que la historia del cine está unida a la de los directores de fuera de EEUU que han probado suerte en otras industrias. En los 60 llegan nombres como Milos Forman o Roman Polanski, y ya en los últimos años cada talento que surge es tentado por Hollywood con un cheque en blanco y la posibilidad de hacer un filme que llegará a todo el mundo.
Sólo hay que ver la lista de los últimos premiados con el Oscar al Mejor director: Alejandro González Iñárritu (Birdman, El renacido) y Alfonso Cuarón (Gravity). Dos creadores mexicanos que han traído el mejor cine y las mejores historias a Hollywood. Quizás en un par de años tengan que salir de EEUU y volver a rodar fuera, en cualquier sitio que no quiera levantar muros entre los países y poner fronteras al talento y al arte.
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