A veces de tanto repetir una mentira parece que se convierte en realidad. A fuerza de machacar una idea, esta cala a sus destinatarios. Montoro lleva desde septiembre de 2012 repitiendo el mismo mensaje: el IVA cultural no existe. A los dos Ministros de Cultura que ha habido desde entonces les ha convencido. Méndez de Vigo se pasea por las instituciones del cine español repitiéndolo como una cacatúa. La última vez en la Academia de Cine, a tres días de los Goya mientras firmaba un convenio para promocionar nuestras películas en el extranjero y construir un museo del cine. Una misión para la que no hay presupuesto definido.
El cine español se resistía a creerse a Montoro, pero al final parece que ha pasado por el aro. La gala de los Goya vivió un ambiente menos combativo que en otras ocasiones. Los buenos datos de la industria hacen ahogar las penas y olvidar los desplantes del Gobierno. Este año se ha vivido uno de los más significativos y frontales. En el pacto de investidura que alcanzaron PP y Ciudadanos se acordó bajar el IVA cultural -ese que supuestamente no existe- para todas las actividades en directo. ¿Quién se quedaba fuera? El cine. Desde el partido de Albert Rivera se apresuraron en aclarar que había sido una condición impuesta por el Partido Popular para aceptar.
La semana pasada se vivió la misma situación. El Congreso apoyó una moción presentada por el partido naranja para la bajada del impuesto. Sólo los de Rajoy se opusieron. Rivera dejó claro que ese descenso era necesario para que el cine "gane la batalla a Cristóbal Montoro". El problema es que el cine se ha olvidado de luchar. No hubo ni una sola mención a este revés del Gobierno. Nadie recordó que tenemos el IVA más alto de toda Europa y que es una lacra que ha quedado demostrada que no ha servido para nada.
Lo mencionó de pasada el vicepresidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, en su discurso. Ni se le pasó por la cabeza a la siempre optimista Yvonne Blake. Los pocos comentarios comprometidos vinieron de la mano de Bayona, que pidió que se cuide la Cultura, y que la apoyen “todos”. Ana Belén comentó que damos pasos atrás en la protección del cine y Emma Suárez y Roberto Álamo se acordaron de la gran tasa de paro que ahoga a los actores. Y se acabó. Nadie más alzó la voz. Nadie tuvo unas palabras para decirle al presidente del Gobierno -que contaba con impunidad en una entrevista con Alsina que no había visto ninguna de las nominadas- que debe ver cine español, que es su deber conocer y proteger nuestro cine, que además está engrosando las arcas del estado y devolviendo con creces lo que recibe en ayudas a la producción.
El cine se ha olvidado de luchar. Nadie recordó que tenemos el IVA más alto de toda Europa y que es una lacra que ha quedado demostrada que no ha servido para nada
Y el IVA era sólo la punta de lanza de las cosas que podría haber recordado un sector que se ha acostumbrado a las grandes cifras y se ha olvidado de lo demás. Nadie pidió que se aumentaran los incentivos fiscales a los rodajes nacionales e internacionales. La semana pasada Portugal lo hacía y los colocaba entre el 20 y el 25% dejando a España, de nuevo, a la cola de Europa.
Los cortometrajistas no se acordaron de que han tenido sus ayudas paralizadas hasta hace un mes y que les dejan la propina del fondo para la cinematografía. Tampoco lo hicieron los productores, que este año han comprobado cómo sin una buena dotación económica la nueva Ley del Cine se paraliza y bloquea la industria.
Beatriz Bodegas, el hada madrina que se cruzó en el camino de Raúl Arévalo para levantar Tarde para la ira ha tenido que hipotecar su casa para financiar el filme. Pero cuando subió a recoger el premio se olvidó de decir que el nuevo modelo sólo favorece a las grandes producciones que tienen una cadena privada como socia. O que si no se da más dinero sólo unas veinte películas podrán recibir una ayuda del Ministerio.
Parece que no era el día, o el año. La gente ha vuelto a las salas y paga por ver cine español. Y con éxitos es menos duro recibir los reveses políticos que siguen llegando. Se acabaron las reivindicaciones en los Goya. Montoro ha ganado su guerra.