“Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact-disc y abrelatas electricos”. ¿Se acuerdan? Son las primeras líneas del mítico monólogo de Ewan McGregor (Mark Renton) en Trainspotting, una de las películas fundamentales para toda una generación que encontraron en este discurso el resumen perfecto al dilema de sus vidas. La sociedad les obligaba a crecer sin estar preparado para ello, a tomar decisiones que, en el fondo, ya estaban pactadas.
A ver a quién se le ocurría en 1996 decir que no quería comprarse una casa, formar una familia y tener un coche y una vida acomodada. El que lo hacía era un bicho raro. Los que se atrevieron a intentarlo fueron unos yonquis de Edimburgo, cuya adicción a la heroína les hacía, irónicamente, ser también unos antihéroes para los jóvenes.
20 años después las cosas han cambiado. O no tanto. Aquellos yonquis han intentado avanzar como podían. Unos acabaron en la cárcel, otros en negocios de poca monta, alguno sigue enganchado e incluso a Renton parece que le ha ido bien en Ámsterdam, pero no es del todo cierto. Boyle, ayudado de la novela de Irvine Welsh y del guion de John Hodge, traza un despiadado relato de la crisis de la mediana edad masculina en una Edimburgo rendida a la gentrificación. Una irónica reflexión sobre el paso del tiempo que pasea entre la nostalgia y la ironía sobre eso de que todo tiempo pasado fue mejor
Danny Boyle, que desprende educación británica en cada respuesta y cada sonrisa, reconoce que la nostagia se está apoderando de todo, pero también que es inevitable que en una secuela de un filme tan mítico no haga acto de presencia. “Siempre ha estado en los medios, aunque ha habido un crescendo interesante, pero es que el pasado está siempre con nosotros, nunca muere y siempre vive dentro de ti. Te persigue, te ayuda, te refieres a él constantemente, y nosotros lo hacemos en la película, en la que el pasado es como un telescopio por el que miran algo muy lejano pero que sigue ahí”, explica Boyle preguntado por este medio. “El peligro es que quedes tragado por ella, y que todas las películas traten de eso. En la película, para Spud es importante la nostalgia, porque habla de oportunidad y de redención, de alguna forma él está atrapado en un loop temporal”, añade.
El director une el Brexit a este auge de la nostalgia, y cree que los británicos votaron por abandonar Europa porque viven anclados en un pasado que no se puede recuperar. “Filmamos durante la votación en Edimburgo. Allí la gente votó masivamente para quedarse, 60-40 a favor de permanecer en Europa, y en Londres ocurrió lo mismo. Fue el resto de Inglaterra los que decidieron irse. El resultado me entristeció mucho, y creo que Escocia permanecerá en Europa pase lo que pase, porque en el referéndum del año anterio, si la gente hubiera sabido lo del brexit, hubieran votado por estar fuera del Reino Unido y permanecer en Europa”, analiza el director sobre los resultados.
En Inglaterra hay una tendencia a mirar al pasado, y es lo que ha usado Theresa May, una terrible nostalgia hacia los tiempos pasados y han engañado al pueblo
“En Inglaterra hay una tendencia a mirar al pasado, y es lo que ha usado Theresa May, una terrible nostalgia hacia los tiempos pasados y han engañado al pueblo. Nuestros líderes no han sabido expresar los beneficios de Europa y en cambio han permitido que hagan una visión de que se tira el dinero, son burocráticos y que no hay beneficios. Eso ha provocado esta situación. Yo, eventualmente me iría a Escocia para seguir siendo parte de Europa, pero es que hasta se habla de que Londres podría seguir siendo parte de Europa, una especia de estado como Suiza, para que ellos sigan conectados con Europa. Es una locura y no es realista lo que ha ocurrido. Londres no puede abandonar Europa”, dice con autoridad pero sin perder los buenos modales que le caracterizan.
La vanidad masculina
Para Danny Boyle uno de los principales temas de T2, que igual puede ser Terminator 2 que Trainspotting 2, es la crisis de la mediana edad en los hombres, algo que cree que se da también en los actores. De hecho el director criticó hace unos años que la película no estaba avanzando porque “los actores se preocupan sólo de ellos mismos”, algo que ahora matiza. “Estaba de broma pero también es verdad, porque cuando les veía en otras películas no parecían diferentes, pero ahora sí lo son, y eso se ve. A Renton le ves las arrugas de su cara, y eso es brutal para un actor, porque ellos siempre quieren parecer que están en los 30, que es la edad perfecta para ellos, pero ya no están en esa edad", dice el cineasta.
"Los actores estuvieron felices de aparecer sin maquillaje mostrando esas arrugas, porque ellos son así realmente. La imagen de Sick Boy, que es guapo pero que envejece, tiñéndose el pelo la encuentro muy triste. La vanidad de los hombres es mucho peor que la de las mujeres, porque no sabemos manejar el paso del tiempo, lo negamos constantemente y envejecemos fatal. Ellas lo hacen mejor, porque están construidas bajo líneas de tiempo muy definidas y el hombre no, por lo que siempre está atado a su pasado”, opina Boyle.
Su obsesión con esta secuela, para la que no se consideraba preparado, era que fuera “más personal que la primera”. “La primera tenía más 'de celebración' y esta es más personalidad, para ello, si queríamos mantener la originalidad había que coger herencias de la anterior película, pero hacer cosas nuevas, porque las circunstancias son diferentes, el dinero ya no es el problema para ellos, sino que los problemas son emocionales y de pertenencia”, cuenta Danny Boyle.
La vanidad de los hombres es mucho peor que la de las mujeres, porque no sabemos manejar el paso del tiempo, lo negamos constantemente y envejecemos fatal
Sobre su estilo lleno de trucos visuales y efectistas, y que repite en esta ocasión, lo justifica porque “no son películas realistas”, aunque en esta ocasión no está “tan dentro de sus cabezas”, sino más pegada al realidad. “De alguna forma siguen siendo adictos, pero han roto ese hábito. Tienen recuerdos de la primera película pero queríamos que fuera diferente, no queríamos copiar porque a la gente les decepcionaría, porque las copias suelen decepcionar”, añade.
La crisis de madurez es una obsesión para Boyle, que cree quye hay que darse por satisfecho si a los 40 tienes “un poco de dinero y de éxito”, aunque es inevitable echar de menos la adrenalina de la juventud. “Es triste, porque ellos quieren volver atrás en el tiempo para intentar recrear el placer de volver a sentirse vivos. No han avanzado. No hay héroes nobles aquí, son antihéroes”, opina. Unos antihéroes que enseñaron a los jóvenes una lección antisistema que todavía resuena.